A través de la escritura – su gran pasión – Sebastian E. Perasso, encuentra en esa forma de expresión, un canal para tratar de hacer una contribución cierta hacia el juego. Su capacidad de observación de la realidad del deporte, y del rugby en particular, sumada a su vasta experiencia en el juego, lo colocan en un lugar privilegiado para desmenuzar la problemática del deporte del rugby.
“El rugby como la vida, es un juego incomodo. En él, las cosas se obtienen con mucho esfuerzo” Ángel Guastella
El rugby constituye una usina de enseñanzas. Ello es así porque sus características propias lo hace una herramienta idónea para capitalizar experiencias enriquecedoras para la vida diaria.
A continuación algunas lecciones que podemos trasladar desde la cancha al contexto en el que vivimos.
1) “Nada se consigue fácil.”
Lo primero que nos enseña el rugby es que las cosas se consiguen con mucho esfuerzo. Ese esfuerzo tan propio de la actividad deriva de una serie de condiciones que rodean al juego mismo. En todo lo que lo implica el deporte dentro y fuera de la cancha existe una cuota de enorme esfuerzo y sacrificio.
Todo es difícil y engorroso en torno al juego. El hecho de jugar con rivales más fuertes y rápidos por citar un ejemplo constituye para los jugadores una dificultad a la que deben tratar de sobreponerse.
Entrenar bajo la lluvia y en condiciones adversas; jugar con temperaturas extremas (frío intenso o calor abrazador) necesariamente implica desarrollar nuestra capacidad de adaptación y lucha frente a la adversidad que se presenta en cada ocasión.
Todo ese panorama descrito implica necesariamente la necesidad de forjar el carácter y de luchar y no claudicar ante el primer tropiezo.
En esta Argentina de hoy tan propensa a despreciar el culto al esfuerzo y al trabajo duro, el rugby pueda darnos una verdadera lección porque – esta visto – en este juego nada puede lograrse de manera sencilla.
2) “Nada se consigue solo.”
El rugby también nos entrega otra linda lección que podemos trasladar a la vida diaria. Máxime en los tiempos actuales, donde reina el egoísmo y el individualismo nuestro deporte nos enseña a trabajar de manera conjunta y mancomunada.
El rugby implica necesariamente trabajar en equipo. Implica dejar a un lado egoísmos e intereses individuales o sectoriales para ir en busca de un objetivo común y concurrente. Nada en este juego se logra por si solo. En ese sentido, cada uno debe apartarse de la búsqueda de su salvación personal y avocarse a trabajar todos juntos por un objetivo común.
En el rugby necesariamente se cultiva un espíritu solidario. En ese sentido, nada mejor que las palabras de Ray Williams, referente del rugby gales, que hace un tiempo atrás decía: “Una cosa es jugar en un equipo y otra muy distinta es jugar como un equipo.” Hacia ello deberíamos apuntar.
Así, gracias a sus bondades, la práctica del rugby moldea jóvenes más comprometidos, solidarios y sacrificados, porque el rugby es esfuerzo, sacrificio, solidaridad, disciplina, entrega, lucha frente a la adversidad y también trabajo en equipo.
Si como sociedad lográramos trasladar esas bondades propias del juego a nuestra vida en comunidad el aporte del rugby sería mayúsculo y verdaderamente significativo.
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
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