Finalizada la primera parte del torneo para los Jaguares, bien vale un pequeño balance de lo exhibido por la franquicia argentina en el Super Rugby.
Un comienzo dubitativo frente a Kings no hizo más que despertar viejos fantasmas. Sin embargo, el equipo fue creciendo en solidez, convicción y convencimiento a lo largo de los partidos y terminó esta primera etapa del torneo con buenas sensaciones de cara a la gira de tres partidos por Sudáfrica.
Las 4 victorias en los 5 partidos disputados no representan solo números auspiciosos, sino que son la natural consecuencia de un crecimiento sostenido del equipo en múltiples aspectos.
Cuando las experiencias se capitalizan positivamente se convierten en lecciones aprendidas. En ese sentido, ha habido muchas lecciones incorporadas al mundo de Jaguares.
En primer lugar, el equipo conservó una base que le dio una identidad y un perfil característico en cualquier escenario o circunstancia. Diez jugadores de Jaguares han repetido la formación inicial al cabo de los cinco primeros partidos. Un datos que ilustra por si solo la existencia de una columna vertebral donde descansan las buenas actuaciones.
Otro dato promisorio es que han surgido jugadores de fuste para la franquicia. Al gran momento de Ramiro Moyano y Jerónimo de la Fuente hay que agregarle sobrias actuaciones de jugadores casi sin rodaje previo en el equipo.
Marcos Kremer y su poder físico, Bautista Ezcurra y su ataque picante, y Gonzalo Bertranou y su sobria conducción, le han aportado nuevas variantes al equipo.
Por otra parte, el plan de juego supo tomar lo mejor de dos equipos argentinos representativos: la histórica buena defensa de los Pumas y la velocidad y juego de pases de Pampas XV.
En lo referente al plan de juego, el equipo ya no demora una eternidad en salir de su propio campo ni realiza un desgaste innecesario lejos del ingoal rival. Se muestra más paciente en la ofensiva, y elige y selecciona mejor los ataques para lastimar más y marcar puntos cuando el equipo lo requiere.
La defensa ha dejado de flotar y es mucho más agresiva y ordenada que antes. Se vislumbra una fuerte convicción que antes no afloraba.
Dentro de ese escenario de equipo más convencido y seguro de lo que quiere, las individualidades tienen un campo mucho más fértil por donde aflorar. Así, muchos han elevado el listado de rendimiento de manera notoria. Y en ese círculo virtuoso que generan los triunfos y las buenas actuaciones aparecen los roles bien definidos.
No es fácil suplantar a un hombre de la jerarquía individual de Facundo Isa, el mejor Jaguar 2016, luego de una extraordinaria temporada en Los Pumas y en el Super Rugby. El tercera línea surgido en Santiago Lawn Tennis tiene el doble rol que muy pocos exhiben en el mundo del rugby: poner el equipo adelante (ball carrier) y ser un gran “pescador” de pelotas sueltas.
Ante tamaña perdida, la tercera línea distribuyó roles y aprobó con rendimientos más que satisfactorios. Pablo Matera es “el nuevo Isa”, el jugador elegido para poner la pelota adelante; Tomas Lezana es la rueda de auxilio que frena avances rivales y tacklea a destajo durante todo el partido, y Leonardo Senatore lleva con sobriedad su función de octavo gracias a su gran manejo de la base, destrezas y visión de juego. Entre los tres han disimulado la ausencia de uno de los mejores terceras líneas de la actualidad.
El torneo continúa y los desafíos se renuevan a cada instante. Sin embargo, la atmósfera que se vive cuando los triunfos se suceden con frecuencia genera los condimentos necesarios para ir en busca de nuevas conquistas…
Gentileza – Sebastián E. Perasso (Rugby Didáctico)
Foto: UAR/Rodrigo Vergara
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