Felipe Contepomi supo conjugar el rugby profesional con la universidad, y ya se le puede decir doctor. Después de largos once años desde que ingresó en la Universidad de Buenos Aires por primera vez, completó su carrera de medicina.
Alcanzar una meta después de realizar esfuerzos soberanos y aceptar resignaciones provoca una embriagadora sensación de satisfacción, de orgullo. Por supuesto que para recorrer ese arduo camino son indispensables ciertas condiciones, el contexto debe ayudar, pero la fórmula del éxito radica en la dedicación personal. Y ese ha sido el secreto de Felipe Contepomi, que, después de largos once años desde que ingresó en la Universidad de Buenos Aires por primera vez, completó su carrera de medicina.
Siguiendo su vocación por el rugby, el apertura de los Pumas, de 29 años, se despidió de Newman, su club, y emigró a Europa en 2000 -se incorporó al Bristol inglés-, pero él jamás olvidó su verdadera profesión, y aunque por cuatro años interrumpió los estudios, en Dublín -donde reside desde fines de 2003- retomó su condición de estudiante en la prestigiosa Royal College of Surgeons in Ireland (RCSI), donde ayer rindió el último examen (clínica y cirugía), que le permitió llegar al título tan deseado.
"Haber terminado la carrera es un logro muy importante, y estoy muy contento. Todo significó un gran sacrificio, pero tengo que decir que de no haber sido por el apoyo y la comprensión de mi familia, de Paula -su mujer- y de Catalina -su pequeña hija-, no hubiera podido lograrlo. Mucha gente me respaldó, me alentó y eso me pone feliz. Ahora sí voy a disfrutar más de ellos, y Cata va a tener un padre en serio, je", explicó con una sonrisa Felipe sus sensaciones desde la capital irlandesa, mientras compartía la comida de celebración rodeado de afectos, incluso de su hermano mellizo Manuel, que desde Italia -juega en Rovigo- hizo una escala antes de regresar a la Argentina.
Una de las razones por las cuales, antes del Mundial de Australia, firmó contrato con Leinster -el vínculo tiene validez por dos temporadas más- fue porque allí era el único lugar donde le posibilitaban continuar con los estudios. Entonces, rechazó propuestas de Inglaterra y de Francia, para mudarse a Irlanda. "La gente del club y de la universidad se portaron muy bien; en su momento fue una decisión bastante jugada, pero creo que tomé la decisión más acertada. Este último año fue muy largo e intenso y la persistencia es lo que me permitió llegar", detalló el N° 10, el único de los ocho hermanos que siguió los pasos de Carlos, el padre, que también vistió la camiseta nacional en 1964 (jugó el Campeonato Sudamericano) y luego renunció a ser parte de la gira de Sudáfrica 1965 para viajar a Inglaterra por una beca.
En los últimos tres años y medio, Felipe también tuvo que decir que "no" a varios compromisos de la selección para rendir algún examen; incluso, ahora vendrá sólo para actuar en el primer test de la serie con Irlanda -el 26 del actual, en Santa Fe- y luego volverá al Viejo Continente porque tiene la ceremonia de graduación. Las múltiples obligaciones no han representado un obstáculo para sobresalir en los dos ámbitos; es el jugador con más presencias -40- desde que Marcelo Loffreda y Daniel Baetti conducen al equipo argentino, y en el rugby profesional cosechó varios hitos: goleador de la Celtic League 2005-06, goleador de la Copa de Europa 2005-06, tiene el récord de puntos para Bristol en un campeonato (en 2001-02), posee el récord de puntos en una temporada de la Heineken Cup (en 2005-06) y los hinchas de Leicester lo votaron como el Mejor Jugador en la campaña 2005-06.
Las motivaciones tuvieron una influencia preponderante en su elección de vida, y así lo comenta: "Yo sentía que necesitaba algo más que rugby, y me gusta la medicina y quería terminar mi carrera. Eso tiene que ver con la ambición de cada uno; muchos me decían que era increíble lo que hacía, pero no creo ser un ejemplo ni mucho menos. Es una opción. Si a todos los que vienen a jugar a Europa el rugby no los llena, tienen que ver qué quieren hacer con el tiempo libre. Se pueden hacer muchas cosas, pero está en cada uno tomar el camino que más le agrade".
Ya no habrá largas jornadas sumergido entre libros. Pero aquí no termina todo para el flamante doctor de los Pumas; a Contepomi le queda cumplir con un año de internado rotativo para conseguir la matrícula europea -lo hará en Dublín- y luego tendrá que optar por una especialidad de la medicina: "Todavía no sé bien qué haré, pero estoy entre ortopedia y traumatología o cirugía en general", explicó Felipe, que de elegir esta última se dedicará a lo mismo que Baetti.
En el plantel nacional hay más doctores
Felipe Contepomi no es el único jugador del plantel argentino que se recibió de médico: también lo son Rodrigo Roncero, Miguel Avramovic y Pablo Gómez Cora (es traumatólogo y el único que se dedica a dicha profesión).
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION