El director técnico de Los Pumas explica las claves del grupo que llegó al podio en el Mundial. Los valores del rugby y la filosofía de la excelencia.
Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma y, como un mandato, se impone el tiempo de la reflexión. Casi dos semanas pasaron ya desde el histórico triunfo ante Francia por el tercer puesto del mundial de rugby, pocos días desde la sorprendente recepción del equipo en Ezeiza. Y tal vez ahora, a la distancia, las cosas se vean más claras para todos, incluso para Marcelo Loffreda, el ingeniero civil que con su pasión por la ovalada y su mesura y capacidad como director técnico, logró ubicar a la Argentina en el podio de los mejores seleccionados de rugby del mundo y cerrar así, de la mejor manera, su ciclo al frente de Los Pumas.
Me sorprendió enormemente y gratamente el furor de la gente. Nosotros teníamos la referencia estando allá de lo que estaba causando el equipo en la Argentina, sin embargo uno no toma la dimensión o la conciencia real de los comentarios hasta que los vive. Por suerte pudimos palpar la realidad cuando llegamos a Ezeiza y fue muy grato, admitió Loffreda, el constructor del grupo que logró contagiar la pasión por el deporte hasta en aquellos que no conocían la diferencia entre un scrum y un drop, pero que se emocionaban al ver a grandulones cantar con los ojos humedecidos por las lágrimas el himno nacional y gritaban cada vez que el tanteador sumaba a favor de los que vestían la camiseta celeste y blanca de rayas horizontales.Hubo gente que vino a Ezeiza y que quería saludarnos, vernos, cantar con nosotros, algo absolutamente inédito desde que juego y dirijo rugby, se sigue sorprendiendo Loffreda.
Las claves del éxito, según el DT, fueron la unión de grupo, la enorme entrega de los jugadores y la determinación por parte de todo el staff para tratar de llegar a lo más alto. Y eso fue algo que se transmitió también hacia todos aquellos que estuvieron del lado de afuera de la cancha, y tal vez sea la razón por la cual miles de argentinos en el país del fútbol se sintieron identificados con este equipo de rugby.Me siento muy reconfortado, muy contento por todo lo que terminó despertando este equipo en el país, que creo que trascendió el juego, porque todo lo que generó va más allá de lo estrictamente deportivo y tiene que ver con los valores que trasmitió el equipo, añade Loffreda.
El planteo de cara al mundial fue sencillo pero ambicioso: ser los mejores. Pero los mejores no comparados con nadie, ser los mejores nosotros: ser yo el mejor entrenador, Agustín Pichot ser el mejor Agustín Pichot de su época como jugador, y así con cada uno de los jugadores, todos tenían que tener la mejor versión de sí mismos para aportar al grupo, y creo que eso funcionó bastante bien, aclara el ahora ex DT de Los Pumas, para quien el éxito no es una cuestión de resultados. Para mí el éxito es jugar al máximo de tus posibilidades y de tu capacidad, más allá de que ganes o de que pierdas. Yo por eso trato de hacer todo lo posible para que los jugadores lleguen a su nivel máximo, que a veces puede alcanzar para ganar y otras no, asegura.
Corazón de caballeros. En su edición del 6 de octubre NOTICIAS indagó en las razones profundas de la filosofía Puma. En Los Pumas y el país soñado especialistas de diferentes ámbitos intentaban dilucidar cómo los valores y el espíritu del rugby eran una metáfora de una Argentina posible. Marcelo Loffreda también tiene lo suyo para decir del respeto por la autoridad, las reglas de juego inquebrantables, la solidaridad, la competencia leal y el reconocimiento del esfuerzo del otro que transmite el rugby. Además de un deporte, el rugby es un medio para educarse, para hacer amigos, para relacionarse y para trascender como individuo, porque despierta muchas cualidades que tiene el ser humano y que es necesario exacerbar para poder ser mejor persona, para ser mejor amigo, para ser honesto. Cumplir con las normas que establece el reglamento exige tener autocontrol. Eso forma parte de la filosofía del rugby.
