Con un drop de Durand, en el quinto minuto extra, los de Pacheco le ganaron por primera vez en la historia al SIC. En un final de altísimo voltaje, con todo tipo de variables que empujaron la resolución hacia el extremo de lo dramático, Champagnat se elevó de la agonía al éxtasis. Desde el primero al último hombre del club vibró con la gloriosa conquista, alcanzada en el quinto minuto de descuento, con un extraordinario drop de Agustín Durand.
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Estalló la algarabía cuando, desde la línea de 40 yardas, el N° 10 acertó su kick de sobrepique, luego de un par de oportunidades dilapidadas para dar vuelta el 20-19 adverso, y porque el árbitro inmediatamente bajó el telón. La multitudinaria invasión del campo tuvo su justificativo: los de Pacheco le ganaron por primera vez en su historia al poderoso SIC (22-20). Las distintas generaciones se hermanaron desde la emoción más profunda; los héroes del éxito tan anhelado se encontraron sobre el césped con figuras de todos los tiempos. Hubo abrazos, lágrimas de gozo y hasta algunos se tomaron una foto frente al tablero con el memorable resultado.
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Los sueños, que por supuesto están latentes -pese a las voces mesuradas-, no sobrepasan las posibilidades reales, por más que se lo vea en los sitios de privilegio. Lo relevante es que, de seguir por esta senda -de la actitud y el buen juego-, Champagnat se puede encaminar hacia otra gratificación: corregir el noveno puesto de 1978, en lo que es la mejor campaña de su vida. Esa meta es muy valiosa.
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Previo al agitado desenlace no hubo un protagonista dominante; los locales dispusieron de una leve ventaja a partir de la supremacía territorial y la buena tarea en el line, pero el SIC -firme en el scrum y deficiente en la hilera- lució más aplomado y con una certera capacidad de resolución, virtudes que le permitieron quedarse con el parcial (por 14-12, en la última jugada, con un try de Lalanne). Incluso, los sanisidrenses se distanciaron en la primera parte del segundo capítulo, con dos penales de Cilley (20-12).
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Sin embargo, el final se lo acaparó el fervor de Champagnat. A partir de las amonestaciones de Angelillo e Iacaruso -llegaron a jugar un breve lapso trece contra quince-, los anfitriones se envalentonaron, y una fulgurante aparición de Aguirre consolidó el resurgimiento (19-20).
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Después, a Soler se le cayó la pelota con el try servido -sobraba apoyo-; Leguizamón y Tiesi se perdieron una réplica por un mal pase del N° 8; Durand optó por buscar el line en un penal cerca del in-goal -error ya cometido ante Newman- y en una primera intención de drop fue sofocado por tres rivales… un verdadero thriller, con palpitaciones a ritmo máximo, hasta que Durand decretó el memorable triunfo. Para quitarse un estigma que parecía inquebrantable.
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Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION
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Varios regresos y un debut
Tras la suspensión por el incidente de la 5a fecha ante CUBA -próximo rival-, Santiago Artese reapareció en la intermedia del SIC; en dicho equipo también volvieron Vitale y López Fleming y debutó el Pumita Federico Meyrelles. Luego de su paso por Inglaterra, Franzini actuó en la preintermedia (hizo un try).
.<< Comienzo de la notaEn un final de altísimo voltaje, con todo tipo de variables que empujaron la resolución hacia el extremo de lo dramático, Champagnat se elevó de la agonía al éxtasis. Desde el primero al último hombre del club vibró con la gloriosa conquista, alcanzada en el quinto minuto de descuento, con un extraordinario drop de Agustín Durand.
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Estalló la algarabía cuando, desde la línea de 40 yardas, el N° 10 acertó su kick de sobrepique, luego de un par de oportunidades dilapidadas para dar vuelta el 20-19 adverso, y porque el árbitro inmediatamente bajó el telón. La multitudinaria invasión del campo tuvo su justificativo: los de Pacheco le ganaron por primera vez en su historia al poderoso SIC (22-20). Las distintas generaciones se hermanaron desde la emoción más profunda; los héroes del éxito tan anhelado se encontraron sobre el césped con figuras de todos los tiempos. Hubo abrazos, lágrimas de gozo y hasta algunos se tomaron una foto frente al tablero con el memorable resultado.
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Los sueños, que por supuesto están latentes -pese a las voces mesuradas-, no sobrepasan las posibilidades reales, por más que se lo vea en los sitios de privilegio. Lo relevante es que, de seguir por esta senda -de la actitud y el buen juego-, Champagnat se puede encaminar hacia otra gratificación: corregir el noveno puesto de 1978, en lo que es la mejor campaña de su vida. Esa meta es muy valiosa.
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Previo al agitado desenlace no hubo un protagonista dominante; los locales dispusieron de una leve ventaja a partir de la supremacía territorial y la buena tarea en el line, pero el SIC -firme en el scrum y deficiente en la hilera- lució más aplomado y con una certera capacidad de resolución, virtudes que le permitieron quedarse con el parcial (por 14-12, en la última jugada, con un try de Lalanne). Incluso, los sanisidrenses se distanciaron en la primera parte del segundo capítulo, con dos penales de Cilley (20-12).
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Sin embargo, el final se lo acaparó el fervor de Champagnat. A partir de las amonestaciones de Angelillo e Iacaruso -llegaron a jugar un breve lapso trece contra quince-, los anfitriones se envalentonaron, y una fulgurante aparición de Aguirre consolidó el resurgimiento (19-20).
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Después, a Soler se le cayó la pelota con el try servido -sobraba apoyo-; Leguizamón y Tiesi se perdieron una réplica por un mal pase del N° 8; Durand optó por buscar el line en un penal cerca del in-goal -error ya cometido ante Newman- y en una primera intención de drop fue sofocado por tres rivales… un verdadero thriller, con palpitaciones a ritmo máximo, hasta que Durand decretó el memorable triunfo. Para quitarse un estigma que parecía inquebrantable.
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Por Santiago Roccetti / Diario La Nación
Foto: Diario La Nación
En el comienzo del juego, el Marrón demostró su ímpetu. Fue más vertical y dinámico que el conjunto de Tortuguitas y así abrió el marcador gracias a la...
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