Para el ex entrenador Marcelo Loffreda las firmas pueden enfrentar la adversidad con liderazgo y trabajo en equipo.
23 de mayo de 2005. Estadio Millenium de Cardiff, Inglaterra. Una “devaluada” formación de Los Pumas sale a la cancha a enfrentar a los British Lions, una especie de dream team anglosajón, formado por los mejores jugadores de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda.
Más de 70 mil personas braman desde las tribunas. Las posibilidades de no ser apabullados son, a todas luces, ínfimas. Horas antes, en los bares y calles de Cardiff, las apuestas eran mil a uno. Dentro y fuera de la cancha, las adversidades se habían multiplicado como un virus, pero el entrenador Marcelo Loffreda confiaba en su vacuna.
Adversidad. Aquél partido no fue uno más para Loffreda. De hecho, formó parte del proceso que terminó por elevar a Los Pumas al escalón más alto de su historia. Pero también es un nudo empírico y vital que el entrenador privilegia para edificar una analogía que sea provechosa para las empresas en medio de la crisis.
De eso habló (y contagió) el ex técnico de Los Pumas en Córdoba, ante un auditorio de empresarios, ejecutivos y hombres de negocios en la jornada “La esperanza sobre la crisis”, organizada por Latin ADV y el programa Bipolares, de Radio Shopping.
“Los argentinos siempre hemos estado en crisis, pero también tenemos un poder de innovación que muchas veces nos ha permitido sacar de foco a los problemas”, arrancó Loffreda. ¿Cómo escapar a un contexto de crisis que, para la mayoría de los empresarios, limita las posibilidades de éxito y los hunde en una cautela crónica?
Para el técnico, buena parte de la respuesta está en la manera en la que nos paramos frente a la adversidad. Y vuelve a aquél mayo de 2005. “El 75 por ciento de los jugadores titulares estaba en Europa. Eran 18 que sus escuadras se negaron a ceder. Y había ocho lesionados. Se terminó armando un equipo con mayoría de jugadores B y C, que no tenían roce internacional”. A esto se sumaron otras presiones: eran visitantes contra un equipo de elite que nunca había jugado de local, sólo había ocho días para entrenar y el temor a la catástrofe deportiva estaba a la vuelta de la esquina.
“Hay tres ejes clave: adversidad, liderazgo y trabajo en equipo. Cuando estamos frente a un problema, si pensamos que ya es un hecho, que no podemos influir, estamos perdidos. Si, en cambio, nos sentimos protagonistas, hay un desafío y una oportunidad”, explicó el ex jugador del San Isidro Club (SIC) que, con 50 años recién cumplidos, pregona los valores y el espíritu del rugby como metáforas de una Argentina posible.
Desde la introspección hasta la resiliencia (capacidad de una persona o grupo para proyectarse en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores), Loffreda desgranó conceptos como voluntad, perseverancia, actitud, confianza y protagonismo, entre otros, para demostrar cómo, desde el pensamiento lateral, se pueden tejer estrategias que permitan “saltar por encima de un contexto negativo”.
Estrategia y resultado. “Había que actuar en todos los frentes, pero el punto de apoyo de nuestra estrategia fue trabajar sobre el adversario, mostrarle que estábamos muy debilitados, pero a la vez hacernos fuertes como grupo”, recuerda el entrenador.
La vacuna que había elaborado se inyectó en la conferencia de prensa en Ezeiza, antes de partir a Inglaterra. “Sabíamos que se transmitía al exterior y que ellos nos verían. Así que los llenamos de elogios y admitimos nuestra extrema debilidad. La cuestión era buscar ventajas psicológicas y trabajar internamente con una fuerte motivación”, contó.
Ya en Cardiff, los líderes del equipo se pusieron al servicio de los jugadores (en todo sentido) y se elaboró un plan de juego simple, seguro e inteligente. Punto. La apuesta era total.
Aquél 23 de mayo de 2005, con todas las variables en contra, Los Pumas fueron protagonistas de un partido épico que terminó 25 a 25 con un penal del talentoso Johny Wilkinson en el octavo minuto de descuento. ¿Fue empate? No, fue un triunfo.
Daniel Alonso
De nuestra Redacción
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