El apertura australiano tiene muchos admiradores, pero el más fanático de todos es su padre que un día le salvó la vida.
El apertura de los Wallabies, Bernard Foley, continúa por el camino de esta RWC 2015 con el sueño de alzar la Webb Ellis Cup. Si bien es admirado por la mayoría de los seguidores australianos por el nivel que está teniendo, no sorprendería destacar a su fan número uno, su padre.
El papá de Foley lo sigue a todos lados a su hijo y no será la excepción el domingo a las 16 hs., cuando Australia busque el pasaje a semifinales ante Escocia, en Twickenham. Siempre que puede, presencia todos los partidos con orgullo y admiración.
Incluso es tanta la fidelidad y el fanatismo que tiene Michael Foley por su hijo que una vez se escapó del hospital para verlo jugar, después de una operación de corazón. La historia hoy puede ser contada por ambos ya que la aparición inesperada de su padre en aquel partido evitó que Bernard pudiera sufrir una verdadera pesadilla.
Padre y salvavidas
Todo se remonta a los tiempos en los que el hoy jugador dirigido por Michael Cheika, que ya era una promesa en esos momentos, tenía que disputar un partido importante de Menores de 14 años para el equipo de rugby de un colegio de Sidney, el Redfield College.
“Mi padre estaba en el hospital en ese entonces. Estuvo en cada partido que jugaba y solía entrenarme, pero ese día se recuperaba de una operación del corazón y en el hospital no lo dejaban salir. Pero mi madre lo ayudó a escaparse del hospital y vino a verme”, relató Bernard Foley.
Pero hubo un hecho que le salvó la vida al apertura de los Wallabies: “Durante el partido recibí una patada debajo de las costillas, me quedé sin aire y me empecé a sentir mal. Cuando mis padres volvían al hospital y al verme mal, me dijeron porque no me iba con ellos para ver si tenía algo”.
Es por eso que podríamos decir que Michael potencialmente le salvó la vida a su hijo, sobre todo sabiendo lo que pasó después en el hospital. “Cuando me hicieron los estudios encontraron que tenía un traumatismo en un riñón y cuando oriné el pis era rojo, me asusté bastante”, dijo Bernard.
Si Michael no se hubiera escapado del hospital quizás Bernard hubiera vuelto a su casa a descansar y podría haber tenido consecuencias terribles con la posibilidad de sufrir una hemorragia interna.
En un principio y luego de varios días de reposo, llegó a dudarse si podía volver a jugar al rugby: “Estuve 12 meses sin realizar contacto deportivo alguno y fuera de las canchas de rugby. Pero así es la vida”.
No era fácil hacerle entender a un joven Foley que quizás no podía volver a la práctica de un deporte que mamó desde chico. Mientras más aumentaban sus ganas de volver, más crecían las preocupaciones de su madre: “Crecí practicando varios deportes, lo hacía las siete noches de la semana a pesar de las broncas de mi madre y mi hermana que me corrían por toda la casa”.
Actuación destacada
Contagiado por las risas que le despertaban aquellas anécdotas, era evidente que todo el esfuerzo de la familia Foley iba a tener sus frutos con un número 10 que llegó a esta Copa Mundial de Rugby con más dudas que certezas ya que discutían su patada y decían que sus cualidades a la hora de atacar no estaban a la altura de las de su colega y compañero de equipo, Quade Cooper.
Pero por el contrario, la performance de Bernard ha sido brillante en esta RWC 2015 con una eficacia casi ideal a la hora del envío a los postes y embates incisivos basados en la creación y habilidad.
El jugador de 26 años contó que Cooper lo ayudó mucho para lograr semejante nivel: “Quade es un jugador con una gran calidad y le gusta improvisar. Siempre te deja pensando, te da una mano si la precisás y es por eso que llegó a ser un apertura de primera clase. Creo que mi juego creció un montón teniéndolo de compañero”.
“No fue una competencia directa, definitivamente tenemos una muy buena relación y trabajamos juntos por el bien del equipo”, aclaró Foley.
El próximo domingo Foley, que sólo erró dos envíos a los palos de los 19 que tuvo y apoyó dos tries, intentará seguir construyendo el sueño australiano con el objetivo de lograr la tercera RWC para los Wallabies. Allí estarán como lo hicieron toda la vida sus padres, con papá Michel a la cabeza, y uno de sus cinco hermanos apoyándolo en el partido ante Escocia.
“Mi padre nunca jugó el rugby de alto nivel, pero ama este deporte y lo jugó un poco. Nadie lo puede parar cuando yo juego”, sonrió Bernard Foley.
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