Hay que tener coraje para, a los 18 años, decirle que no a un seleccionado nacional. Eso hizo Ignacio Corleto en 1997 cuando después de brillar en el Sudamericano M19 1996 se bajó de aquel plantel de Los Pumitas que ganaría, en marzo del 97, por última vez un título mundial para el rugby nacional.
“Opté por irme de gira con mi división, la M19 de CUBA, a Sudáfrica,” cuenta a AlRugby.com Nani Corleto, quien no juega al rugby desde la semifinal de la Copa de Francia de junio de 2008. Una lesión (se rompió el tendón del bícep) lo alejó de las canchas y ahora asumió su retiro total del rugby.
Ese coraje bien pudo haberse confundido con irresponsabilidad o soberbia; para convocarlo al menores de 21 años de ese 1997 los entrenadores consultaron si debían llamarlo o no tras haber renunciado a Los Pumitas. Brilló en esa camada del 97-98 que tuvo a Martín Scelzo, Rodrigo Roncero, Martín Du-rand y los mellizos Contepomi en ese equipo y en su último partido con Los Pumas cuando Argentina se llevó la medalla de bronce del Mundial 2007, en aquella gesta ya histórica.
Entre aquella renuncia y su último encuentro pasaron 37 test-matches, otros ocho partidos para el seleccionado, un Mundial de Seven (con medalla de bronce incluida), una mudanza a Francia con 21 años y dos clubes profesionales (Narbonne y luego Stade Francais).
El tiempo revindicó aquella decisión del 97. “Mis amigos son los que viajamos a aquella gira y diría que ese es un hecho saliente en mi carrera con el rugby,” explica al hacer un repaso a una carrera repleta de buenos recuerdos. Siempre agradable para el trato, a pesar de ser uno de los mejores Pumas de su generación y capaz de competir por el XV ideal de todos los tiempos tanto de wing como de fullback, Corleto se declara como alguien “que no era fanático del rugby. Me gustaba y siempre quise dejar todo para cada equipo en el que jugara. Pero no fui de esos que están todo el día analizando el juego y conocen los nombres de los rivales. Siempre me interesaron otras cosas”.
A sabiendas de que era un libre pensador y que tal vez no lo motivaban las mismas cosas que a sus compañeros, Héctor Pipo Méndez, coach del M21, lo trataba desde un lugar distinto al resto. Esas dos giras a Nueva Zelanda y Australia (1997) y Sudáfrica (1998) fueron el despegue de muchos jugadores. Tras volver de su segundo torneo del Hemisferio Sur, a los dos meses debutaba para Los Pumas contra Japón.
Integrante de aquel plantel que se instaló en la piel de la gente durante el Mundial 1999, “el haber sido el más chico fue algo que me marcó”. Al poco tiempo de volver decidió su partida -al igual que varios de aquella generación- a Europa. Ahí entra el tema de su club, el Club Universitario de Buenos Aires.
“La política del club era bastante clara, pero no me ayudaron cuando a los 20 años tuve que decir mi ida a Francia”, dice sin bronca pero con certeza. Las políticas de una de las instituciones deportivas más importantes del país no cambiaron y el regreso no fue como el del hijo pródigo. CUBA rechaza todo lo que es deporte profesional. Hoy Corleto no tiene cabida. “No cambió la resolución y yo sabía que iba a ser mucho el esfuerzo que había que hacer para dar vuelta esa decisión en el club”.
“Y la verdad que no sabía si tenía tantas ganas de seguir jugando como para hacer todo lo que había que hacer adentro del club buscando convencer a quienes están inflexibles”. Por suerte, antes de su partida al Narbonne llegó a jugar con sus dos hermanos mayores, Nicolás y Federico. Con su hermano más chico no pudo jugar.
Después del Mundial del 2003 (“estaba en mi mejor estado físico pero no se dio como plantel”) se mudó a París y esa temporada 03-04 levantó el Bouclier de Brennus, premio al campeón francés. “Fui el primero del grupo grande de argentinos que terminamos en el club y ese campeonato fue muy importante para mí, sobre todo después del fallecimiento de mi vieja”. Diego Domínguez, apertura de Italia, integró ese equipo.
La madurez de Corleto ya era notoria y mientras luchaba con lesiones que le impedían sumar los tests para el seleccionado al ritmo que su nivel merecía, el seleccionado lo extra-ñaba. Su regreso en plenitud para el Mundial 2007 permitió que a Juan Martín Hernández se le sacara la 15 y usara la 10. Con esa casaca Corleto marcó el primer try de un Mundial inolvidable.
“Se dieron todas; para ser perfecto deberíamos haber salido campeones”, recuerda con alegría. Tres tries dos a Francia- fueron el cierre de su carrera en el seleccionado. “Creo que jugué mi mejor rugby con Los Pumas en ese Mundial”.
La lesión, una relación desgastada con el Stade Francais, un hijo por nacer y las ganas de volver hicieron que se instale en el país. “A pensar en el futuro. Ahí surgió la Fundación Botines Solidarios (http://www.botinessolidarios.org.ar/) que me ocupa gran parte de mi tiempo. Usamos el rugby y sus valores para desarrollar unos 40 jóvenes de entre 14 y 18 años”. La fundación entrena dos veces por semana cerca del aeroparque.
En su regreso al país, que se dedique al prójimo da una nueva muestra de Corleto. “Es mi cuota de rugby por estos días. En vez de ir a CUBA devuelvo lo que el rugby me dio acá. Usamos el rugby y sus valores como herramienta de reinserción social. Es darle a estos chicos un lugar, una contención, sacarlos de situaciones complicadas”.
Corleto se fue en silencio. Contestó en un programa de radio que no jugaba más. No fue anuncio, sino la simple respuesta sobre algo que ya estaba decidido. Ignacio Nani Corleto es un ex jugador de rugby.
Por: Frankie Deges
www.alrugby.com
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
Leer Más