A los 34 años, el ex centro de Los Pumas lleva doce temporadas en Europa, donde está afincado con su familia. Jugó siete años en Biarritz y va por el quinto en Saracens, con el que ganó dos Ligas de Inglaterra y dos Copas de Campeones.
Sobre Virrey del Pino se ubica Belgrano Athletic, el club que vio nacer en el rugby a Marcelo Tristán Bosch y que fue fundado por ingleses hace más de 120 años, cuando la avenida Forest no tenía locales comerciales y De los Incas era una calle larga, decorada por algunas matas y pocos arbustos. No sabe si fue adrede o una jugada del destino, pero Bosch eligió Saracens, un club inglés y con vasta historia, para cerrar su carrera.
Excepto por la sustancial diferencia de la campiña londinense y del manejo por la derecha al conducir, St. Albans tiene muchos rasgos de la arquitectura inglesa de la zona residencial de Belgrano R. El centro y figura de Saracens describe como “casi de juguete” a esa ciudad pintoresca que queda 30 kilómetros al norte de Londres. “Tiene varios locales, muchos bares y vida propia, pero lo mejor es que manejás cinco minutos y estás en el campo. Es un lugar increíble”, le cuenta Bosch a Clarín, en una charla en la que habla de rugby, de guarderías para sus hijos y de los Jaguares.
Dice que extraña Argentina, pero el lugar que lo abriga todos los días en Inglaterra a él, a su esposa Agustina y a Valentino y a Salvador, los mellizos de dos años y medio, hace que esa nostalgia que provoca la distancia sea muchas veces pasajera.
-¿Cómo es Saracens?
-El club es especial. No tuve tanta experiencia en otros equipos, porque solo jugué en Biarritz, en Francia, pero el mundo del rugby en general considera que este club tiene una mística distinta. Y yo, al ser parte, lo siento así también. Es un club que le da al extranjero y a su familia un montón de importancia, porque no toman al que viene de afuera como a un simple individuo, sino que tienen en cuenta que el jugador llega con el combo completo: pareja, hijos y todo eso que implica la adaptación a un lugar distinto. Te ayudan a estar cómodo, contento y contenido. A cambio de eso, lo único que esperan es que dejes todo en los entrenamientos y en los partidos. Y esa es una ecuación que verdaderamente cierra, porque uno se siente feliz y seguro, porque ante el mínimo problema tiene al club detrás. Dan ganas de rendir al máximo para poder seguir siendo parte.
-Así se debe extrañar un poco menos Argentina…
-Y, sí. Aparte el clima que se respira en el club es lindo, positivo. Trabajamos y nos entrenamos seriamente y eso se mezcla de manera sana con el disfrute y los momentos para reír. Acá estoy contento. Además es muy competitivo y a pesar de los éxitos (fueron campeones dos veces de manera consecutiva de la Champions Cup y consiguieron una Liga), el club está en la búsqueda constante de mejorar. Esos dos costados, el humano y el deportivo, hace que sea un lugar muy lindo y especial para vivir.
En Europa también le dicen Chelo. Pero él cuenta que a veces al escribirlo le dan un tono italiano: “Cello”. El dueño de 39 presencias con la camiseta argentina de rugby tiene una rutina diaria que describe con pasión. Se levanta, hace el café para él y para su mujer, porque Agustina se encarga de las leches chocolatadas de los chicos. O viceversa. Después le toca el paseo de su perro labrador, dos o tres veces al día. El club cuenta con una guardería para los hijos de los jugadores. Entonces los lleva, se entrena, los visita al mediodía para almorzar con ellos y después vuelve al segundo turno. A la tardecita lo esperan en su casa para jugar. Los baña, les lee un cuento y los acuesta. Es Marcelo Bosch un padre todoterreno, algo parecido a lo que hace adentro de la cancha.
-A la distancia se ve a un Bosch referente en Saracens, indiscutido y con mucha participación. ¿Cómo es ese rol?
-Tomé un rol más protagónico con los años. Es mi quinta temporada en el equipo y uno se va afianzando. Me expreso con libertad, doy mi opinión y siento que la valoran. Me preguntan y consultan como a una persona de experiencia. Me dan la apertura para hablar de algo referido al rugby o por fuera de lo deportivo. Jugar con regularidad me da confianza para ser así y me siento cómodo. En el equipo hay muchas figuras mundiales con más renombre que el mío, pero a pesar de eso me dan el lugar y la apertura que quiero.
-En Argentina se hizo muy popular el Super Rugby y constantemente se escucha que es el mejor torneo del mundo. ¿Coincidís?
-El Super Rugby es un torneo impresionante. Me hubiese encantado experimentar esa competencia. En Europa el rugby creció un montón y vinieron muchos jugadores del Sur y grandes figuras. La Copa de Europa reúne a los mejores equipos. Es muy dura y competitiva. Creo que son dos estilos de rugby diferentes. No sé si el Super Rugby es la mejor liga del mundo. Puede que sí. Pero allá el torneo es corto y más intenso y acá la temporada dura 10 meses. Son distintos estilos.
