Éxito o fracaso es la vara con la que se mide cualquier emprendimiento y el recorrido de Los Pumas en el primer Rugby Championship sería injustamente medido si se aplicara alguna de estas dos opciones.
El éxito está definido en la Real Academia Española como el resultado feliz de un negocio, actuación. Mientras, el fracaso está tipificado por la misma Academia como malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
Entonces, lo del seleccionado es de difícil análisis porque a lo largo de los seis partidos del torneo y en toda su preparación hubo la búsqueda constante del éxito a través del recorrido aunque no se consiguió el triunfo en lo deportivo. Un juego de palabras que es más sencillo de lo que suena. Entre el éxito y el fracaso y muchos tipos de grises en los que queda este recorrido.
Los Pumas se prepararon durante tres meses para ganar partidos en el torneo más difícil del rugby mundial. Enfrentar en semanas sucesivas y con mucho viaje y desgaste incluido a los tres mejores equipos del rugby mundial, que además no eran hasta este año rivales habituales, era una empresa por demás complicada.
Por más que Santiago Phelan y su grupo de colaboradores planificaron cada uno de los pasos a recorrer entre el 1º de julio y el sábado pasado a la noche cuando todo llegó a su fin, no hay nada como la experiencia.
Cuando pasen unos días y se recupere del agotamiento mental y físico que implicó este Rugby Championship, Phelan hará un exhaustivo análisis de cada uno de los pasos, donde notará que se hicieron cosas bien y cosas mal. Todo quedará anotado y agendado para el año próximo cuando arranque todo de nuevo. Verá que el equipo hizo una preparación como nunca; repitiendo lo de antes del 2007 y 2011 sólo que más duro. Que tuvo un grupo de jugadores que pusieron el interés grupal por encima del individual y que en Corcho Fernández Lobbe tuvo un líder de lujo.
Si bien no fue parte del Rugby Championship, arrancó con dos partidos pobres contra los franceses de Stade Français: derrota y triunfo con más dudas que certezas. Pero cuando hubo que jugar en serio, apareció la seriedad buscada.
El arranque en Ciudad el Cabo costó, es que las emociones y el desconocimiento de lo que era esto tuvo un rol en un partido en el que se vieron pinceladas del juego defensivo que sería luego la bandera del equipo. Al regresar al país, en la bonita Mendoza, Los Pumas sorprendieron al mundo con un merecido empate en 16 que podría haber sido triunfo. No se festejó porque el equipo sabía que había dejado pasar una gran oportunidad.
Llegó el segundo viaje al extranjero en tres semanas y Wellington puso su peor clima a disposición de los argentinos que, en peores condiciones que las pésimas de aquel partido de un año antes en el Mundial en el mismo estadio, debieron buscar la forma de imponerse tanto a los mejores del mundo como a las inclemencias naturales. Con una defensa agresiva, pegajosa, dañina, incomodaron a los All Blacks como nunca en este torneo. Para ganarle al campeón del mundo se necesita más, pero fue probablemente el mejor partido de los argentinos.
El cruce a Australia trajo un clima increíble: sol, calorcito y el convencimiento del equipo que estaba llegando a su pico. Durante una hora, controlaron a los Wallabies con dos tries. Falló algo: el físico, la cabeza o enfrente hubo un equipo más preparado para estas lides. No fue triunfo y dolió porque por tercer partido consecutivo las expectativas que habían ido creciendo con el correr de los minutos se diluyeron en el último cuarto.
Llegó el regreso y La Plata. ¡Qué estadio! ¡Qué noche! ¡Qué actuación de los All Blacks! Los Pumas arrancaron con un fantástico try de Martín Landajo pero enseguida la maquinaria del equipo de Richie McCaw entró en funcionamiento y fue desgajando un equipo argentino que empezó esa noche a notar signos inequívocos de fatiga. El público entendió que Los Pumas estaban peleando encima de su categoría y que estaban en presencia de uno de los mejores equipos en visitar la Argentina.
El último fin de semana no cumplió las expectativas propias del equipo y del público. No se jugó bien en Rosario Central contra un equipo australiano que con poco se llevó el partido y las ilusiones de tantos.
El crecimiento de Los Pumas a lo largo del Rugby Championship fue parte del éxito de este equipo, el reflejo de un rugby argentino que en la cancha está para pelearle a cualquiera. Llegarán los triunfos eventualmente aunque lamentablemente haya que esperar un año para volver a vivir la adrenalina de lo que vivimos en estas últimas semanas. Fue largo, agotador y excelente. Se va a extrañar la adrenalina…
Los Pumas se llevan las palmas por lo que pusieron en todo momento. En eso fueron exitosos. Al público -salvo los imbéciles que usaron punteros láser en los últimos dos partidos ante Nueva Zelanda y Australia- también hay que felicitar. Todos los visitantes sudafricanos, neozelandeses y australianos regresaron a sus países organizando su regreso para el año que viene. Eso es sólo por lo bien que la pasaron y la forma que el mundo del rugby los hizo sentir.
Los tres países rivales de Los Pumas ya están convencidos del valor de haber sumado a Los Pumas. Se fracasó en el intento de ganar partidos, pero se fue exitoso en todo lo demás.
Por: Frankie Deges
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