El movimiento de Rieko Ioane a Leinster no solo sacudió al Super Rugby, sino que volvió a poner sobre la mesa un debate cada vez más presente en Nueva Zelanda: el impacto de los sabáticos europeos en las franquicias del hemisferio sur y la posibilidad de un intercambio inverso con jugadores del Top 14 o el United Rugby Championship.
Los Blues serán una de las franquicias más afectadas en la temporada 2026, ya que perderán a una de sus grandes figuras después de que el centro de 28 años firmara un contrato a corto plazo y altamente lucrativo con la provincia irlandesa de Leinster, siguiendo el camino que ya había marcado Jordie Barrett, quien dejó una gran impresión en la temporada 2024/25 del hemisferio norte.
En Nueva Zelanda, todo el sistema gira en torno a los All Blacks, y eso obliga a las franquicias a aceptar concesiones para conservar a sus mejores jugadores. Los sabáticos están contemplados en los contratos y funcionan como una herramienta para evitar que las estrellas emigren definitivamente al exterior.
El precio a pagar es claro: los clubes de Super Rugby pierden figuras clave durante una temporada completa.
Vern Cotter y una idea disruptiva
Ante la salida de Ioane, el head coach de los Blues, Vern Cotter, dejó abierta la puerta a una alternativa poco habitual: incorporar jugadores europeos cuando los All Blacks toman su sabático.
“Obviamente hay contratos, hay Mundiales y cada uno tiene sus propios intereses, pero el intercambio de ideas y experiencias puede ayudar”, explicó Cotter.
“Es una temporada muy larga la del Top 14, once meses al año. Tal vez sería bueno para ellos tener un sabático de seis meses en Nueva Zelanda o Australia, aprender otro rugby, conocer otra cultura. Estamos abiertos a ello”, agregó.
Mientras pierde a una de sus figuras emblemáticas, Blues compensó parcialmente la baja con el regreso de Pita Ahki, quien vuelve a Nueva Zelanda tras ocho temporadas en Europa, primero en Connacht y luego en Toulouse.
A sus 33 años, Ahki regresa con un currículum excepcional: cuatro títulos del Top 14 y tres Copas de Europa con el conjunto francés, uno de los equipos más dominantes del rugby moderno.
Cotter conoce bien a Ahki y destacó su recorrido en Francia: “Cuando entrenaba a Montpellier, Toulouse lo fichó desde Connacht. Tenía problemas de rodilla y no sabían bien qué iban a recibir. Terminó ganando cuatro Top 14 y tres títulos europeos. Muy pocos jugadores tienen esa experiencia”.
“Traer de vuelta a alguien con ese conocimiento y esa cultura ganadora es fantástico. Esa transmisión a nuestros jugadores será muy importante”, subrayó.
El técnico incluso deslizó que el centro podría tener un rol protagónico inmediato: “Puede que nos sorprenda y juegue todos los partidos. Vino con esa intención”.
¿Un Super Rugby con influencia europea?
El caso Ioane–Leinster y el regreso de Ahki desde Toulouse alimentan una pregunta cada vez más pertinente:
¿podría el Super Rugby convertirse en un escenario de ida y vuelta entre el hemisferio sur y las potencias europeas como Irlanda o Francia?
Por ahora, los sabáticos siguen siendo una herramienta para proteger a los All Blacks. Pero el discurso de Cotter sugiere que el futuro podría incluir un intercambio real de talento, estilos y experiencias, en un rugby cada vez más globalizado.









