Argentina ya está clasificado para el Mundial de rugby de 2015. Tras la agónica y angustiante victoria por la enorme diferencia de un punto contra Escocia, uno de los beneficios es que nuevamente se aseguró un lugar en la próxima competencia a jugarse en Inglaterra en cuatro años.
Claro que esa fue la menor de las alegrías en una noche lluviosa y fría, que se congelaba con el pasar de los minutos y que recuperó el color y el calor cuando faltaban siete minutos para el cierre del partido.
El try de Lucas González Amorosino -“30 segundos de locura en un partido que dominamos”, como describió el entrenador escocés Andy Robinson- y la posterior conversión de Felipe Contepomi no significó el fin de la angustia. Hubo que esperar otros 10 minutos en los que el hambre y el orgullo de este equipo marcaron una parte de su personalidad que había estado oculta en el camino que condujo a este Mundial.
Si bien en el post-partido algunos amagaron con enrostrar que hubo quienes no habían confiado en el equipo, el vestuario -alegre y lleno de música- también sirvió para bajar decibeles y unificar el mensaje.
Quién mejor, entonces, que Pato Albacete para decir que “era de esperar que no se tuviera tanta confianza en la previa porque los resultados no se venían dando. Fue un paso importante para este equipo que es nuevo y tiene sus propios objetivos”.
Esto en referencia a la página más gloriosa del rugby argentino que fue el Mundial pasado en la que el gigante de 2,01 metros se aseguró ser el mejor segunda línea de la historia Puma.
Entonces, con el 2007 enterrado y el 2015 asegurado, queda pensar en el 2011 y lo que sucederá. Mientras muchos argentinos analizan cómo llegar a Auckland para los cuartos de final -y conseguir las caras y esquivas entradas- en el plantel se piensa en cómo tener la mayor cantidad de soldados disponibles. Confirmada la partida de Juan Fernández Lobbe -hasta su lesión, el mejor octavo del torneo- y a la espera de saber la gravedad de la lesión del desgarrado Rodrigo Roncero y pensando en cómo mover las fichas, entrenadores y sobre todo los jugadores saben que Georgia no es un rival sencillo.
País de enorme fortaleza física, presenta un juego parecido al argentino en el que los forwards cargan con el gran peso del partido. Tal vez con un poco -no mucho- más de espacio para atacar que el que permitió Escocia, la combinación Santiago Fernández-Felipe Contepomi pueda generar más ataques como aquel único profundo del partido que terminó en el try Puma.
Uno de los lujos que tendrá Argentina por haber sido cabeza de serie del grupo gracias a su actuación en el 2007 es el de cerrar la zona. Ya sabrá qué pasó con Escocia e Inglaterra y todas las permutaciones posibles. Entrará a jugar clasificado (si pierde Escocia) o con la necesidad de ganar con punto bonus (si Escocia gana y los ingleses suman dos puntos extras en la derrota). En fin, son tantas las variables que lo único que sirve, siempre, es ganar. Otro beneficio es que Georgia habrá jugado hoy un partido de vida o muerte contra sus acérrimos rivales de Rumania. No se puede descartar el cansancio acumulado de los Lelos.
No vayamos a creer que por emocionante que haya sido el final contra Escocia, Los Pumas fueron un dejo de virtudes. La defensa es la bandera y en condiciones climáticas complicadas, se defendió casi con perfección e inteligencia, siendo poco proclives al penal (once, por debajo de su promedio). Trataron en todo momento de alejar a los escoceses de posiciones en las que pudieran sumar. Y no recibieron tries en Wellington y sólo dos veces les cruzaron el ingoal en el Mundial.
Pedir un juego vistoso y de ataque es no entender cómo funciona el equipo y cómo se mueven las piezas de este engranaje Puma. Algo se vio contra Rumania aunque es un rival más débil que Georgia. El planteo del domingo (sábado por la noche en Argentina) deberá primero enfocarse en ganar y luego en sumar de a cuatro tries.
Argentina, por méritos propios e incapacidad escocesa, sigue en carrera. Los partidos duran 80 minutos y Los Pumas jugaron hasta el último silbato. ¿Fue merecida la victoria? Qué importa ahora. Permite mirar al futuro y eso hacen estos Pumas que pudieron recuperar esa tan nombrada mística en la lluvia de Wellington.
Por: Frankie Deges
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