Sebastián Perasso, autor de la serie de libros Rugby Didáctico, tendrá un espacio semanal en CORDOBAXV para expresar todos sus conocimientos sobre el deporte de la ovalada. La historia, sus valores, aspectos técnicos y conocimientos generales.
En una sociedad tan exitista como la nuestra, que persigue la victoria como único motor de cada actividad deportiva que se emprende resulta difícil apartarse de esa mecánica perversa.
Estamos inmersos en una sociedad muy particular, donde se venera el simple hecho de ganar, muchas veces sin atender los modos o formas de conseguirlo.
Una sociedad conformada por miembros narcisistas, individualistas y por sobre todo egoístas enmarcan para nuestro deporte un desafío mayúsculo.
Una comunidad que persigue el éxito fácil y rehúye del camino más difícil y engorroso vislumbra un panorama difícil de sobrellevar.
Como argentinos que somos, siempre tomamos el camino más corto y por ello nos cuesta apartarnos del sendero más cómodo.
Frente a ese panorama, resulta muy difícil alejarse de esa mecánica de justificar todo en pos de lograr una victoria. Veneramos el triunfo efímero y alimentamos la victoria sin atender modos ni formas.
Como entrenadores, debemos aspirar a moldear deportistas exitosos, es decir jugadores que apunten a conseguir el verdadero éxito.
Pero, ¿Cuál es el verdadero éxito en el deporte? ¿Dónde reside el éxito duradero?
En este punto existe a mi juicio una gran confusión. Ella radica en emparentar y poco menos que confundir el éxito deportivo con la victoria o el triunfo.
No obstante tal presunción, ambos conceptos son dos caras bien distintas.
En la práctica puede suceder que aquel que pierda no halla fracasado o que el sale victorioso no haya sido completamente exitoso.
Como en la vida misma el éxito deportivo pasa por ser el mejor que uno pueda ser. Ese es el desafío de aquel que busca tener éxito.
Si como deportistas y amantes del futbol por ejemplo pretendemos ser Diego Armando Maradona muy posiblemente fracasaremos de antemano.
Por el contrario, si buscamos la mejor versión de nosotros mismos y para ello nos preparamos debidamente y realizamos el mayor esfuerzo a nuestro alcance, entonces el éxito transitará junto a nosotros, sin importar las ocasionales victorias o derrotas que nos depare el destino.
Para ser rigurosos, en el campo deportivo el éxito no esta dado necesariamente por las victorias o derrotas, sino que esta relacionado con el cumplimiento de los objetivos o metas que cada uno propone y se plantea.
En ese sentido, aquel entrenador emparentado con el éxito, es aquel que ha cumplido todas sus metas u objetivos.
A su vez, para convertirse en un entrenador eficaz y exitoso, hay que centrarse en el proceso y no en los resultados, pues éstos últimos son solo una mera consecuencia de lo anterior.
Los entrenadores deben aspirar a la búsqueda del éxito, que no es otro que el cumplimiento integral de nuestros objetivos.
En primer termino, el éxito descansa en la posibilidad de formar buenas personas que además sean grandes jugadores de rugby (y no viceversa).
El éxito reside en ir en buscar de las formas, someterse a reglas y pautas preestablecidas y en respetar y respetarse.
El éxito implica entender que el triunfo no debe buscarse como objetivo central del juego, sino como una natural consecuencia del disfrute y desarrollo que experimentan los jugadores.
Como educadores, debemos aspirar a formar deportistas exitosos y no jugadores exitistas. He aquí el meollo de la cuestión.
El exitista es un trasgresor, porque sus fines no reconocen límites ni fronteras en la ley, en el reglamento ni en el respeto a los demás.
El exitista es aquel que necesita del éxito (por mas efímero que sea) para sentirse importante.
El entrenador exitista vulnerará reglas preestablecidas con tal de alcanzar la victoria.
El coach exitista esta obsesionado por el corto plazo, por alcanzar triunfos inmediatos a cualquier precio. No tiene la lucidez ni el coraje de mirar el horizonte más lejano. Solo le importa el aquí y el ahora.
