Un mal encuentro en el Pequeño Heysel de Bruselas, aderezado con la actuación del árbitro rumano, Vlad Iordachescu, aleja del rugby español el sueño de jugar su segunda Copa del Mundo del rugby.
Ese sueño aún es posible: España accederá a la fase de repechaje. Pero un triunfo en Bruselas hubiera permitido que ya se estuviera celebrando el viaje al Mundial nipón. España no jugó bien en Bruselas. Santiago Santos había dicho antes del encuentro que los belgas, con su mejor equipo y en casa, eran un conjunto muy difícil. Más que a domicilio, cuando parecen dejarse ir -en Madrid España ganó 30-0-. Y en efecto en Bruselas se encontró a la mejor formación local, que practicó un juego muy cerrado y una defensa de gran nivel. Y contra esa defensa España no supo actuar adecuadamente. No se encontraron huecos ni forma de crearlos hasta casi el final del partido.
Se hablará mucho de la actuación arbitral, un árbitro rumano para un encuentro, en el que de vencer Bélgica, ponía a Rumanía directamente en la Copa del Mundo. Y en efecto cortó el juego español en multitud de ocasiones mientras Bélgica tenía opciones de continuidad, mientras que los placajes altos de los Diablos Rojos solo fueron sancionados al final del partido. Esa falta de continuidad pesó de forma importante en la creación de juego y fue, objetivamente, un problema añadido. El adjetivo de sibilino no le vendría mal a su actuación. Pero eso no puede ocultar que cada vez que el juego se cortaba solía ser en el campo español. El XV español no se acercó apenas a la 22 belga ni mucho menos a la línea de try. En un campo pequeño y estrecho, que en efecto planteó problemas que no se pudieron resolver, hicieron muy peligrosos los tiros a los palos belgas. La disciplina defensiva española no fue la mejor, concediendo excesivas opciones de penales ante un árbitro muy dispuesto a sancionarlos. Pese a ello la concentración defensiva se mantuvo. Bélgica no anotó try alguno.
Al final del encuentro estalló la tensión: los nervios españoles y la propensión a la dureza belga estallaron en un multitudinario tumulto en la zona de try belga, donde al fin logró llegar España ya sin tiempo material para dar la vuelta al marcador. Afortunadamente no duró demasiado. No se ha acabado, sin embargo, la lucha por el Mundial.
Sigue ahora una fase de repechaje con dos estaciones y otra posible: una primera ante Portugal para ganar la plaza europea, otra ante Samoa, y una tercera, si se pierde ante Samoa, en un torneo con un equipo por continente. El XV del León ha demostrado ante rivales contra Rusia y Rumanía que es competitivo y un mal día en Bruselas no le ha hecho perder sus virtudes. La lucha por el Mundial no ha acabado. Sólo que habrá que bregar más.
Marca.com
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