El duro tropezón sufrido en Rosario ante Australia cerró un año difícil y muy complicado para Los Pumas que no se lucieron ni en la ventana internacional de Junio ni en el Rugby Championship. ¿Renovación y cambios?
Se terminó el Rugby Championship 2013 y también está visto que se terminó una etapa. La que culminó en Rosario fue el corolario de un año difícil, duro y muy complicado, sin que se sepan cuáles pueden ser sus coletazos a corto, mediano y largo plazo. Por eso, rápido, debe empezar otra. Lo que queda para noviembre debe ser encarado de otra manera…
Lo que pasó no estaba en los planes. La durísima derrota sufrida ante los Wallabies por 54 a 17 desnudó las falencias de un equipo que no ha tenido la chance de jugar en buen nivel dos partidos seguidos y que ha cometido muchos errores graves que en un seleccionado son imperdonables.
El último sábado desde el minuto inicial se vio en la cancha a dos equipos completamente diferentes: uno, los Wallabies, enfocados, pensantes, prolijos, claros en la conducción e inteligentes en cómo ejecutar cada pelota. Otros, Los Pumas, sin ideas, sin plan, sin conducción pero fundamentalmente, sin tackle… Y dicha falta de tackle dejó al descubierto a un equipo que, si no logra hacerse fuerte en defensa, es claramente superado, siempre. También este partido terminó de dejar en evidencia que todavía Los Pumas no tienen chances en el juego 1 a 1 ni en defensa, ni en ataque. Y ese hándicap, a este nivel, es demasiado hándicap…
Las fallas individuales (y por momentos, la falta de actitud) que hubo durante el torneo fueron, en buena medida, las que condenaron al equipo a empezar cómo empezó y a terminar cómo terminó.
Uno que siempre se destacó sobre el resto, que se preocupó más por jugar y entregar todo de sí fue Marcelo Bosch. Fue el único jugador que se dio cuenta qué era lo que había que hacer durante todo el partido y el campeonato. Dentro y fuera de la cancha, con mucha humildad y perfil bajo, sin estridencias.
Otro que se destacó fue Juan Manuel Leguizamón, que también entendió los partidos. Pero ellos dos solos no podían sostener la estantería… También hay que destacar a Juan Figallo, Eusebio Guiñazú y Marcos Ayerza para controlar el scrum y convertirlo en arma poderosa. A Farías, darle un crédito alto por las mejoras en el line. Y a Nicolás Sánchez por su devoción para el tackle.
Para muestra basta un botón y ante Australia, demasiado hicieron. Durante buena parte de un primer tiempo que fue claramente contrario a Los Pumas, fueron los que intentaron mostrar el camino. Del último partido, puntualmente, hay poco más para decir, salvo que cada ataque australiano era medio try, que en el breakdown no se jugó nada bien y que aunque el scrum y el line funcionaron, con eso solo no se puede jugar si se adolece de todo lo demás.
Algo también preocupante y que merece un párrafo aparte fue la ausencia de toma de decisiones. Porque se pueden tomar, a veces, malas decisiones, pero que no haya eso denota falta de entendimiento, de puesta en funcionamiento dentro del partido del plan de juego y de la experiencia y madurez para entender qué cosas hay que hacer para buscar salir del asedio o bien intentar generar algo en ataque, y algo que sea fructífero. Se puede sumar a esto qué cosas hacer en los momentos críticos. Eso, en el equipo, estuvo ante Australia y durante otros pasajes del torneo tan ausente como el tackle. Se podría aceptar, sería entendible y hasta lógico viniendo de jugadores realmente inexpertos y con falta de madurez, pero de jugadores y un staff con más de 50 test encima, no.
La conclusión es que muchas veces este tipo de cosas suelen pasar cuando hay más preocupación por ganar o por asuntos que exceden lo deportivo, que por jugar mejor. Y Los Pumas, que de a poco venían jugando mejor en algunos aspectos en este certamen sin ocuparse del resultado numérico, se dejaron llevar otra vez por las presiones externas e internas, pensando en que es más importante un resultado efímero y en ocuparse de cosas extradeportivas que en seguir mejorando paso a paso en todas las facetas de juego, pensando en el futuro (el Mundial) y en el otro futuro (los jugadores jóvenes que necesitan rodaje y piden cancha a gritos).
Tras lo ocurrido en Soweto, hubo una profunda autocrítica. El desastre de Rosario ameritará otra igual de profunda y se-vera. Jugar de esta forma no parece ser el camino.
Siempre, durante este último semestre, se especuló con que al finalizar el año, Phelan dejaría Los Pumas merced a la finalización de su contrato. No se ha expedido aún sobre el particular y deberá replantearse qué quiere hacer, si seguir o no. Y cuando él esté seguro, comunicarlo. Estas incógnitas e indefiniciones repercuten y se reflejan en el equipo. No se decide, no se define y es una incógnita también lo que van a ofrecer Los Pumas partido a partido. Nunca se sabe.
Ojalá en estas semanas, con más tiempo y menos preocupaciones por ganar, el staff pueda pensar que para la gira de noviembre el verdadero objetivo sea tratar de jugar mejor y darle minutos a los más jóvenes para subir esta escalera rumbo al Mundial peldaño a peldaño, sin querer saltearse escalones, porque cuando uno se saltea escalones, puede tropezar, caerse y lastimarse feo.
Por: Eugenio Astesiano
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