La red social y laboral Linkedin ya lo presenta en su futuro rol. Mario Ezequiel Ledesma Arocena figura allí como “entrenador chez Stade-Français-Paris”.
Si bien ya cumple ese rol a tiempo parcial, el veterano Puma está enfocado en el Mundial que se viene. Sabe que sus botines pasarán a retiro definitivo cuando Los Pumas terminen su participación en este Mundial que se aproxima a pasos acelerados. Contando el test preparatorio de Gales, le quedan cinco internacionales como mínimo; si llegara a darse un Mundial como el anterior, la carrera de Mario Ledesma se estiraría hasta tres partidos más.
“Ya lo tengo asumido”, arranca en una larga charla con al-Rugby.com. Su capacidad de hablar de manera inteligente sin guardarse nada y de agotar los temas, lo convierten habitualmente en un entrevistado interesante. Que requiere de extrema atención. Por lo que dice y por lo que sabe.
El anexo del San Isidro Club está tomado por el seleccionado argentino. El bar es el reducto donde desayunan, almuerzan, meriendan y descansan cuando hay, pocos, momentos libres. Ledesma sale de allí hacia el patio con la misma sonrisa franca que tiene desde que apareció en un seleccionado adulto allá por 1996. Esta será una de las últimas entrevistas largas que de cómo jugador. Y empieza a hablar.
“El tema del retiro fue medio complicado al principio. La decisión estaba tomada pero cuando finalmente supe que no iba a jugar más en el club fue como estar parado frente a un precipicio; se te hace un vacío y te agarra el bajón. Para mí era importante retirarme bien. No quería robar un año más porque sí. Y cuando el club (Clermont) me ofreció un año más de contrato me convencí de que ellos no me iban a ofrecer eso si no les servía”, cuenta.
Ese último año además traía la promesa de ir evolucionando hacia el rol de entrenador de forwards.”Es algo que ya hacía. Y a pesar de que estuve lesionado y me tuve que operar la rodilla, pude terminar bien el año, como titular. Me fui con el cariño de la gente que me lo manifestó en los últimos partidos”.
Su familia tiene cepa de rugby. Su padre Mario jugó en el CASI y de sus cinco hijos varones -hay una mujer también- tres vistieron la camiseta argentina (Matías en M21 y Pedro también fue Puma). “Nacho, un año mayor que yo, no había venido nunca a verme jugar en Francia así que lo invité para mis últimos cartuchos. Estuvo bueno que pudiera compartir esto”.
Para enero, cuando ya el retiro era una decisión tomada, se enteró que no sería entrenador de forwards como le habían dicho. “Calentura total” y la decisión de regresar al país de forma definitiva.
“Hasta que de la nada me llamó Michael Cheika, el entrenador de Stade Francais. Me dijo que quería trabajar conmigo, que era al único que tenía en mente. Fue muy bueno para el ego, sobre todo porque ni lo conocía”.
No piensa a futuro largo. “No creo que quiera ser head coach. Y en Argentina algún día quizás trabajar con un seleccionado juvenil estaría bueno”. Entonces, mientras Mario se desloma en sus últimos entrenamientos -“cuanto más viejo estás más exámenes rendís todos los días,” dice su mujer Jimena, gran sostén de su carrera, estará en las afueras de París organizando la mudanza. No quieren vivir en el centro de la ciudad; vienen de vivir entre 200.000 habitantes. El cambio es grande y los que más lo sufren son sus Juana (8) y Tadeo (5). Luisa de 1 año y medio acompaña en silencio.
“Ya hablamos mucho con Cheika; me preguntó cómo quiero que jueguen los forwards. Seguro quiero más intensidad”.
Terminado el tema de su futuro posterior al Mundial, viene el futuro más mediato. Y el pasado reciente.
“Pensacola estuvo muy bueno. Por suerte la rodilla no molesta y pude trabajar bien y tener mejores marcas que chicos más chicos”. La realidad es que con 38 años, son todos más chicos.
Uno de los beneficios del viaje estuvo en el enfoque. “Entrenándote físicamente no hay lugar para la opinión. Cuando pasa por lo técnico, por el rugby, nos hemos metido: a veces por querer llenar un silencio uno hablaba cuando no tenía que hacerlo. O se quedaba callado cuando valía la palabra”.
