El debut de los British & Irish Lions ante un equipo argentino de nueva generación mostró una clara subestimación del talento y potencial de los Pumas. Pese a una diferencia en las casas de apuestas de 7-1, el seleccionado argentino demostró que está listo para ilusionar a su hinchada durante el ciclo mundialista que comienza.
El partido reflejó las dificultades propias de un grupo que aún busca cohesión y ritmo tras una temporada larga. Las jugadas y estructuras ofensivas mostraron opciones prometedoras, aunque el ritmo y la precisión fueron irregulares. Formaciones como los scrums funcionaron bien, pero los line-outs y rucks evidenciaron la necesidad de acoplar roles y aumentar la intensidad. En este contexto, jugadores como Ellis Genge se destacaron individualmente.
El ambiente, marcado por un clima bochornoso en Dublín y el sesgo local en los aplausos, no facilitó la atmósfera ideal para los visitantes, aunque se esperaba un contexto complicado dada la premura del calendario y las ausencias en la convocatoria de los Lions.
Por otro lado, la flexibilidad sudafricana en la selección de jugadores —que incluye talentos sin importar dónde jueguen su rugby— sigue siendo una ventaja competitiva frente a otras potencias que restringen sus convocatorias a jugadores nacionales. Esta política le otorga a los Springboks mayor profundidad y conocimiento práctico.
En Australia, Joe Schmidt también flexibiliza su enfoque convocando a algunos extranjeros para nutrir un plantel en reconstrucción, camino a la gira de los Lions y la Copa Mundial 2027.
Finalmente, la Argentina de hoy combina el crecimiento de talentos formados localmente, en Dogos XV, Tarucas y Pampas, con la experiencia internacional de figuras como Tomás Albornoz, Gonzalo García, Joaquín Oviedo y Pedro Rubiolo, quienes ahora militan en Europa y mantienen vivo el nivel competitivo de los Pumas para esta nueva etapa.
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