Un año después de ganar la primera Copa del Mundo, el equipo maorí se enfrentó al seleccionado tucumano en un encuentro que terminó en un caos absoluto. “Ellos [Tucumán] son famosos por su lucha. Empezaron a patear y los 15 entraron corriendo a iniciar una pelea”, relató Botica, quien compartía equipo con leyendas como Buck Shelford, Zinzan Brooke y Steve McDowell.
Según Botica, la violencia fue constante. “Hubo una pelea durante todo el partido; fue ridículo”, comentó. La situación escaló a tal punto que el árbitro debió suspender el encuentro cinco minutos antes del final, cuando el público enfurecido comenzó a arrojar todo tipo de objetos al campo de juego.
El terror, sin embargo, no terminó ahí. Los jugadores tuvieron que esperar en el centro de la cancha y luego caminar por un estrecho pasillo enrejado hacia los vestuarios, mientras eran agredidos por los aficionados locales. “Tuvimos que caminar por un pasillo lleno de lugareños furiosos que nos golpeaban con paraguas y todo tipo de cosas”, recordó.
El miedo fue tan real que, una vez en el vestuario, buscaron objetos para defenderse. “Estábamos buscando cosas, como armas… les quitábamos los tenedores de las barbacoas o trozos de madera, solo para tener algo. Pensábamos que íbamos a morir, que íbamos a morir de verdad“.
El escape continuó en el autobús del equipo, que fue rodeado y golpeado por la multitud mientras la policía les pedía que mantuvieran la cabeza gacha. “Le decíamos al conductor: ‘Apúrese, atropéllelos si están en el camino'”, confesó el exjugador.
Como resultado de los incidentes, la Unión Argentina de Rugby (UAR) sancionó a Tucumán con una suspensión de dos años. Botica concluyó que la fama del equipo argentino era bien merecida, ya que tiempo después vio un video de un enfrentamiento similar entre Tucumán y los Springboks.