Gales remontó un luchado encuentro ante Francia que adoleció de la expulsión de Vahaamahina, y se convirtió en semifinalista de la RWC.
En un partido parejo entre dos viejos conocidos, Gales sufrió más de los esperado para imponer su condición de favorito y derrotó a Francia 20-19. El equipo de Warren Gatland, que accede de esta manera a su tercera semifinal tras las de 1987 y 2011, se tomó revancha de la eliminación a manos de Les Bleus hace ocho años.
Y como en Aukland, una tarjeta roja tuvo buena culpa del desenlace final del partido. Si entonces fue el capitán galés, Sam Warburton, quien enfiló el camino a los vestuarios antes de tiempo, en Oita fue Sebastien Vahaamahina el sancionado. Con todo a favor para Francia, que había disputado una notable primera parte y que dominaba por 19-10 en el marcador, el jugador de Clermont agredió al galés Wainwraight en un maul que se iba derecho al ingoal rival.
La indisciplina, a treinta minutos del final del choque, iba a ser determinante porque dejaba a Francia sin line y devaluaba el empuje de los forwards, hasta entonces dominantes. De hecho, fue a seis minutos del final cuando Justin Tipuric robó la pelota a la salida de un scrum y, de rebote, llegó a las manos de Moriarty que justo alcanzó el ingoal. Con la conversión de Biggar la remontada se completó haciendo inservibles los tries del inmenso Virimi Vakatawa, principal arma ofensiva de Francia, del ala Ollivon y del propio Vahaamahina.
Del 10-19 para Francia con el que se llegó al descanso, al 20-19 final medió, de nuevo, una segunda parte en la que el XV del Gallo se diluía tras las protagonizadas ante Argentina y Tonga. Sobre todo, porque Gales se había visto desde el arranque con puntos. Negados en el ataque, con sus forwards pacatos en los puntos de encuentro y los backs desprolijos a la hora de encontrar los espacios, el equipo de Gatland decidió esperar. Un error de manejo de Francia lo aprovechó Wainwraight para que la herida no fuera tan profunda antes del entretiempo. Biggar sumaba cinco puntos con el pie pero no movía a su equipo con soltura.
En el haber francés, por el contrario, sus backs encontraron su mejor versión de todo el torneo. Penaud, Medard y Huguet explotaban por las puntas y a Gales le afloraban los nervios de haber ganado los últimos siete de los ochos partidos contra el Gallo, pero estar jugando por lo que verdaderamente importa cada cuatro años. Jonathan Davies, baja de última hora, dejó el centro del campo descubierto, falto de jerarquía de la que adoleció durante todo el partido. Y sin embargo, Gales sobrevivió, con uno más sobre el campo, se las ingenió para, en dos zarpazos, mandar al traste el juego francés. Las siete vidas del Dragón. Jugará la semifinal contra el vencedor del Sudáfrica-Japón.
RNS jca/jg
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