El rugby galés atraviesa una profunda crisis institucional tras la decisión de la Welsh Rugby Union (WRU) de reducir de cuatro a tres el número de clubes profesionales del país. Esta medida llega luego de que Ospreys y Scarlets rechazaran un acuerdo con la Professional Rugby Agreement (PRA), al considerar que centralizaba injustamente la financiación en Cardiff.
La WRU planea concentrar el talento en menos franquicias con el objetivo de elevar el nivel competitivo en el United Rugby Championship (URC) y fortalecer, en consecuencia, al seleccionado nacional. Sin embargo, la propuesta ha generado un fuerte rechazo entre los fanáticos, que la consideran perjudicial para el desarrollo del rugby en las regiones afectadas.
La presión social crece y no se descarta que el sindicato se vea forzado a reconsiderar su postura.