Para Loffreda la esencia del rugby puede aplicarse a lo social. Hay que entender que el rugby es un deporte de contacto y eso está íntimamente relacionado con el autocontrol, si vos no tenés autocontrol o no tenés perseverancia, entonces estás complicado. Eso tiene mucho que ver con lo social, sobre todo en un país como la Argentina, donde todas las reglas se rompen, donde las normas se sobrepasan. Cuando uno tiene autocontrol no va a pasar un semáforo en rojo aunque esté solo a las 3 de la mañana. Los argentinos somos muy buenos para trabajar en equipo, pero cuando empiezan a primar los intereses personales todo se desmiembra, todo se destruye; cuando en realidad tenemos mucha capacidad, porque no sólo en el deporte, si no en distintos ámbitos siempre hay argentinos que se destacan y triunfan en el mundo".
Loffreda es uno de ellos. Ya tiene las valijas hechas para partir rumbo a Inglaterra donde lo esperan los dirigentes del club Leicester para que se haga cargo de su equipo. Se convertirá así en el primer entrenador latinoamericano en dirigir a un club de rugby europeo. Con 48 años y un título de ingeniero civil bajo el brazo, jamás se imaginó que el destino lo llevaría a desempeñarse como entrenador de rugby profesional. Nunca, ni siquiera cuando por primera vez a los 10 años se calzó la camiseta del San Isidro Club (SIC), agarró la ovalada y corrió rumbo al in-goal, evitando ser tackleado por los jugadores del equipo contrario.
Trabajé muchos años en una empresa constructora y después en Alpargatas, nunca pensé que me iba a dedicar profesionalmente a esto. Hay cuestiones que uno no las espera en la vida, pero siempre hay que ser flexible y ver cuáles son las mejores decisiones que se pueden tomar, dice Loffreda, que debutó dirigiendo a Los Pumas en abril del 2000. Y agrega: Siento un gran orgullo, una gran alegría y también una gran responsabilidad. Siento que también es un reconocimiento al rugby argentino, significa que hay un enorme respeto por el rugby de nuestro país y que hay que aprovecharlo para que se siga expandiendo.
Para Loffreda el objetivo es evitar que la fiebre Puma sea sólo un fenómeno pasajero y aprovechar el momento con el objetivo de profundizar los cambios a nivel deportivo y que se trasladen también a lo social. Es necesario transmitir que el rugby puede jugarse en distintos niveles de la población; que no es, como se sostiene, un deporte de elite. Esto que ha ocurrido con Los Pumas y otros ejemplos que se han dado en la Argentina, como Virreyes Rugby Club (un proyecto integrado por 400 jugadores de entre 6 y 9 años de familias de bajos recursos) u otros equipos en el Chaco o la Patagonia, tenemos que utilizarlos y aprovecharlos para lograr que la base de jugadores sea cada vez mayor y que todos los chicos que quieran acercarse al rugby puedan hacerlo, destaca Loffreda.
También considera que debe evitarse entrar en polémicas como la que intenta enfrentar al rugby con el fútbol. El ejemplo está en Inglaterra y en Francia, donde los dos deportes conviven sin inconvenientes; ¿por qué entonces no va a poder ser así en la Argentina también?, se pregunta. Cada uno tiene que mantener viva la esencia de cada deporte. Cada uno con sus particularidades, sus sentimientos y sus vivencias, porque no podemos pretender que los jugadores sientan el fútbol como se siente el rugby, no sería entendible ni lógico que un jugador de fútbol entrase a la cancha con el mismo estado mental que uno de rugby, pero sí con el mism
o compromiso y la misma pasión, concluye el mejor intérprete de la filosofía Puma.
Por María Eugenia Baliño (revista Noticias)
Fotos: Gustavo Bosco y Cedoc