Luego de la segunda caída de Los Pumas ante Sudáfrica en tan solo dos semanas, ambas de forma contundente, los dirigidos por Daniel Hourcade, y él mismo, quedaron bajo un mar de críticas. Con un plantel que aparenta cierta frustración tras varias derrotas (14 en 19 partidos desde que finalizó el Mundial de Inglaterra 2015) los resultados, al menos en el Rugby Championship, no distan de lo que marca la lógica, el problema se presenta ante el resto.
Los cambios radicales a los que el rugby nacional se ha tenido que adaptar en los últimos años han producido una vorágine difícil de sobrellevar. Los Pumas ingresaron en 2012 al Rugby Championship para enfrentarse anualmente ante Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia. El lunes 13 de agosto de aquel año, día del último anunció del ranking previo al certamen, las tres potencias del Hemisferio Sur se ubicaban en los primeros tres puestos de la lista.
Por aquel entonces Los Pumas eran los octavos de la clasificación de la todavía llamada IRB, venían de superar en junio a Italia y con Francia se repartieron la serie disputada en partes iguales. El año anterior el seleccionado nacional conducido por Santiago Phelan había sido eliminado del Mundial en cuartos de final ante los All Blacks, quienes terminarían siendo más tarde campeones del Mundo.
Previo a la histórica incorporación del seleccionado argentino de rugby al Championship los records ante los tres rivales eran contundentes: 17 derrotas y 0 victoria ante Nueva Zelanda, 13 caídas sin triunfos con Sudáfrica y 12 traspiés con 4 festejos ante Australia. De aquellas victorias ante los Wallabies la última había ocurrido en 1997, cuando Los Pumas superaron a los de Oceanía por 18 a 16 en Buenos Aires.
Tras 6 años de competencia anual los dirigidos, actualmente, por Daniel Hourcade lograron superar a Australia, en una oportunidad en 10 encuentros, a Sudáfrica, 2 victorias y 1 empate en 13 partidos disputados, y aún queda la deuda pendiente de ganarle a Nueva Zelanda, conjunto que es bicampeón del Mundo y por lejos el seleccionado más poderoso de la última década.
A estas tres naciones los respalda una rica historia y con ella una estructura profesional que viene desarrollándose hace muchísimas temporadas. Un sinfín de años de experiencia en el manejo de detección de talentos y una tradición y cultura del rugby que no se equipara de la noche a la mañana.
Tal vez, en este momento, el foco de los cuestionamientos hacia el seleccionado argentino esté mal enfocado. No debería puntualizarse tanto en los resultados del Rugby Championship. La problemática actual se centra en la irregular temporada de los Jaguares, en no haberle podido ganar a un seleccionado inglés con mayoría de suplentes, haber dejado dudas ante Georgia o el llegar a este torneo faltos de confianza y sin mostrar que el nuevo certamen este dando mayor profundidad de nivel al plantel.
Todo esto sumado a la pobre ventana de noviembre del 2016 es el verdadero casual de hoy estar décimos en el ranking mundial y que esa posición no suene injusta. El equipo perdió frescura para innovar y sorprender a sus rivales, las indisciplinas ganaron terreno y hoy Los Pumas se ubican lejos de las potencias, lo que no deja de ser duro pero tiene lógica.
En un país donde el exitismo es una bandera y difícilmente se desarraigue, habría que anteponer la razón al sentimiento y asumir que difícilmente en el corto plazo se pueda apuntar a ganar seguido en un torneo donde se enfrenta a los que se quedaron con 7 de las 8 ediciones de la Copa del Mundo (3 Nueva Zelanda, 2 Sudáfrica y 2 Australia).
También está claro que los objetivos resultadistas no están sirviendo. Primero fue ingresar a los Playoff del Super Rugby y ahora fue lograr dos victorias en el Rugby Championship. Será hora de volver a las bases, enfocarse realmente en mejorar el juego y que los resultados lleguen como consecuencia. Al fin y al cabo parece demostrado que, por el momento, deberemos seguir caminando detrás de los rivales que siempre quisimos enfrentar y hoy les vemos las caras todos los años. Dar una sorpresa genera alegrías, pero no es más que eso, algo pasajero que no debe confundirnos. Estamos viviendo una transición y nada mejor que aceptar lo que realmente uno es para madurar y crecer.
Ramiro Pemán / @analisisderugby
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