Recordamos la historia del primer trofeo de Rugby World Cup femenino, que se creía perdido pero apareció en un ático el año pasado.
El martes 27 de noviembre de 1990, los organizadores de la primera Rugby World Cup Femenina realizaron conferencias de prensa simultáneas en Cardiff y Londres para lanzar su evento histórico.
El Bute Room del icónico Cardiff Arms Park, donde se jugarían las semifinales y la final en abril siguiente, y la sala de conferencia del Richmond Athletic Ground se instalaron casi de manera idéntica cuando los periodistas y los dignatarios invitados ocuparon sus lugares.
Sin embargo, hubo una diferencia significativa en la configuración en el suroeste de Londres. Al lado de la mesa principal donde la presidenta del Comité Organizador, Deborah Griffin, daría su discurso de bienvenida, había una colorida exhibición.
Frente a un gran tablero con el logo del torneo, había una mesa más pequeña en la que una pelota de rugby y flores enmarcaban el trofeo por el que competirían las naciones participantes en Gales: el primer trofeo femenino de la Rugby World Cup.
“Quería algo apropiado”
El dossier de prensa que se entregó a los periodistas en Londres y Cardiff y que se envió a corresponsales extranjeros la noche anterior, contenía una imagen de la copa.
“Es de plata maciza antigua y creemos que presenta una imagen fuerte pero femenina para definir nuestro juego”, decía el comunicado.
Luego de una presentación de media hora, las jugadoras inglesas Karen Almond, Debbie Francis, Carol Isherwood y Sam Robson posaron junto al trofeo para las fotos que aparecieron en los periódicos del día siguiente y en la edición de enero de Rugby World & Post.
La Gerente Comercial del Comité Organizador, Sue Dorrington, eligió el trofeo original durante un viaje al Hatton Garden de Londres.
Dorrington, quien dirigió los procedimientos en Cardiff ese martes por la mañana, no estuvo en Richmond para presentar el trofeo. Se sintió atraída por la Copa a partir del intrincado patrón de encaje en su borde.
“No quería un trofeo falso y diminuto”, recordó Dorrington más de tres décadas después.
“Quería algo apropiado, una copa de plata. En Hatton Garden encontré esta copa; después supo gracias a Phill [McGowan], del World Rugby Museum, que era un trofeo que se había encargado en 1924″.
Dorrington agregó: “Simplemente, se veía diferente; era más femenino. Sé que uno no debe elegir sus trofeos en base a eso, pero para mí se destacó, y fue el más grande que pude pagar. Había trofeos más grandes pero también más caros.”
“Era el más grande y atractivo que podía pagar”.
JB Jewellery and Antiques le facturó a la organización poco más de mil libras por el trofeo, cifra que subiría al grabarse el texto del trofeo.
Dado que a las organizadoras del torneo, Griffin, Dorrington, Alice Cooper y Mary Forsyth les estaba costando sumar auspiciantes, no fue una una cifra menor.
“Tuvimos una discusión sobre el dinero que había gastado,” recuerda Griffin. “No teníamos dinero disponible y va y gasta mil libras en el maldito trofeo!”
Cuatro meses después, doce selecciones nacionales llegaron al sur de Gales para disputar la primera Rugby World Cup, un torneo ganado por Estados Unidos luego de una victoria por 19-6 contra Inglaterra en la final disputada en el Cardiff Arms Park el 14 de abril de 1991.
Las estadounidenses pronto descubrieron que era un trofeo difícil de celebrar porque el detalle de encaje que había llamado la atención de Dorrington hacía que fuera casi imposible beber de él.
Sin embargo, no hubo quejas de las vencedoras, y ciertamente no de las compañeras de Dorrington en Inglaterra tres años más tarde cuando se vengaron de esa derrota, derrotando a las estadounidenses 38-23 en Edimburgo para hacerse del antiguo trofeo.
“Simplemente, agrega otra historia divertida”, dijo la miembro del World Rugby Hall of Fame Gill Burns, quien jugó como número ocho para Inglaterra en esas dos primeras finales. “Es perfecto, es un hermoso trofeo”.
Objetos perdidos
Después de la victoria de Inglaterra en 1994, el trofeo salió de gira y se exhibió durante presentaciones itinerantes organizadas por la Rugby Football Union for Women (RFUW).
Se introdujo un nuevo trofeo para Rugby World Cup 1998 y, salvo una breve aparición en una exhibición en el World Rugby Museum en Twickenham, parecía que la copa original se había perdido.
“Decidimos que alguien lo había robado y derretido para utilizar la plata”, dijo Burns. “Simplemente pensamos que se había ido”.
Burns hizo un pedido por el trofeo en Twitter, pero no sirvió de nada. Hasta el año pasado cuando recibió un correo electrónico inesperado de un ex-administradora de la RFUW.
Helen Ames había estado limpiando el desván de sus padres cuando se encontró con dos cajas. Una contenía una pila de actas de las reuniones de la RFUW y en la otra estaba, orgullosa, la primera Copa de la Rugby World Cup femenina.
“Fue bastante emotivo; pensamos que se había perdido para siempre y atesoramos la extraña fotografía que teníamos sosteniéndola”, dijo Burns.
“Nos reímos de los recuerdos de tratar de beber champán de ella y luego volcarlo por los agujeros del encaje!”
“Después de que estuviera desaparecido, tenerlo en una caja con un frente de vidrio, fue muy especial”.
Coincidentemente, Burns recogió el trofeo el mismo día en que debía visitar a la selección actual de Inglaterra con un grupo de exjugadoras, incluidos Dorrington e Isherwood.
La vida es muy diferente para los Red Roses actuales, pero se emocionaron por las historias que las pioneras tenían que contar esa tarde de octubre del año pasado.
“Las chicas estaban genuinamente, totalmente comprometidas e interesadas”, agregó Burns.
“Ellie Kildunne me dijo después: ‘Estaba en la escuela, era jugadora de rugby, era buena y ahora me pagan por jugar rugby; nunca pensé que eso no fuera así para las jugadores internacionales de otras épocas'”.
“Simplemente abrió los ojos al hecho de que lo que había sido nuestra lucha durante muchos años; fue maravilloso escuchar eso”.
Aunque se había encontrado el trofeo original, nadie pudo localizar la llave de la caja en la que se encontraba.
Afortunadamente, McGowan y sus colegas del World Rugby Museum pudieron sacarlo de su estuche. La Copa se encuentra actualmente en exhibición como parte de la exhibición Rugby World Cup: In Her Own Words, que estará abierta hasta el 31 de octubre.
“Es encantador”, dijo Griffin. “Es una cosa hermosa.”
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Crédito: World Rugby Museum, Twickenham