A dos años del 3er puesto en Francia 2007, los Pumas dieron otro impacto: estuvieron a un paso de la gloria al caer por 19 a 12 en la final con Gales; en el camino a la definición, vencieron a Sudáfrica y a Kenia; el subcampeonato es el máximo logro argentino en la historia del seven
DUBAI, Emiratos Arabes Unidos (Especial).- La pena y la dignidad envuelven a la derrota. La impiadosa desolación de la caída final no debe enmascarar otro meritorio éxito de los Pumas. El desierto de Dubai fue testigo de otro impacto argentino. Una vez más, el seleccionado nacional, esta vez en su modalidad de seven, rompió con todos los pronósticos e ingresó en la historia del deporte ovalado. Tras perder con Gales por 19 a 12, los Pumas se coronaron subcampeones del 5° Mundial de Seven, un logro nunca antes alcanzado.
No hay nada que reprochar en ese esfuerzo en vano de Francisco Merello por intentar taclkear al inspirado Aled Thomas, quien guió a Gales hacia una conquista que no hace más que evidenciar el tiempo de bonanza que atraviesa el país del Reino Unido. Tampoco hay recriminaciones para Agustín Figuerola por esa pelota escurridiza que le impidió apoyar un try que podría haber cambiado el desenlance del encuentro. No hay quejas para nadie. Son todos elogios y voces de reconocimiento para un plantel integrado en su totalidad por amateurs.
En la memoria quedará grabada esa secuencia de tristeza por no haber alcanzado la gloria. Sin embargo, el lamento no opaca el mérito.
Después de tres días de competencia, la Argentina sufrió en carne propia las desprolijidades de un calendario cargado de situaciones insólitas. Lo más curioso fue que ayer los Pumas jugaron tres partidos en seis horas y media, mientras que en la jornada inaugural apenas disputaron un partido, y contra Uruguay, un rival menos exigente que los que les tocó en las instancias decisivas. El cansancio deslució el choque final y los protagonistas sintieron el rigor físico de un día agitado. Tanto a galeses como argentinos les costó hasta levantar las piernas. Y eso que los jugadores de seven requieren de la agilidad de un atleta olímpico.
El rigor táctico y una granítica defensa fueron dos virtudes de los Pumas durante toda la competencia, salvo en algunos minutos del partido final. La Argentina pagó caro sus errores y cayó en nuevas fallas, como el exceso en el uso del kick, o la falta de control de la pelota. En ese sentido, Gales sacó ventajas: los europeos tuvieron la pelota en su poder 15 de los 20 minutos que duró el cotejo.
Pese a todo, la Argentina estuvo arriba en el marcador por un momento. El try de Gonzalo Camacho, quizás uno de los jugadores que más se destacó en el torneo, abrió las puertas de la esperanza. Pero luego llegaron las fallas y se encendió la inspiración de Thomas, que además de apoyar un try aportó dos conversiones. La otra conquista argentina estuvo a cargo de Martín Rodríguez Gurruchaga, el muy buen estratego que tuvo el equipo. El rosarino, como muchos de sus compañeros, dejó en claro que perfectamente puede jugar en el equipo de 15. Santiago Phelan deberá haber tomado nota de varios nombres interesantes, como Dino Cáceres, Martín Bustos Moyano, Figuerola y Lucas González Amorosino.
El recorrido a la definición atravesó hazañas y epopeyas, situaciones pródigas de los Pumas. El primer impacto lo sufrió Sudáfrica, que ganaba 12-0, pero la Argentina pudo revertirlo 14-12 en los minutos finales, gracias a los tries de Bustos Moyano y a los certeros drops de Rodríguez Gurruchaga. Dejar en el camino a los Springobks, tan poderosos en el seven como en el juego de 15, ya era un logro trascendental.
La lógica imponía que Fiji, el defensor del título, debía ser el rival en las semifinales. Pero no fue así, porque Kenia dio la sorpresa de la jornada al eliminarlos por 26 a 7. En las semifinales, la Argentina ganó 12 a 0, con tries de Horacio San Martín y Bustos Moyano, y una conversión de González Amorosino.
Después llegó el momento de enfrentar a Gales, que alcanzó la final tras superar a Nueva Zelanda (15-14) y a Samoa (19-12).
El mayor logro argentino en seven había sido en Mar del Plata 2001, cuando el equipo cayó en las semifinales con los All Blacks. En aquel plantel estuvieron Agustín Pichot y Felipe Contepomi, entre otros. Ahora, los nombres son otros, pero la mística es la misma.
32 son los puntos que anotó Martín Rodríguez Gurruchaga en el Mundial de Dubai. Fue el goleador argentino. Martín Bustos Moyano fue el tryman, con cinco conquistas.
Hubo festejos de Escocia y Zimbabwe
Escocia se consagró campeón de la Copa de Plata al vencer en la final 21 a 17 a Australia. Así, los escoceses quedaron en el noveno puesto del Mundial. La Copa de Bronce quedó en manos de Zimbabwe, que derrotó 17-14 a Irlanda; los africanos finalizaron en la 17» ubicación en el certamen.
TRES CLAVES PARA ENTENDER EL SEVEN
1) Más espacio, menos tiempo
El rugby, en su modalidad de seven (de siete jugadores), requiere de mayor destreza y capacidad atlética. Se juegan dos tiempos de siete minutos, salvo en las finales, que son de diez.
2) Orden, velocidad y drops
Es fundamental mantener el orden cuando se juega de siete. Sobre todo, en defensa. La velocidad puede ser decisiva en un partido. Después de un try, las conversiones son ejecutadas de drop.
3) Más backs que forwards
En los planteles de seven suele haber más backs que forwards. Se debe a que son más hábiles y veloces. En los Pumas, sólo Cáceres es forward. En el seven, la fuerza no es indispensable.
Fuente: Extraído de la edición digital de La Nación