El coach pasó por la Argentina y habló de cómo llevó a su país a ser el mejor equipo del mundo; su visión del rugby nacional.
Eddie Jones atraviesa la cancha en soledad. Estira los pasos hasta cubrir todo el largo, primero, y todo el ancho, después. Mide sus dimensiones. Hasta en ese detalle se detiene. Ya el hecho de que él mismo, a pocas semanas del inicio del Torneo de las Seis Naciones, haya viajado a la Argentina habla del grado de minuciosidad y profesionalismo con que trabaja. Esa atención al detalle es lo que ha convertido a Jones en uno de los mejores entrenadores del mundo, si no el mejor. En un año llevó a Inglaterra del ostracismo al que había caído con el fracaso en su propio mundial a ser el mejor equipo de 2016, ganador del Grand Slam e invicto en 13 partidos.”Tengo la suerte de que en Inglaterra hay grandes jugadores”, dice, como restándose mérito. “Lo que hicimos fue simplificar las cosas. Les hicimos entender claramente por qué queríamos jugar. Los pusimos en una excelente condición física; están mucho mejor entrenados. Y les inculcamos que disfruten el rugby”, revela en Ezeiza, en una conexión de vuelos de un viaje relámpago.
Con la misma sencillez con la que habla, el australiano, próximo a cumplir 57 años, pasó por la Argentina. El objetivo: analizar las instalaciones donde se alojará, se entrenará y jugará el seleccionado inglés en junio. En menos de 72 horas cubrió Buenos Aires, Santa Fe, Paraná, Buenos Aires, San Juan y de nuevo Buenos Aires. Y aun así se hizo un resquicio para conversar, pocos minutos antes de regresar a Londres. “Era importante ir y mirar las locaciones por mí mismo”, justificó. “Tengo un staff nuevo y es importante que al principio yo viaje, para asegurarnos el estándar que pretendemos”, explicó.
Jones se inició como entrenador a los 34 años en Randwick, mítico club de Sydney, en el que había jugado. Era hooker; representó también al combinado de New South Wales. En 2001 guió a Brumbies a ser el primer equipo no neozelandés en ganar el Súper 12 (antecesor del Súper Rugby) y en 2003 condujo a los Wallabies a ser subcampeones mundiales. En Francia 2007 fue asistente de Jake White en la conquista de los Springboks, y antes de asumir en Inglaterra había llevado a Japón a su mejor actuación en los mundiales, triunfo sobre Sudáfrica incluido.
-¿Con qué se encontró en esta corta estadía en la Argentina?
-Con un gran deseo de que el rugby crezca. Fui a San Juan, que básicamente está en medio del desierto, y están encantados con recibir el test-match. No podrían haber hecho más por nosotros. Lo mismo en Santa Fe. No había visto ese deseo de que el rugby crezca. Algo que noté es que todos los chicos todavía andan corriendo por ahí con camisetas de fútbol, y ninguno con la de los Pumas . Eso no cambió.
-¿Cómo ve el proceso de cambio que lleva a cabo el rugby argentino?
-Estoy muy impresionado. No había estado acá desde que vine en 2001 con los Wallabies . El crecimiento del juego es notable. El seleccionado está creciendo, la Argentina entró al Súper Rugby, tiene un equipo B jugando el Seis Naciones americano [America’s Rugby Championship]. Tratándose de un país que no tiene una competencia doméstica profesional, creo que tiene la estructura adecuada.
-Va a venir con un plantel de jugadores profesionales acostumbrados a ciertas comodidades. ¿Trabajará con ellos para que no los afecte ir al interior?
-Creo que es una gran experiencia. Cuando uno se adentra en un país puede conocer su cultura. Santa Fe y San Juan son muy distintas a Buenos Aires. Todas las grandes ciudades tienen algunas diferencias y muchas cosas parecidas. Pero es al ir a las provincias cuando uno ve la verdadera cultura argentina. Para nuestros jugadores es una oportunidad de aprender, crecer, experimentar algo diferente. Ver los Andes. La cancha en San Juan tiene los Andes como fondo. Fantástico.
-¿Cuáles son sus expectativas para la serie ante los Pumas, a la que vendrá sin los jugadores afectados a la gira de British & Irish Lions?
-Siempre es difícil jugar contra la Argentina en la Argentina. Probablemente no contemos con diez de nuestros mejores jugadores, así que va a ser un gran desafío. Muy bueno. Va a servirnos para ver cómo están desarrollándose los jóvenes, contra los mejores jugadores de la Argentina, en una cancha chica, en un ambiente hostil. Así que va a ser fantástico.
-En 2013 sucedió lo mismo: Inglaterra vino durante la gira de Lions. Debutaron Billy Vunipola, Jonny May y Marland Yarde, que hoy son parte del primer equipo. ¿Aguarda algo similar?