Este habitáculo esta representado por muchos entrenadores que solo les interesa el envoltorio pero no el contenido que acompaña a una victoria. Una victoria sin honra, impostada; un triunfo vacío, hueco, raquítico, desprovisto de nobleza y envuelto en una espesa niebla.
Aquí, lo verdaderamente importante queda a un lado y abandonado.
Estos entrenadores nunca indagaran en el contenido de la victoria ni se recostaran a analizar las formas.
Ellos alimentan la vorágine de ganar a cualquier precio y de cualquier manera.
El exitista, se contenta con obtener resultados inmediatos de cualquier forma para tapar su inseguridad, para lograr el reconocimiento del Otro.
Por ello, no soluciona sus problemas sino que los dilata o elude sus consecuencias. Nunca soluciona la cuestión de fondo.
Otra arista de su personalidad es que el exitista no reconoce culpas, siempre la culpa la tiene el otro.
Así, el responsable de la derrota siempre será el referí, las circunstancias especiales del juego o cualquier otra excusa.
Frente a este escenario, los entrenadores no son responsables de sus actuaciones ni las del equipo sino meras víctimas de las circunstancias.
Desde este lugar, creemos y sostenemos que la furiosa pasión por la victoria jamás debe anular el espíritu del rugby, traducido en caballerosidad y sobre todo lealtad hacia el juego.
En contraposición a ese estilo y a esa búsqueda desenfrenada de victorias huecas, existe otra perspectiva para ir en buscar del éxito.
El entrenador exitoso es aquel que trabaja buscando el éxito duradero.
El exitoso ataca el problema de fondo y le da una solución duradera y definitiva al problema.
El entrenador exitoso tiene una mirada mucho más sabia, más profunda y comprometida. Sabe ciertamente que una victoria es el resultado de una sumatoria de cuestiones de la cual muchas veces no tenemos el control.
El coach exitoso diagrama y planifica para el largo plazo, tiene una mirada más profunda y menos contaminada de la realidad.
Así, analiza las cosas en perspectiva, es más reflexivo y menos pasional.
Sabe que más importante que el triunfo son los modos para llegar hacia él.
De lo contrario, cada victoria estaría construida sobre un castillo de naipes; cada triunfo tendría la fortaleza de un gigante con los pies de barro.
Alguien dijo alguna vez que el entrenador exitista lleva consigo varios relojes con cronómetro, porque esta pendiente y hasta obsesionado con resultados inmediatos en el corto plazo.
Por el contrario, el coach exitoso transita su función desprovisto de relojes; solo lleva consigo un calendario que le permita planificar a largo plazo.
En efecto, aquel que busca el éxito efímero estará mirando su reloj a cada instante, buscando que una victoria lo redima y enaltezca delante de los demás.
En contraposición, aquel que persigue el éxito duradero, sabe que más allá de triunfos o derrotas, los jugadores pueden llevarse consigo innumerables herramientas para la vida. Aquí, en esta cuestión, reside lo verdaderamente importante.
Si como entrenadores logramos empaparlos de principios y valores, ello resultara mucho más provechoso y gratificante que transmitir simples conocimientos que hacen especificamente al juego.
El rugby es un juego fenomenal, que si no es correctamente transmitido no trasciende en sus bondades tanto formativas como deportivas.
Por ello, esta en cada uno de nosotros precisar y delinear correctamente el sendero por donde poder transitar.
Si como formadores de opinión logramos indicarles verdaderamente el rumbo, el rugby estará exultante y en condiciones ser una formidable herramienta de soporte y ayuda a las personas y ciudadanos.
Los invito a quitarse los relojes y a despojarse del nerviosismo de la inmediatez, porque si transitamos el juego de acuerdo con sus bondades, el verdadero éxito tarde o temprano se depositará entre cada uno de nosotros.
Por Sebastián Perasso
(Autor de la serie de libros Rugby Didáctico)
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