Cuando el sorteo anunció que Tucumán sería local en la final de la Copa Cross Border, los Naranjas ya se imaginaron dando la vuelta olímpica ante su público.
Lo que no sabían era que al mismo tiempo, un ojo se abrió en el monstruo del fracaso. Tucumán jugó nervioso, Córdoba lo aprovechó y se quedó con la final de la Cross Border al vencer por 24 a 16 en el mismísimo Jardín de la República. Fue justo e inapelable. Una revancha de lo sucedido en el mismo torneo pero del año pasado, cuando los del Norte se quedaron con el triunfo en la cancha auxiliar del Mundialista cordobés.
El partido comenzó como se esperaba. Con los locales metidos en campo rival e intentando lo que puso en práctica durante todo el torneo: abrir la cancha y jugar rápido. Fue superior en los primeros 20 minutos, pero los errores en la obtención más la indisciplina en la que cayó le abrían la puerta a los Dogos, que tenían a un Ramiro Pez infalible en el primer tiempo, aunque en el segundo su puntería falló (erró 4 penales).
En el segundo tiempo, Córdoba entendió que si quería ganar, bastaba con atacar. Tucumán no estaba en su día y eso había que aprovecharlo. Con fuerza, inteligencia y orden comenzaron a dominar el juego hasta que, bien temprano, la fruta cayó de madura. El capitán José Basile llegó al ingoal y a jugar con la ventaja. La defensa cordobesa fue una verdadera muralla y los forwards dieron el paso adelante para comenzar a mandar en el partido.
Las desconcentraciones del local fueron muchas y sin saber a que plan recurrir para dar vuelta la historia, fueron cayendo en el desorden y facilitándole la tarea a los cordobeses que, mientras pasaban los minutos, se iban sintiendo campeones.
Los Dogos se fueron festejando y demostraron que son un firme candidato para el Argentino.
Ámbito.com.ar
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