Lejos estuvo La Naranja de satisfacer al exigente público tucumano en este Argentino. Ni siquiera pudo estar entre los cuatro mejores, algo que en la previa no estaba en los papeles, pero que, con las cartas sobre la mesa, ayudan a entender el porqué de la magra campaña.
Lejos estuvo La Naranja de satisfacer al exigente público tucumano en este Argentino. Ni siquiera pudo estar entre los cuatro mejores, algo que en la previa no estaba en los papeles, pero que, con las cartas sobre la mesa, ayudan a entender el porqué de la magra campaña. Una resultante de los desaguisados que se fueron sucediendo y que conspiraron contra una historia reciente que indicaba que Tucumán debía estar en las semifinales.
Es que el equipo nunca se encontró seguro con su juego. Una suerte de continuidad de lo que le sucedió el año pasado. No termina de asimilar el sistema propuesto y tiende a improvisar. Justamente Tucumán. El que siempre pone en aprietos a sus rivales por su paciencia, esta vez no supo para dónde ir. Esta intención de darle agilidad al juego por ahora no se ve en los resultados. Quizás más delante dé sus frutos. No faltaron las excusas para justificar la campaña. Los convocados para Los Pampas (algo que se sabía con mucho tiempo de anticipación), el calendario del campeonato (coincide con la Vodacom) y las giras de tres pesos pesados del rugby tucumano como Lawn Tennis, Cardenales y Universitario.
A todos esos pretextos hay que sumarles las vacaciones de algunos integrantes del plantel en medio de la competencia, la renuncia de otros jugadores porque perdieron su puesto y las incoherencias en algunas decisiones. Como aquella en la que apuraron a Federico Mentz en la vuelta de su gira, le pagaron el pasaje en avión para que se sienta en el banco contra Córdoba. Amén de las amonestaciones y suspensiones de jugadores contra rivales de menor jerarquía o cuando los partidos ya estaban definidos. Todo esto habla de una falta de compromiso que, más allá de que se traten de cuestiones personales en un ámbito amateur, manchan la historia de un grande en un torneo que a la camiseta naranja le gusta jugar.
Para la última presentación tucumana, este sábado ante Cuyo, La Caldera del Parque 9 de Julio no explotará de gente como desde hace 9 años viene ocurriendo para esta época. No habrá chicos y grandes con la cara pintada de naranja ni bengalas dándole color a la salida del equipo. Apenas habrá un partido para cumplir.
Alrugby.com
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