Hoy preparador de los forwards australianos, el ex hooker admite su anhelo de ser el coach del seleccionado, pero elude el rumor de que conducirá a Jaguares.
En el lobby de un hotel de Canberra, el preparador físico de los Wallabies se acerca a Mario Ledesma y ensaya unas frases en castellano. Sonríen, bromean. “Es un personaje. Cree que habla bien en nuestro idioma”, dice el histórico hooker de los Pumas. Al instante, pasan algunos jugadores y lo miran con gesto cómplice. Ledesma, relajado, se distiende y habla de rugby durante más de media hora. Siente que en Australia encontró otro hogar, al que llegó hace dos años. Ya no extraña Francia. “El rugby francés es un picadero de carne. Invierte mucho dinero que termina yendo en detrimento del juego. Apunta a una sola cosa, importa sólo ganar el fin de semana. Vine a Australia a ver qué pasaba; el plan no era quedarme. Vine por un mes, se hicieron dos, tres, y tuve que decirle a mi esposa. Con Cheika al lado todo se dio sin presiones. Me dí cuenta después de trabajar en Francia que lo importante no es el lugar sino estar feliz”, manifiesta para la nacion el hoy asistente del seleccionador Michael Cheika.
-¿En qué cambiaste el trabajo de los delanteros de Australia?
-Me di cuenta de que podía aportar en la parte mental. Acá históricamente fueron creativos, jugaron bien con la pelota, pero nunca se apoyaron mucho en un pack dominante. Cuando llegué a Waratahs, al scrum le dedicaban diez minutos por semana. Lo mismo al maul. Pero si uno va a un mundial y las formaciones no son sólidas, va a tener muchos problemas. Cheika se dio cuenta de eso y me dejó trabajar. Dedicamos esfuerzo y nos matamos a palos en los entrenamientos. Los Wallabies empezaron a entender que también podían disfrutar eso. Logramos cambiarles la cabeza y hoy esto es parte del ADN de nuestro equipo. Acá tienen muy incorporado el rugby league, sin contacto, y tuvimos que cambiarles eso.
-¿Australia te ayudó a formarte como entrenador?
-Sí. Todos los entrenamientos están enfocados en mejorar a los chicos como jugadores y como personas. Hablamos de nuestra identidad, de cómo queremos que nos vean. El aspecto mental me encantó y le saqué provecho.
-¿Cómo lleva la unión australiana el tema del corte de un equipo en el Súper Rugby?
-Es otro de los temas con los que tuvimos que lidiar. La semana pasada fuimos a jugar a Perth y en un entrenamiento del seleccionado varios jugadores se enteraron de la decisión de la corte suprema de Nueva Gales del Sur de desestimar la apelación de Force. Van de acá para allá y no saben dónde van a jugar. Eso les hizo mucho mal, y todo se extendió como tres meses. En Perth están todos convulsionados porque pueden mantener la franquicia pero no le dejarán jugar en el Súper Rugby.
-¿Cómo se aguanta en los 20 minutos finales contra las potencias?
-En 80% de los partidos los All Blacks hacen lo mismo: pasan por arriba al rival en los últimos 20. A los Pumas les ocurrió lo mismo el año pasado. En Nueva Plymouth la Argentina fue efectiva y eso la mantuvo en el partido. Ellos marcaron varios tries pero [Beauden] Barrett falló las patadas. Después lo amonestaron y de todos modos fueron eficaces. Están por arriba del resto y es complejo aguantarlos. El planteo de los Pumas fue correcto.
-¿Cómo viste la experiencia de Jaguares en el Súper Rugby en estos dos años?
-Siempre creí que sería difícil. En el primer año dieron la vuelta al mundo. Había interrogantes que se resolverían con el tiempo, nadie tenía el libreto. Encima de entrada les tocó con los neozelandeses. Además es difícil manejar que los chicos estén todo el año juntos. Es un desafío grande forjar la identidad de un equipo y del otro, los Pumas. La experiencia ilumina sólo a quien la tiene. Hay que atravesar el proceso, y cada año van a ir mejorando.
-¿Cómo te llevaste con los rumores que te acercaban a Jaguares?
-Una cosa es lo que se dice en la Argentina y otra lo que puedo decir yo. Por respeto a la Argentina y a Australia, prefiero no hablar de eso.
-¿Te gustaría dirigir al seleccionado argentino?
-Cualquier persona que se dedica a esto tiene ese sueño. Fui muy feliz con los Pumas y hay pocas cosas que se comparen con representar al país. Desde el día en que empecé a entrenar mi sueño fue dirigir alguna vez a los Pumas. Cualquier argentino que esté en determinado club en esa función desea eso.
-¿Cómo ves a los Pumas hoy?
-En resultados el último año y medio fue complicado e imagino que eso tiene un impacto. No sé si por lo mental o lo físico, pero les cuesta cerrar los partidos. Creo que el desafío más grande para el staff es mantenerlos creyendo, con fe en lo que hacen. Es clave que se sostengan firmes en su camino a pesar de las adversidades. El discurso de los chicos es ése. Los noto unidos.
-¿La Argentina debería volver a abrirse al mercado europeo de jugadores?
-Vamos a llegar a eso en algún momento. No sé cuándo y con qué parámetros, quizás con determinada cantidad de partidos por año. Quitando a los All Blacks, todos lo hacen. Es difícil competir contra el mercado europeo.
-¿Una seguidilla de resultados negativos puede afectar a los jugadores?
-Siempre dejan más enseñanzas las derrotas que las victorias. Pero es imprescindible ganar para crear el hábito y tener fe en que se puede vencer a este tipo de equipos. Cuando se pierde mucho es muy difícil darle la vuelta al asunto. Me quedo con una frase de Billie Jean King: “Los campeones tienen miedo de perder y el resto tiene miedo de ganar”. Hay una diferencia abismal entre ganar por un punto y perder por un punto. Deben crear ese hábito, más allá de que no sea la finalidad principal.
-¿De qué manera se practicaba el scrum en la Argentina hace 10 años y cómo se lo entrena hoy?
-Con Diego Cash teníamos épocas de dos o tres entrenamientos duros con oposición por semana. En el mundial de 2007, antes del partido con Georgia, hicimos scrum y no nos daban los números; entraron a formar Diego, el kinesiólogo, quien estuviera a mano. Era tan importante que debíamos hacerlo sí o sí. No sé bien cómo es hoy en la Argentina; fue cambiando. Yo utilizo el método que aprendí de chiquito. Lo técnico es muy importante.
-¿Por qué a veces se le cae con dureza al scrum?
-El otro día Felipe Contepomi decía que la expectativa de la gente en la Argentina era estar en el nivel de los otros con dos años de profesionalismo. Juzgan por los resultados, y ésas son las reglas del juego hoy. Ahora los jugadores dan mucha bola a las redes sociales y quedan expuestos a que cualquier persona los insulte. A mucha gente no le importa si del otro lado está el scrum de All Blacks o Sudáfrica; hoy el que paga la entrada siente que tiene derecho a decir lo que se le canta. ¿Cuál es la mejor edad para un primera línea? 28, 29, 30 años. Y los Pumas tienen buenos pibes de 22 o 23. Ahora bien: no sé por qué no tenemos pilares de 26 o 27. Algo ahí se perdió. En Australia muchos chicos que tenemos también se comen palizas. Parte del ADN argentino es el scrum, entonces les duele ver que no funciona.
Por Fernando Vergara (Diario – La Nación)
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