Sin dudas que Gimnasia maneja muy bien los tiempos de este torneo. Sabe acomodarse y mostrar lo que tiene en los momentos justos.
Tuvo una segunda fase bastante irregular pero ayer, en una de las semifinales, demostró que cuando hay que ponerse el overol, la parada no los achica.
Enfrente tenía nada menos que a Duendes, que por historia pasada y presente se presentaba como un rival durísimo. Sin embargo los pergaminos quedaron a un lado cuando comenzó el partido y tras los ochenta minutos el triunfo por 16-13 no hizo otra cosa que certificar que los mens sana seguían a pie firme la defensa del título obtenido la temporada anterior.
De la forma en que lo consiguió nadie puede cuestionar nada. Incluso pudo retirarse de las Cuatro Hectáreas con un marcador aún más elevado si hubiese aprovechado todas las circunstancias favorables de las que contó, sobre todo en el primer tiempo. En este tipo de instancias los atenuantes no existen, los errores se pagan caro y una buena o mala actuación puede poner un equipo en el partido decisivo o sacarlo de él.
Una de las claves de la victoria estuvo en la labor que cumplieron los forwards, tanto en la obtención (consiguieron mayor cantidad y de mejor calidad) como en el trabajo en el juego suelto. Otra, el oficio de los más experimentados en la línea de backs y el tackle. En líneas generales el partido dejó mucho que desear. Se esperó más de ambos equipos que prefirieron jugar más tácticamente y mirando el resultado que brindarse al espectáculo del que asistieron alrededor de tres mil personas, de las cuales1.200 pagaron entrada. Nerviosismo, muchísimos errores y una presión asfixiante con marcas al borde del fuera de juego fueron una constante. Buenas jugadas de rugby, muy pocas. En ese contexto los mens sana eran más que su rival pero carecieron de definición y no pudieron plasmar esa diferencia en el marcador. Duendes, en la vereda opuesta, nunca le encontró el rumbo al partido. Perdió muchas pelotas y varias veces entregó la posesión, dejando la sensación de ser un equipo apático.
Lo mejor de los verdinegros se vio en los primeros minutos del complemento donde logró empatar y pasar al frente en el marcador con un penal y un try de Román Miralles. Pero Gimnasia, que hasta ese momento había hecho todo el gasto y pagaba demasiado caro su falta de definición, contestó inmediatamente. En una jugada donde la experiencia de sus hombres jugó un papel fundamental. Así Hugo Cabeza apoyó bajo los palos y produjo un quiebre en el partido. El try resultó clave, sobre todo en lo anímico. Tras lograr el transitorio empate (13-13) Gimnasia fue por más y fue Martín Molina quien finalmente le puso la cereza al postre con un penal que selló el resultado final y vistió al triunfo de color auriazul. Gimnasia es otra vez finalista.
Fuente: Diario La Capital
Foto: Diario La Capital