Finalmente la victoria de Tarcos sobre La Tablada hubiera dado por tierra los sueños de Jockey de jugar la final del Torneo del Interior.
Sin embargo, si ese resultado se hubiera dado a la inversa los verdiblancos tampoco se hubieran clasificado. Ayer tenían como prioridad uno ganar, pero no alcanzaron el objetivo ante un Gimnasia y Esgrima ordenado y letal que se impuso 23-16.
Los mens sanas no tenían nada que perder pero dejaron bien claro que no serían partenaires, mucho menos cabeza de turco. Libre de presiones, los auriazules no regalaron nada, ni un centímetro del campo de juego, y cada vez que pudieron, facturaron. Así se alzaron con la victoria como lo hicieron en la final del Litoral.
Al gran peso en cuanto a individualidades que tenía Jockey lo contrarrestó con un juego colectivo. Quizás esa sea la gran enseñanza que dejó el partido de ayer: el rugby es un juego de conjunto.
Más allá de eso, cuando fue necesario, los auriazuales se defendieron con uñas y dientes como si fuera una final; y cuando atacó lo hizo con inteligencia, sin desesperarse y sin desaprovechar nada.
Las producciones individuales también fueron mucho más alta en los mens sanas que en los verdiblancos. Juan Batilana jugó en un nivel muy alto, al igual que Anunziatta y Tosto. Irazoqui, Molina y Romero Acuña aportaron experiencia y Sala muchísima seguridad en el fondo.
Jockey no pudo encontrar el rumbo del partido en ningún momento. El nerviosismo y la propia presión fueron muy fuertes a tal punto que finalmente resultaron insoportables. Tuvieron poco juego y encima aparecieron las imprecisiones en los metros finales cuando no debían hacerlo. Después cuando el tiempo se fue consumiendo y las probabilidades se alejaban más, la impotencia nubló la vista de la mayoría perdiendo así el camino.
La victoria de GER no dejó dudas: fue el mejor y lo demostró en la cancha. Así los dirigidos por Bossicovich y Gallay cerraron su participación en el Interior con una sonrisa, y de yapa amargándole la tarde a un rival, que con el correr de los partidos, se va haciendo cada vez más clásico.
Fuente: Pablo Mihal (Diario La Capital)