Excluir, futbolizar, desigualdad”, son palabras que suenan de un lado. “Prevención, solidaridad, seguridad”, del otro. El rugby argentino está dividido. Los cambios en el apto médico que ordenó la Unión Argentina de Rugby provocó una gran polémica.
Algunos clubes manifiestan que no tienen inconvenientes en afrontar estas modificaciones, que son más caras y demandan más tiempo. Otros lo ven como una “traba”.
La UAR ahora exige una ergometría, un ecocardiograma y una radiografía de columna cervical. Los estudios cuestan alrededor de 250 y 300 pesos. Aunque hay análisis, como el ecocardiograma, que no lo deberán hacer nunca más. Uniones, como la URBA, realizaron convenios con clínicas para bajar los altos costos. “Este apto 2009 va a ser la base de los próximos 10 años”, confiesa Buenaventura Minguez, presidente de la Subcomisión Médica de la UAR a Clarín, y además explica que esta medida se informó en agosto del año pasado y que ciertas Uniones fallaron en la comunicación a sus clubes. En contraposición, Marcos Julianes, fundador del club Virreyes, sostiene que “están excluyendo, achicando la base de jugadores”. El presidente de Beromama, Pablo Arias, piensa que “si no tenés los medios es una traba. No incentiva a que los chicos jueguen”.
La razón de la UAR para estos cambios es la prevención. El año pasado, el rugby argentino sufrió tres muertes: Juan Cruz Migliore (CUBA), Andrés López Astigarraga (Almafuerte) y Alvaro Costa (SIC). “Si nosotros con todo esto le salvamos la vida a un sólo chico, la plata estuvo muy bien gastada. Aunque sean 50 millones de dólares”, asegura Néstor Galán, presidente de la URBA. Lo mismo cree Minguez: “Hay cosas imposibles de prevenir, pero vamos a achicar el margen de riesgo”.
Los que están en contra de este cambio sostienen que “no son necesarios”. “Cualquier cosa te puede pasar, aunque realices los estudios”, opina Darío Criscuolo, capitán de rugby del club Italiano. Julianes fue un poco más allá: “Para ellos salvar una vida es que ese chico no juegue al rugby. No es que le van a arreglar la disfunción. Quieren cubrirse para el día que pase algo, decir hice todos los análisis posibles”. Otro punto que destacan es que puede mermar la cantidad de jugadores. “Exigen que paguen un fichaje, estudios médicos que no pueden, cuando los otros, los buenos, no lo tienen que hacer y encima le van a dar un viático”, agrega Julianes, en referencia al Pladar (Plan de Alto rendimiento de la UAR). La UAR y la URBA coinciden en que no habrá menos jugadores. Incluso, en Buenos Aires ya confirmaron que entre todos los clubes presentaron 41 equipos más que en 2008. Todavía faltan 15 días para el cierre de presentación de los aptos en la URBA, aunque hay clubes que piden extenderlo más.
Hay diferencias en el rugby argentino. Algunos pueden dar estos nuevos pasos. Otros, no. “Estamos futbolizando el rugby. Agrandamos más la brecha y todo se concentra en los clubes más importantes, y algunos como Glew son semilleros y están condenados a la pobreza”, dice Julianes. La TV y la publicidad son ejemplos que para él marcan las grandes diferencias entre los “ricos” y los “pobres”. Es un momento de cambios y de tomar decisiones, y todos tienen que ir juntos por el mismo camino.
Por Patricio Connolly (Clarín.com.ar)
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