Shane Christie, ex figura de los Māori All Blacks y Highlanders, murió este miércoles a los 39 años en un hecho que ha sido reportado como un presunto suicidio. La noticia conmociona al rugby de Nueva Zelanda y vuelve a poner en discusión el impacto de los golpes repetitivos en la cabeza y la encefalopatía traumática crónica (ETC).
Su trayectoria deportiva incluyó pasos por Nelson Rugby Club, Tasman Mako y el Super Rugby con Crusaders y Highlanders, siendo también capitán de los Māori All Blacks. En 2017, abandonó la actividad por los efectos acumulativos de los golpes.
Tras la muerte de su amigo y ex compañero Billy Guyton en 2023, Christie fundó la Billy Guyton Foundation y manifestó públicamente su decisión de donar su cerebro a la ciencia para contribuir con la investigación sobre la ETC.
Es por esto que su partida vuelve a exponer un tema sensible: el debate sobre la encefalopatía traumática crónica, la postura de NZ Rugby y la controversia sobre el reconocimiento de esta enfermedad en los deportistas de alto rendimiento.
La muerte de Christie refleja una problemática que sigue creciendo en el rugby internacional: el impacto a largo plazo de los traumatismos craneales.
NZ Rugby expresó en un comunicado su “profunda tristeza” por la pérdida:
“Cada vez que la comunidad del rugby pierde a un miembro, se siente profundamente. La pasión de Shane por el rugby será recordada siempre”.
El rugby neozelandés y mundial vuelven a enfrentar el desafío de priorizar la salud de sus jugadores más allá de los resultados deportivos.
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