Pichot, Corleto y Hernández ganaron en Francia el Top 16 con Stade Français; en la final vencieron por 38-20 a Perpignan; a los 38 años, se retiró Diego Domínguez.
Allá abajo, en el hemisferio sur, en el invierno neozelandés, algunos Pumas, pese a los contratiempos y al gigantesco rival, pisaron con orgullo tierra maorí. Allá arriba, en el hemisferio norte, verano francés, otros Pumas -vencedores unos, perdedores otros- se convirtieron en los protagonistas de una de las citas más trascendentes del planeta ovalado.
Celebraron ellos, Agustín Pichot, Ignacio Corleto, Juan Martín Hernández y Diego Domínguez, del poderoso Stade Français, que ayer, sobre el césped del Stade de France, en Saint Denis, se consagró campeón por segunda vez consecutiva en el Top 16 francés. Sucumbieron ellos, Rimas Alvarez, Diego Giannantonio y Alejandro Moreno, de la Union Sportive Arlequins Perpignan, que cayó 38-20 (parciales de 15-6 y 23-14) y debió conformarse con el octavo subcampeonato de su historia.
“Estuvimos muy sólidos. Fuimos muy superiores a Perpignan”, afirmó desde Francia el medio-scrum Pichot, en un diálogo teléfonico con LA NACION. Feliz se escuchaba al ex N° 9 del CASI, porque luego de varios años en Europa al fin alcanzó un título. “La verdad es que estoy muy contento. Personalmente tenía una deuda. Por suerte, después de haber jugado en Bristol (de Inglaterra) puedo celebrar acá.”
Corleto se dio el gustazo de apoyar una conquista por segunda vez seguida en una definición gala (ocurrió a los 20 del segundo tiempo). “¡Esto es increíble, estamos todos locos! Encima, ya gané dos veces el Top 16, apoyé dos tries en las dos finales… La alegría se duplica”, aseguró el ex jugador del Club Universitario de Buenos Aires.
Hernández, de 21 años, que en algunos momentos de la final se desempeñó como wing y en otros como fullback (intercambiaba la posición con Corleto), comentó: “Esto es impresionante. No me puedo quejar: primero ir al Mundial de Australia con los Pumas y ahora esto: salir campeón en mi primera temporada en el rugby de Francia”.
Hasta en las amonestaciones fueron decisivos los argentinos. Porque tras la amarilla del octavo Alvarez, a causa de una serie de infracciones, llegaron los tries del ala Bergamasco y de Nani Corleto. Porque luego de la amonestación de éste (tackle alto) surgieron los dos festejos del subcampeón, a través de Bomati y el neozelandés Edmonds.
Aunque la estrella resultó Domínguez. A los 38 años, en el último partido de su carrera, el apertura estuvo infalible: marcó 20 de los 38 puntos de Stade Français (cinco penales, un gol y un drop; el también cordobés Giannantonio anotó dos penales y dos goles), y se retiró con otra vuelta olímpica. A partir de ahora, el ex N° 10 del seleccionado italiano será el director deportivo de la entidad parisiense.
Allá arriba, en el palco oficial del Stade de France, ante la atenta mirada del presidente francés Jacques Chirac, Domínguez, Pichot y Corleto son los primeros en recibir el dorado trofeo (el 12° para Stade Français). Allá abajo, al borde del campo de juego, la desazón brota de los rostros de Giannantonio y Moreno. Brillantes vencedores. Dignos vencidos. Simplemente, argentinos.
Por Martín Villasante
De la Redacción de LA NACION