Córdoba volvió a gritar campeón en el Cross Border. Al igual que en 2009, Los Dogos se dieron el gran gusto de ganarle a Tucumán en su cancha y gritar por segunda vez campeón en esta competencia.
Desde el año 2001 que un seleccionado de la ciudad mediterránea no ganaba en el Jardín de la República. Tuvieron que pasar diez años para volver a festejar algo importante en tierras norteñas.
¿Era una obviedad que Tucumán y Córdoba disputarían una nueva final teniendo en cuenta el rendimiento de Salta, Chile y Mendoza (zona del Pacífico), Rosario, Santa Fe y Uruguay (zona del Plata)? Y la respuesta claramente era que sí. Tanto el seleccionado de camiseta roja como el conjunto de vestimenta naranja vienen marcando el ritmo de competencia en el rugby argentino. Ambos seleccionados tienen hoy por hoy junto a Buenos Aires un material más que rico deportivamente, y eso se ve plasmado en cada oportunidad que salen a la cancha.
El sábado pasado, Córdoba terminó de darle forma a un título que por lo hecho frente a Salta, Chile y Mendoza coronó una pretemporada de cuatro semanas con un excelente trabajo en todas sus líneas.
Los dirigidos por Daniel Tobal, Guillermo Taleb y Javier Fiori poseen un plan-tel de 35 jugadores los cuales se encuentran en un nivel muy parecido y muchas veces la cantidad hace a la calidad.
El equipo de la Docta fue de menor a mayor en el Cross Border. En su primera presentación ante Salta se mostró como chato de ideas en cuanto al juego colectivo, apelando a las individualidades para sortear un obstáculo muy difícil como lo fueron los Mayuatos. Siete días después llegó el turno de medirse con Chile. Ese partido marcó un antes y un después en las aspiraciones del plantel cordobés.
El 15 de Córdoba funcionó perfectamente en cuanto al juego colectivo y fue ese el partido en donde se le vio una idea de juego. Este libreto se repitió en tierras cuyanas tras el triunfo holgado frente a Mendoza. Tuvieron que pasar tres partidos para que los campeones argentinos del 2009 fueran tomando más confianza con la idea de que jugar frente a Tucumán la final no era una utopía sino una realidad.
Los Dogos, que tenían una sed de revancha tras perder la final con este mismo rival en el 2010 (22 a 18), sabían que ganar en el Jardín de la República no sería nada sencillo, ya que la última vez que lo había hecho fue en el 2001 con un penal sobre la hora de José Pepe Luna (35 a 30). Por esta razón es que el fin de semana pasado Córdoba si bien no lució en su juego, hizo las cosas de tal manera que le permitieron quedarse con un nuevo título en sus vitrinas.
El excelente trabajo del interminable Alejandro Allub y el tercera línea Lucas Paschini hicieron que el conjunto con el dogo en el pecho opacara por completo a un seleccionado pocas veces visto como el que presentó Tucumán en el Lawn Tennis. Los dirigidos por Javier Martínez Riera y compañía estuvieron lejos de esa histórica mística en su pack de forwards o en esos “picaros” tres cuartos veloces que siempre ganaban espacios. Si bien es verdad que a este equipo tucumano le faltaron siete titulares los cuales se encuentran con Los Pampas en Sudáfrica, nunca pudieron cerrar el partido a su favor.
Esto fue mérito del conjunto capitaneado por José Basile, que durante los ochenta minutos no sólo dio batalla por el lado de sus jugadores más pesados sino que cuando tuvo que tacklear lo hizo de manera perfecta evitando así cualquier intento de ataque en el conjunto dueño de casa.
Córdoba terminó festejando de manera merecida una nueva copa, pero ahora es tiempo de dar vuelta la página e ir en busca del próximo objetivo llamado Campeonato Argentino. Sin dudas que para afrontar este campeonato va a tener que olvidarse de lo hecho hasta ahora y empezar de cero pero como dice el refrán: “Quien le quita lo bailado”.
Por: Martín Quetglás
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