Guillermo Accame tenía un buen puesto en la empresa Indura y un sueldo que le permitía vivir sin mayores sobresaltos cuando un domingo se topó con un aviso en el diario La Nación que lo motivó a intentar nuevos horizontes. Hoy es el gerente general de la Unión Argentina de Rugby.
Guillermo Accame tenía un buen puesto en la empresa Indura y un sueldo que le permitía vivir sin mayores sobresaltos cuando un domingo se topó con un aviso en el diario La Nación que lo motivó a intentar nuevos horizontes. La Unión Argentina de Rugby (UAR) buscaba un CEO a través de una prestigiosa consultora (la de Gloria Cassano) y, entonces, este rosarino creyó que era la gran oportunidad para congeniar su profesión de ingeniero industrial con su pasión por el deporte que escogió desde chiquito. Imaginó, tal vez, que podía llegar a cruzarse con aquellos jugadores que miraba con devoción a través del alambrado de la cancha de Ferro y que ahora son dirigentes, como Hugo Porta y Alejandro Cubelli, o que quizá tenía la chance de charlar e intercambiar ideas con un referente en su puesto de ala, como Santiago Phelan, o hasta estar más cerca de sus dos grandes ídolos, Tomás Petersen y Jorge Allen.
Supuso, tal la característica argentina, que la chance de ganarse el puesto era una misión más que complicada, porque estimó que la elección iba a recaer en algún amigo o recomendado de la UAR. Cuando fue pasando etapas de la selección y vio que el asunto era en serio, lo encaró al gerente general de Indura, un fana del tenis, para decirle que era muy posible que se fuera. Pensalo bien, le dijo el hombre, al cual Accame convenció con un argumento simple: ¿Qué harías vos si te convocan para la Asociación Argentina de Tenis?.
Accame pasó todos los procesos de selección y hoy, cerca de los 39 años (los cumple el 12 de diciembre), ya está ocupando el puesto de gerente general de la UAR (no es un CEO, porque no lo permiten los estatutos de la entidad), aunque en su tarjeta figura General manager. Asumió el 11 de agosto, dos días después del duro golpe que sufrieron Los Pumas en Johannesburgo, y debutó sin red: a la semana estaba recibiendo a Mark Egan y Morgan Buckley, los enviados del International Rugby Board (IRB) que este jueves pasarán un informe en Dublin acerca de cómo la Argentina está haciendo los deberes convenidos para que sigan llegando los fondos que al rugby de este país le corresponden por ser miembro del Tier1.
No me dieron tiempo ni de acomodarme, afirma Accame en el comienzo de la entrevista que le concedió a este blog y de la cual también participó el presidente de la UAR, Porfirio Carreras, cuyas importantes definiciones serán difundidas mañana por periodismo-rugby.
Carreras lo conoció la cara a Accame una vez que ya había sido elegido por el Consejo de la UAR y el nuevo gerente ya cumplió con aquel sueño de estar con Cubelli, Porta y Phelan. Con Agustín Pichot, el tema fue distinto: cuando Accame vivía en París, un amigo lo invitó a cenar con el medio scrum, al que conocía de sus tiempos del Richmond.
– ¿Cómo van estos primeros días?
– Me siento cómodo, aunque todavía no me pude sentar un rato con Porfirio para analizar cómo veo las cosas yo y cómo las ven los dirigentes. Ese intercambio considero que es clave para cualquier gestión, pero lo cierto es que estamos a full, corriendo de un lado para otro con las reuniones con la gente del IRB, el plan estratégico, los contratos, las cuestiones internas y, también, con la mudanza.
Ocurre que Accame no ocupará por mucho tiempo el despacho del entrepiso del viejo edificio de la calle Rivadavia 1227. El 1 de octubre la UAR pasará a instalarse en el tercer piso de Reconquista 150, en pleno microcentro porteño, en unas oficinas más amplias y luminosas que serán cedidas por cuatro años a través del contrato publicitario firmado con el Standard Bank sudafricano. Nos dan todo listo, con muebles y todo. Sólo tenemos que llevar los papeles, acota el flamante gerente.
– ¿Cuál será tu tarea fundamental?
– En principio, administrar con claridad y transparencia los fondos que enviará el IRB, sobre todo en lo que hace a la construcción de los 5 centros de Alto Rendimiento. También trabajaré en conjunto con la subcomisión de rugby profesional que se acaba de crear y será el representante de la UAR en las asambleas del IRB.
– ¿El debut será en noviembre?
– Sí (y Carreras asiente). Creo que es en medio de la gira de Los Pumas.
– ¿Cómo analizás la situación del rugby argentino?
– Creo que este es el típico desafío de una empresa start-up. Por momentos veo todo muy claro, con muchísimas posibilidades, y por momentos también lo veo muy complicado. Pero el rugby argentino tiene una enorme chance de dar un salto. Dependerá de nosotros.
– ¿Y qué sensación te dejaron los enviados del IRB?
– Ellos pretenden que vayamos más rápido, pero también entienden nuestra situación. En cuanto a nosotros, no sólo sacan una foto del rugby, sino de todo el país. Analizan desde la capacidad hotelera hasta el ticketing que se recauda en los partidos. Y no pierden de vista la situación del país en general.
Recién acomodado a su nuevo trabajo, no es conveniente por ahora seguir preguntándole sobre cuestiones en las que se está empezando a empapar y la idea de este post es, más que nada, presentarlo en sociedad.
Accame, camada 69, nació en Rosario y empezó a jugar al rugby a los 8 años en Gimnasia y Esgrima de esa ciudad. A los 19 se vino a estudiar a Buenos Aires y, entonces, tuvo que dejar. Antes, integró el seleccionado juvenil de Rosario que perdió la final del Argentino ante las Aguilas, en Comodoro Rivadavia.
Ya en Buenos Aires, decidió que debía seguir con el rugby. Estuvo en algunos entrenamientos en Banco Nación y en CUBA hasta que a través de unos amigos con los que compartía una pensión, recaló en el SIC, en el que jugó hasta la M23.
En el 2001 se marchó a vivir a Francia, enviado por la empresa Air Liquide. Una de sus primeras actividades afuera del trabajo fue ir a un partido de rugby. Fui a ver al Stade Francais en su estadio y, de repente, vi que la gente se empezaba a ir. No entendía nada, porque además en ese momento no hablaba una palabra en francés (hoy domina ese idioma además del inglés). Hasta que alguien me explicó que el partido se había suspendido porque el pasto estaba congelado.
En Francia siguió con su carrera de rugbier en una Liga que agrupa a ciudadanos de otros países.
Accame está casado y tiene dos hijos: Facundo, de 16 años, y Bautista, de 10: El más grande no tiene cabeza de rugbier y por eso dejó. En cambio, el más chico sí. Bautista juega en San Patricio.
Al momento de la foto que ilustra este post, se nota que no está para nada acostumbrado a las cámaras. Se para al lado de la barra que está a la entrada de presidencia como pidiendo permiso. Porfirio le muestra su celular multiuso y le avisa que los popes del IRB lo quieren conocer antes del cónclave de noviembre.
La gente que estuvo involucrada en su elección cuenta que no sólo es un hombre muy capaz, sino buena persona. Al rugby ha llegado alguien joven, que no está mezclado en las históricas internas de este deporte, pero que conoce el juego y su esencia. Es de esperar que lo dejen trabajar y que para analizar su tarea se le de tiempo.
Fuente: www.periodismo-rugby.com.ar