-Espero que sí. Es una gran oportunidad de que los jugadores jóvenes empiecen a probarse con miras al Mundial. Tres años antes del Mundial es un buen lapso como para empezar a mostrarse si uno no jugó en el nivel internacional.
-Daniel Hourcade, el entrenador de los Pumas, dijo que no le gustaba el estilo de Inglaterra. ¿Es el juego que ustedes pretenden o esperan mejorarlo?
-Hay que ganar. Lo único que importa es ganar. El estilo, para mí… ¿qué es el estilo? El estilo de la Argentina en 2007 era fantástico, llegó a semifinales. Ahora juega un estilo completamente distinto. Hay muchos factores que influyen en el estilo: los jugadores con que se cuenta, las reglas vigentes, el entorno. Así que para mí uno no tiene un estilo, sino que está siempre puliéndolo y evoluciona con las habilidades de los jugadores.
-¿Se puede armar un proyecto a cuatro años y obtener resultados?
-Entre un mundial y otro hay cuatro años, pero hay tres proyectos en medio. En los primeros dos años uno intenta construir la base del equipo, los elementos clave, que para nosotros son la defensa y las formaciones fijas. Al mismo tiempo uno trata de armar la base del plantel. En los últimos dos años uno afina las convocatorias, afina el estilo de rugby que uno quiere, adquiere flexibilidad táctica. Y en el final del proyecto, en los últimos tres meses, tiene reunido al equipo. Nadie más tiene a sus jugadores, no están con sus clubes, no están con sus provincias… Es entonces cuando uno realmente puede cambiar a un equipo.
-Al margen de los resultados, ¿cómo ve a los Pumas?
-Creo que están haciéndolo extraordinariamente bien. Lo dije en su momento y lo sostengo: Argentina jugó el segundo mejor rugby del Mundial. Ha terminado cuarta, pero el nivel de rugby que jugó fue asombroso. Empezó jugando bien y después empezó a ganar, así que creo que está en la dirección correcta. Hourcade está haciendo un gran trabajo. Se puede ver la tarea que están haciendo con los jóvenes. El número 8 que apareció… ¿Cómo se llama? Isa. Es un jugador increíblemente dotado. Están produciendo backs más grandes y de mejores destrezas. Es muy positivo. Me acuerdo de haberlos estudiado cuando estaba al frente de Japón e intenté comparar a Japón con la Argentina, y la cantidad y la calidad de jugadores que hay aquí no son como para envidiar a nadie. Obviamente, no tienen la cantidad de jugadores que hay en Inglaterra o Nueva Zelanda, pero sin contar esos países están muy, muy bien.
-Usted fue crítico para con el Súper Rugby. ¿Qué opina del certamen?
-Creo que es un momento difícil para el Súper Rugby. Incorporar equipos siempre es difícil. Pero puedo entender lo que se está intentando hacer. No creo que el estándar haya sido fantástico en la última temporada, tengo que ser sincero. Pero estoy seguro de que va a ir mejorando.
-El rugby se expande y busca más mercados. ¿Cómo afecta eso al juego?
-Creo que el juego va a seguir creciendo. Es fantástico que se juegue el Mundial en Japón en 2019. Estados Unidos en América, Georgia en Europa, y Japón en Asia son países que están dando un paso al frente. Y eso es saludable para el juego.
-¿El modelo empleado en la Argentina es aplicable en otros países?
-Creo que es el modelo correcto para países que no tienen una liga doméstica profesional.
-Trabajó en Japón. Hay un gran entusiasmo por el rugby allí…
-Es un país de rugby chico. Los mejores atletas se vuelcan a otros deportes; hay que hacer un trabajo duro. Pero creo que el mundial de 2019 y el éxito en 2015 van a darle la oportunidad de crecer. Y el hecho de que esté yéndole bien a una nación en Asia es fantástico para el rugby.
-Muchos seleccionados tienen muchos extranjeros. Como Japón y, aunque menos, Inglaterra. ¿Se debería endurecer la regla de elegibilidad?
-Creo que la idea general de extender la regla de tres a cinco años está bien. Si uno va a un jugar cinco años en un lugar, antes de jugar para el seleccionado tiene que comprometerse realmente. Así que creo que está bien. Pero hay que entender que esos países necesitan esos extranjeros para ser sustentables. No tanto Inglaterra, pero sí Japón y hasta Escocia.
-¿Qué opina de los cambios reglamentarios?
-Creo que lo de limitar el tackle alto está bien. Va a causar algunos problemas en los próximos tres a seis meses; va a haber muchas tarjetas amarillas y rojas. Pero va a enseñarles a los jugadores a tacklear más abajo. Tenían que hacer algo para proteger la cabeza, así que creo que eso es bueno.
Por Alejo Miranda (La Nación)
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