Inglaterra atraviesa su mejor momento en años. Tras sumar 11 victorias consecutivas y cerrar una ventana de noviembre impecable, el equipo de Steve Borthwick llega al Seis Naciones como serio aspirante al Mundial 2027, luego de una transformación profunda que comenzó en plena crisis.
La decisión clave fue el cambio de capitanía: Maro Itoje asumió el mando, mientras que Jamie George se mantuvo como figura central del grupo. Borthwick amplió además su estructura de líderes con jugadores como Ellis Genge, George Ford y Elliot Daly, fortaleciendo la identidad del plantel.
Detectando serias falencias en los últimos cuartos, el staff redefinió el modelo de acondicionamiento. Con la llegada de Phil Morrow, Inglaterra recuperó intensidad, potencia y la capacidad de sostener un ritmo alto durante los 80 minutos, base del nuevo plan de juego.
El seleccionado inglés abandonó la rigidez del pasado y apostó por un juego moderno: más velocidad y movilidad en los forwards, ataques desde primera fase, variantes creativas y jugadores híbridos que amplían opciones tácticas.
La incorporación de Lee Blackett (ataque) y Byron McGuigan (defensa) consolidó esta evolución.
El plantel luce unido, disfruta del juego y proyecta confianza. La conexión con el público volvió a crecer, reflejo de un grupo que encontró identidad y propósito.
Con este combo —liderazgo, preparación física, plan de juego y cohesión—, Inglaterra vuelve a ser protagonista del rugby internacional y apunta con fuerza al Mundial 2027.
The Telegraph








