El ex jugador de Taraguy participó, recientemente, de una serie de actividades que sirvieron para fomentar esta disciplina en el archipiélago. “No creían que sólo íbamos a jugar. Pensaban que detrás de esto había otra cosa, algo político. Fue todo lo contrario”.
El correntino Diego Gómez Coll, ex jugador de Taraguy y de Los Pumas Seven, fue uno de los afortunados en jugar al rugby, por primera vez, en las Islas Malvinas. En la entrevista repasa cuáles fueron sus sensaciones, junto con un grupo de compañeros, de jugar en el archipiélago.
—¿Quién los convocó para ir a jugar a las Islas Malvinas?
—Bueno, la verdad que fui invitado por la Fundación Rugby Sin Fronteras por su presidente Bautista Segons. Cuando me convocaron fue un honor que hayan pensando en mí, porque él buscaba, no sólo ex buenos jugadores, sino gente de rugby. Que sientan este deporte como lo siente él. Es un soñador que tiene un mensaje bastante altruista con respecto al rugby, sobre sus valores y el espíritu.
—¿Cuál fue el objetivo del viaje?
—Me embarqué en este proyecto con el firme propósito de transmitir el espíritu del rugby, más que ir a jugar. Si bien se desarrollaron varios partidos, intentamos llevar el rugby y todos sus valores a un lugar donde nunca se había jugado. Sin fronteras políticas, ni ideológicas. Sólo ir a disfrutar de este desembarco en las islas. Transmitir los valores de este deporte, que te enseña muchos códigos, valores, principios, que a uno después le sirvan para toda la vida.
Primero difundiendo el deporte y a través del mismo, llevar un mensaje de paz. Y por qué no, un homenaje a todos aquellos que hace 27 años han dado la vida en la isla, tanto ingleses como argentinos.
—¿Quedó en claro que fueron en son de paz?
—A nadie le gusta la guerra, tampoco fuimos con intenciones políticas. Sólo deportivas.
—¿Qué actividades realizaron?
—De Argentina fueron cerca de 40 jugadores, divididos en dos grupos. El domingo 13 de diciembre se desarrolló el primer partido. Fue un cotejo homenaje, tuvo momentos muy emotivos. El puntapié inicial lo hizo un ex combatiente argentino que estaba por primera vez en la isla después del conflicto. También estaba Santiago Martella, su padre falleció dos días antes de la rendición argentina y la tumba está en el cementerio de Darwin.
—¿Cuál es la primera imagen que se te viene a la mente de la isla?
—La gira tuvo momentos muy emotivos, y sumamente fuertes, como cuando se empezó a invitar a los chicos a las clínicas, entregándoles pelotas, camisetas. Fue ver la cara de esos chicos, la alegría que tenían al hacer algo distinto y compartir con nosotros los entrenamientos.
—Entonces, ¿cumplieron con creces las metas que se habían propuesto?
—La idea más que nada es haber cumplido con la misión, por eso quedaron muy contentos los integrantes de la Fundación Rugby sin Fronteras, porque el objetivo se cumplió con creces. Se jugó y se hicieron clínicas, se hizo un lazo muy fuerte con la gente que apoyó esta misión. Hay gente por ahí quizás, que por todo lo que pasó estuvo muy expectante de lo que podía pasar. No creían que sólo íbamos a jugar al rugby. Creían que detrás de esto había otra cosa, algo político. Pero nos fuimos de la isla y se notó que sólo somos gente de rugby y que fuimos a transmitir el espíritu y los valores de este deporte. Ojalá que los chicos que participaron de la clínica y que descubrieron el rugby a través nuestro, lo sigan practicando y formar un equipo.
—¿Fue buena la repercusión allá?
—Quedó un australiano con la idea de formar un club y trabajar en su formación. Hay gente que ayudó muchísimo allá. Había un poco de desconfianza, pero nos fuimos con el objetivo cumplido y fue una experiencia muy fuerte. Yo estoy muy contento de haber podido ir. Agradezco a Dios la oportunidad de haber estado, y lo que me da el rugby. La gente que se acercó a mirar, se divertía viéndonos jugar.
—De los argentinos que fueron, me imagino que para Ud. fue una satisfacción haber integrado este grupo con Pablo Garretón, Eliseo Chapa Branca y Martín Sansot, entre otros
—Más que un equipo de rugby, era un excelente grupo humano. Había jugadores consagradísimos como Docto Bello, ex jugadores de los Pumas, que con una humildad fueron a este viaje. Aportaron toda su experiencia y se pusieron a la altura de los más jóvenes para jugar un partido homenaje. Allá no importó el resultado, sino transmitir los valores. Creo que fue el partido más puro de rugby que jugué, era sin malas intenciones, divertirnos y creo que se logró.
—¿Los ingleses que jugaron luego con Uds. eran de la isla o llegaron también especialmente para el evento?
—Eran jugadores de la isla. Había otros que están por diferentes razones y que se acercaron a colaborar. Los chicos que se acercaron sí son de la isla. Y había un grupo que estaba con sus padres por razones laborales y están esporádicamente por allí.
—¿Todos los momentos fueron muy amenos?
—El juego en la jornada final, fue un partido de despedida con algunos de esos chicos. Luego hicimos una clínica primero y un tercer tiempo. En ese momento se acercaron chicos con algunos de sus padres. Compartimos muy buenos momentos, risas, anécdotas, historias. Esos momentos que vivimos van a quedar para siempre en la memoria de cada uno de nosotros, para el resto de la vida.
—Y para vos como correntino, ¿cómo viviste esta sensación de estar en Malvinas, ser parte de la gestación del nacimiento del rugby en las islas?
—Cuando me llegó la invitación, tuve unos sentimientos muy fuertes. No me olvido que compatriotas estuvieron allá, que sufrieron mucho así como sus familias. Para mí fue un honor que me hayan llamado. Eran sensaciones muy fuertes. Como jugador de rugby es un honor representar a Corrientes, a Taraguy y a todo el rugby de la región. En el equipo que jugué había chicos de todo el país. Como por ejemplo de Ushuaia estaba Mario Saucedo, que alguna vez vistió la camiseta de Aranduroga, así que estuvimos juntos.
Finalmente, Diego Gómez Coll agradeció, en nombre de la Fundación Rugby Sin Fronteras, a Coca Cola, que a través de Juan Ramón Albornoz, colaboró con esta misión.
Gentileza
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