El rugby volvió nuevamente a las canchas después de tres semanas plagadas de temas en el medio. Si bien lo más importante fue la gripe “A” que invadió a nuestro país, también hubo una serie de conflictos con la comisión de referees de la Unión de Córdoba con rumores de renuncias y paros, la cual por suerte no tuvo efecto. La comunidad del rugby local, debe tener siempre presente de que el árbitro siempre tiene la razón.
Pareciera que el rugby cordobés sin haber estado la pelota picando en las canchas, tuvo en jaque a todas las instituciones que forman parte del mismo. El tema que puso nervioso a más de uno tuvo que ver principalmente con la sanciones dispuestas por el comité de disciplina de la casa que se ubica en la avenida Castro Barros a dos jugadores de primera división.
Las suspenciones que este órgano (independiente) le aplicó a Martín Bustos Moyano (Córdoba Athletic) y Javier Fiori (Jockey C.C), terminaron siendo la gota que colmo el vaso. ¿Porqué; por la simple razón de que hay muchos jugadores que pasaron por una situación parecida a estos dos chicos y la respuesta por parte de disciplina fue totalmente diferente con penas mayores.
Esto sin dudas marcó un precedente y ofusco a todo el ambiente del rugby, poniendo en tela de juicio que según el color de la camiseta que uno tenga, es la sanción que aplican. Realmente ¿esto será así?. En caso que así fuera, estaríamos hablando de una falta de objetividad muy grande por quienes son los encargados de aplicar las penas de manera uniforme y pareja para todos aquellos jugadores que cometen un error dentro de una cancha.
Ahora, si nos manejamos con los valores históricos del rugby, quiero pensar, que las sanciones aplicadas a Bustos Moyano y Fiori, tienen que ver más con un análisis de los informes realizados por los árbitros y por el reglamento interno que utiliza disciplina (el cual usa la International Rugby Board) siendo esta una tabla la cual es utilizada como “guía” para penalizar a quienes cometieron un error y no pensar en que las sanciones en definitiva tienen que ver con presiones internas dentro de este organismo.
¿Está bien o mal que se utilice esta metodología a nivel local? ¿No sería mejor que este reglamento sea realizado de manera conjunta entre comisión de disciplina y comisión de árbitros?. Seguramente que sí, y pareciera que por las reuniones realizadas en la entidad madre de nuestro rugby, ya estarían trabajando en pos de un nuevo reglamento disciplinario. A partir de ahora los árbitros deben ser escuchados pero por sobre todo, no para endurecer una pena u otra, sino para que ellos tengan la seguridad de que a la hora de hacer sonar el silbato, se sientan protegidos, resguardados y por sobre todo respetados por todos aquellos seguidores de nuestro deporte que cada fin de semana paga su entrada para alentar a su equipo.
En conclusión, lo que se hizo hasta ahora, ya forma parte del pasado. Habrá que mezclar de nuevo las cartas y volver a repartir con el único objetivo de que cuando un jugador reciba una sanción, termine siendo ejemplificadora, la cual tenga como finalidad hacer pensar a cada uno de los integrantes de los diferentes planteles del rugby de nuestra provincia, y que sepan que el árbitro siempre tiene la razón y por sobre todo que nuestro deporte tiene valores los cuales están muy lejos del fútbol entre otros.
Por Martín Quetglas
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