Cuando el entrenador Robbie Deans, neozelandés de nacimiento, dejó su puesto en los Canterbury Crusaders para hacerse cargo de los Wallabies, uno de los primeros pensamientos que compartió con sus seguidores era la dificultad que tendría al enfrentarse ante su país de origen.
Tres años más tarde, el enfrenta el gran dilema en una fase crucial, la presentación en una semifinal de la Rugby World Cup el domingo entre su equipo de profesión, los Wallabies, y sus amados All Blacks.
Algunos días después de que fuera anunciado que Deans podría dejar los Crusaders al final de la temporada 2008, emitió un comunicado en la página web del club: “Es a la vez halagador y humillante que la Unión Australiana de Rugby me haya dado esta oportunidad. Mientras será sin dudas una interesante posición para estar, entrenar contra Nueva Zelanda es algo que no tiene precedentes, y será un aporte para mi desarrollo personal como entrenador como lo fue para otros antes”.
Nacido y criado
Los aussies lo adoptaron rápidamente como ‘Dingo Deans’ pero sus raíces permanecen bien arraigadas en el suelo de los Canterbury neocelandezes. Nacido en el norte de la región, Deans ganó 146 caps jugando como apertura para el equipo provincial de rugby de Canterbury y jugó cinco tests para los All Blacks entre 1983 y 1985.
Su carrera como entrenador siguió un camino similar. Estuvo un campeonato al frente de Canterbury, en 1997, antes de ser nombrado entrenador de la primera franquicia de los Canterbury Crusaders en el Súper Rugby para la temporada siguiente. Diez años y cinco títulos más tarde, incluyendo un período dos años como entrenador asistente de los All Blacks, Deans dejó su cargo como el coach más exitoso en la historia del Súper Rugby, para aceptar la oferta de Australia.
Deans, el primer no australiano en ocupar el puesto, sobrevivió a las críticas por los resultados iniciales sufridos mientras confiaba en la sangre joven de jugadores como Quade Cooper y James O’Connor.
Un regreso triunfal a su tierra en la Rugby World Cup 2011 fue siempre su objetivo. El mayor logro de Deans timoneando a su equipo fue el incuestionable y reciente triunfo de los Wallabies por 25-20 sobre los All Blacks en Brisbane, para conseguir su primer título en una década en el Tres Naciones 2011.
Pero lo que está en juego esta vuelta es aún mayor, no lo que el hombre de 52 años muestra. “El es bastante inexpresivo, ¿no?”, dijo el coordinador de coaching de Australia David Nucifora. “El no cambió demasiado. Solo está siguiendo adelante, enfocándose sobre su trabajo y preparando al equipo”.
“No importa si el rival es Nueva Zelanda o algún otro, el solo está muy enfocado en darle al equipo la mejor preparación posible”, confió.
Futuro garantizado
En agosto este año, Deans aseguró su futuro como coach más allá de la Rugby World Cup, firmando una extensión de dos años en su contrato que lo verá en su actual posición al frente de Australia hasta el 2013.
Mientras que muchos juzgarán a Deans sobre cómo se planta su equipo frente a la fuerza de los All Blacks en el Eden Park el domingo, hay al menos un Wallaby que estará agradecido de que él se quede. “Creo que la cuestión más grande sobre Robbie, es que realmente se preocupa por todos los jugadores. El trata realmente de hacer el esfuerzo de hablar con ellos sobre cuestiones individuales, y comunica lo que quiere específicamente de cada uno individualmente”, dijo el medioscrum Luke Burgess.
“Eso es algo realmente útil y va con una larga forma de desarrollo de las conexiones dentro del equipo. Esa es lo más valorable que noté desde que asumió su mandato. Fue realmente muy gratificante haber sido parte del equipo de los Wallabies con él como entrenador”, agregó.
Pero mientras que el resultado de la semifinal no afectará el futuro inmediato del entrenador, podría tener repercusiones más duraderas para una pequeña parte de los neozelandeces en relación con su nombre.
En enero de 2010 la tribuna Deans durante la remodelación del AMI Stadium de Christchurch fue oficialmente inaugurada. Sin embargo, el devastador terremoto del 22 de febrero significa que el futuro del inestable sector del estadio es ahora incierto. Si el Deans de los Wallabies elimina a los All Blacks el domingo, su destino podría ser sellado.
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