-¿Qué le recomendarías hoy a un chico que pinta como figura: que se vaya a Europa o que espere la chance de jugar en Jaguares?
-Lo que más me gusta de Argentina es que tenemos ese espíritu amateur y eso no tiene que cambiar. Hoy los pibes de 18 o 19 años que tienen potencial están pensando en vivir del deporte y en jugar profesionalmente. Pero cuando uno era chico, todo esto no existía. Uno jugaba más por el amor al deporte y además estudiaba algo porque no se sabía qué podía llegar a pasar. No sé qué consejo le daría a un chico, pero le diría que lo siga viviendo así, que se siga divirtiendo, entrenándose seriamente… Y que si ve el rugby de manera viable para ser profesional, después el camino lo va a ir trazando solo. Son decisiones que se toman y te llevan por la vida. Yo en aquel momento (2006) quise pegar un salto de calidad y me tuve que ir sí o sí afuera para lograrlo, porque para estar en Los Pumas antes te tenías que ir a jugar afuera. Hoy cambió todo. Es un camino que construye cada uno. En el mientras tanto, hay que disfrutar del deporte.
-¿Qué le cambiarías al rugby argentino?
-Creo que año a año, en algo, por mínimo que haya sido, se evolucionó. En 2012 se ingresó al Rugby Championship, en 2016 la primera franquicia llegó al Super Rugby y así los pasos que va dando la UAR son grandes. Pero es complicado que los resultados se den fácilmente. Siempre hay que pensar que en Argentina son muy pocos los profesionales, más allá de que se haya ampliado la base de jugadores. Ojalá aparezca otra franquicia o una eventual mini liga profesional. No sé cuál es el camino, pero sí sé que es una pregunta que se hacen los dirigentes de la UAR todos los días, porque buscan crecer año tras año.
-Con tu experiencia en Europa y esta mirada sobre Argentina, ¿dónde imaginás que van a crecer tus hijos?
-Es algo que nos planteamos todos los días con mi mujer. Y no encontramos una respuesta. Creo que estará ligado a dónde esté teniendo yo mi experiencia laboral luego de que termine de jugar. Viví muchas cosas en Inglaterra y en Francia y creo que mi vida está ligada al rugby. Quiero seguir vinculado a esto de alguna forma, sea como entrenador, como asistente o en el manejo de algún grupo. Donde viva después estará relacionado con eso, seguro. No sé si nos quedaremos acá o volveremos a Francia o a Argentina, pero tenemos el panorama muy abierto y no estamos cerrados a nada. Estoy hace doce años afuera, así que estoy acostumbrado a estar lejos.
No es sólo el tono de su voz sino cada respuesta lo que desnuda una madurez evidente en el actual centro de Saracens. Esa prudencia y esa sabiduría, que sumadas al inobjetable talento pareciera, desde afuera, encajar a la perfección en Jaguares, en Los Pumas y en cualquier equipo de elite. Porque tiene cuerda para rato Marcelo Bosch…
“Con Los Pumas disfruté muchísimo”
-Hace unas semanas, Agustín Pichot dijo que seguramente la nueva dirigencia que asuma en la UAR revea la restricción a los “europeos” para jugar en Los Pumas. ¿Te imaginás con la camiseta de Argentina otra vez?
-Primero habrá que ver qué pasa. Son todas suposiciones de cuestiones que quizás no se llevan a cabo nunca. Por eso no me hago muchas ilusiones y no pienso en eso, porque a fin de cuentas mi último partido con Los Pumas fue en octubre de 2015. Pasó mucho tiempo. No digo que no sea posible, porque quizás la regla cambie y se pueda llamar de nuevo a los “europeos” y me tengan en cuenta, pero después de dos años, siento que es algo que ya pasó. Quizás por estar en el final de mi carrera, volver a vestir la camiseta de Los Pumas lo veo como algo muy lejano. Pero después miro el plantel y veo que hay jugadores de mi edad o más grandes. Quizás esté en carrera de poder ser citado, pero no es mi presente. Mis energías están puestas acá y creo que ésta es la mejor forma de encarar los años que me queden. Si eventualmente recibo una llamada, lo haré con los brazos abiertos. No me quiero hacer ilusiones. Además, creo que disfruté muchísimo hasta donde jugué con Los Pumas y ahí terminó, ja.
-¿Se extraña vestir la celeste y blanca?
-Se extraña mucho. Sobre todo la competencia contra otros seleccionados. Se extraña la vida en grupo, las giras y estar los 80 minutos compitiendo. El vestuario. Plantear los partidos. Se extraña todo. Pero nada dura para siempre, ¿no?
Asoman ratitos de nostalgia en su voz, porque jugó los Mundiales de 2011 y de 2015, pero está contento Marcelo Bosch en Inglaterra: vive con tranquilidad, en familia y hace lo que le gusta. Hace unos días le dieron el fin de semana libre en Saracens para festejar su 34° cumpleaños. ¿Habrá pedido el deseo de volver a vestir la de Los Pumas?
Fuente: Clarin.com
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