A los cordobeses de La Tablada, Tucumán les sienta bien. Hace quince días sacaron el pasaje a segunda ronda tras vencer al campe-ón Universitario.
Este fin de semana, se sacó de encima a Cardenales al vencerlo por 13 a 11 en el Jardín de la República. De esta forma, los Azulgranas de la Docta sacaron su boleto para semifinales, dejando el segundo cupo para alguno de los tres tucumanos que integran la Zona B. La Tablada fue efectivo en el duelo ante los “purpurados”. Más allá que no tuvo el volumen de juego demostrado en las últimas presentaciones, fue superior a Cardenales desde lo táctico y, por sobre todo, desde lo físico. La diferencia de potencia fue notoria, más allá que el primer tiempo terminó 8 a 6 a favor de los locales. Apenas apoyó Gastón Revol en el ingoal rival, los cordobeses aguantaron sin problemas.
Las embestidas de Cardenales chocaban contra su propia impotencia y contra la ya mencionada inferioridad física. La potencia de los Azulgranas era demasiado, además de las pocas variantes de Cardenales para atacar. Más allá de algún sofocón sobre el final, La Tablada terminó el partido controlando fácilmente a su rival y terminó festejando su clasificación. En el otro partido las cosas fueron diferentes. En un festival de tries -sobre todo en el primer tiempo- Tucumán Rugby le dio vuelta un partido increíble a Huirapuca y lo venció por 31 a 30. En el parcial inicial, Huira desnudó las falencias y las alarmantes faltas de atención de los Verdinegros y, gracias a su agresividad, terminó poniendo el score en 27 a 18. Pero de la mano de Nacho Rodríguez Muedra, la figura del partido, Tucumán Rugby logró imponerse, dando muestras de que es un equipo que tiene un gran corazón, más allá de las críticas que recibió en el Regional del Noa. Ahora, Tucumán Rugby deberá buscar la clasificación en Córdoba ante La Tablada. En el otro duelo, Huirapuca recibirá a Cardenales. En caso de triple empate, se definirá por diferencia de tries. Allí, Tucumán Rugby y Huirapuca tienen 4 y Cardenales 3. La Tablada espera por su acompañante.
Por: Juan Urchevich
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