En alRugby.com se analizó la se-mana pasada el tema de las relaciones humanas. “Mirá,” dice sin buscar maneras de disfrazar la realidad, “nos juntamos Feli (Contepomi) y yo como dos de los más viejos con Corcho (Fernández Lobbe) y Pato (Albacete) en Pensacola. Hablamos de cómo trabajar juntos los lideres para que baje consensuado el mensaje al equipo -interno y externo-. La imagen del capitán la tenemos que apuntalar todos; que sea el líder del equipo”. “Y cuando se defina el tipo de juego que vayamos a jugar, bancarlo”.
“Hoy estamos muy unidos y por más que me vengan a decir que Pato o Corcho dijeron esto o lo otro, no lo voy a creer porque quedamos en hablarnos todo de frente”, agregó. “Hubo que encontrar la dinámica del grupo. Llevó tiempo aceptar los roles pero hoy estamos muy bien y eso me pone contento”.
Esta renovada relación es un buen augurio para un seleccionado que no ha tenido buenos resultados en el proceso Phelan. Será la cuarta Copa del Mundo para Ledesma (Martín Scelzo y Contepomi también estuvieron en las tres anteriores). Remontarse a cuando empezó Ledesma es ir a 1991 para su debut en el primer equipo de Curupaytí o al 18 de septiembre de 1996 para su inicio en el equipo argentino: 21 temporadas en el rugby adulto y este es su año 16 en Los Pumas. Son 77 los caps del hooker. Desde el 2000 juega al rugby profesional.
“Del Mundial 99 me acuerdo todo. Fue buenísimo. Pero llegamos el equipo y yo en el medio del caos. Las cosas se acomodaron y la pasé bárbaro. Tengo el mejor de los recuerdos”.
Cuatro años más tarde fue todo lo contrario. “Si pudiera borrar Australia 2003 lo haría. Había mucho lío interno; me cobraron cuatro o cinco torcidas en el primer partido y se me complicó el Mundial. Encima fueron mis padres y yo estaba todo el día con cara de culo. Sirvió para reconstruir con miras al 2007, pero hubiera preferido que no haya existido ese Mundial”.
El comienzo de la reconstrucción llegó en la Navidad del 2003 en París cuando los Pumas “europeos” se reunieron para celebrar lejos de casa. Se establecieron las bases que resultarían en el éxito cuatro años más tarde. No fue sencillo el camino. Pero luego, valió la pena. “El Mundial 2007 fue lejos lo mejor que me pasó en Los Pumas. Salvo la semifinal (derrota contra Sudáfrica) fue todo bueno”.
Cada día que pasa, el retiro está más cerca. No lo asusta. “Estoy con pilas, hay buena onda. Si me preguntás de los rivales, es mejor agarrar a Inglaterra en el arranque, antes de que exploten. Jugarles con locura y huevos, y si les ganamos, terminamos la zona invictos. ¡Como en el 2007!”.
“Rumania y Georgia son muy complicados, tienen buenos jugadores que conocemos de Francia. Y obviamente el partido con Escocia es la final”.
Con la preparación bien encaminada y una convivencia que mejoró, agrega: “El grupo de los más chicos está buenísimo. Me hace acordar mucho a cuando empezamos nosotros”.
Entre ellos están el que todos indican como su sucesor, Agustín Creevy. “Es muy buen jugador y sé que dejo el puesto en buenas manos. Pero no tiene que dejar de aprender y la gente tiene que ser paciente. Jugar en Los Pumas no es lo mismo que jugar en la Vodacom”.
La noche llegó hace un rato. Jimena llama para consultar el horario del regreso a lo de los padres de Mario, donde están instalados. “Le tengo que agradecer todo”, dice al cortar. Queda tiempo para la última.
¿Cuál creés que es tu legado? “Me gustaría que se valore el esfuerzo y la perseverancia que tuve. El haber mantenido el nivel durante tantos años. Nadie me regaló nada y tuve que siempre trabajar duro para estar”.
Se va sin decir que uno de sus legados será el de haber honrado los colores patrios, a su familia y a sus amigos, que cosechó y muchos, en todos estos años.
Por: Frankie Deges
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