Como jamás había sucedido, y aprovechando como causa central el 40° aniversario de la gesta del 19 de junio de 1965 en el Ellis Park, la UAR organizó el jueves último por la noche, en los salones de la tribuna central del Hipódromo de San Isidro, un multitudinario encuentro para brindarles tributo a todos los Pumas de la historia. El agasajo principal se les brindó a los héroes del 65, pero cada uno de los 360 Pumas asistentes se llevaron su cap, distinción simbólica de gran valor en este deporte que rememora el paso por la selección.
La reunión tuvo tanta importancia, para reforzar los vínculos de unión, que Diego Cuesta Silva decidió armarse su propio recuerdo: se llevó el libro Ser Puma y pidió que se lo autografiaran todos los jugadores con los que se cruzaba y con los que se estrechaba en un abrazo. En el cálido reencuentro abundaron como no podía ser de otra manera los recuerdos y las anécdotas. Tampoco faltaron las emociones; por ejemplo, cuando se proyectó la mágica palomita de Marcelo Pascual, o se lo vio en acción a Aitor Otaño, o apareció Hugo Porta con sus kicks certeros, o el fantástico try de Diego Albanese ante Irlanda en 1999, en Lens, que significó la primera y la única clasificación para la segunda rueda de un mundial.
No faltó Guillermo Ehrman, figura indiscutida y el capitán más antiguo con vida de los Pumas, tampoco algunos de los hombres del interior, pero lo más trascendente fue el hecho de estar todos juntos por primera vez. Ver a todas las generaciones Pumas unidas resultó conmovedor y un hecho con una buena dosis de nostalgia también. Aunque lo más valioso fue saber que los preceptos de amistad, solidaridad y respeto siguen vigentes, como el primer día.
Fuente: Diario La Nación