Después de haber competido en Buenos Aires 2018, varios jóvenes decidieron montar sus emprendimientos y ser sus propios jefes. Ellos son Gerónimo Lutteral (vela), Julián Quetglás (campeón olímpico en rugby 7) y Valentín Rossi (medallista de bronce en canotaje). Conocé sus historias.
Se cumplieron dos años de los Juegos Olímpicos de la Juventud y de 141 jóvenes que conformaron la delegación argentina y compitieron en los distintos escenarios de este evento histórico para el país, algunos dejaron el deporte, otros siguen en carrera y otros tantos se hacen su camino en el mercado laboral.
Este último es el caso de Gerónimo Lutteral (19), Julián Quetglás (20) y Valentín Rossi (18), tres chicos con mucho potencial tanto para su deporte como para el la industria del trabajo. Argentina Amateur Deporte, en colaboración con De Taco, realizó una investigación para conocer a fondo a estos chicos que vienen con mucha fuerza.
El primero de todos, Luteral, además de estudiar Economía, tiene un emprendimiento relacionado con su amado kitesurf: una web de compra-venta de embarcaciones para navegantes llamada “Mercado del Nauta”. Así relata su nacimiento: “Terminé los YOG y me quedé con un montón de equipos, ahí me di cuenta de que había un problema para vender. Como necesitás verlo y tocarlo, es difícil de vender por Mercado Libre. A la vez, los grupos de Facebook tienen mucha gente y no podés filtrar, por eso pensé que tenía que hacer una mezcla con eso y armar un sitio para vender y comprar equipos”. Si bien es el creador, cuenta con gente de marketing, un abogado y un programador que le dan forma al proyecto. Pero ojo: las decisiones finales las toma Gero.
“La web es barata, pero invertí en publicidad y en marketing para que genere ingresos y sea sustentable y útil para los demás. Les escribo a los clientes y trato de monetizar la web a través de distintas técnicas, mi objetivo es establecer la web en el mercado para generar ingresos”, cuenta sobre Mercado del Nauta. Además, al tratarse de un nicho que conoce como la palma de su mano, es claro que el conocimiento sobre el mercado se lo dio su experiencia a través de los años. Y no piensa en el futuro, ya que planifica seguir con el kite hasta que los años lo abandonen: “Si bien me cansé un poco de las regatas, sé que voy a practicar el deporte toda la vida. Entonces quiero aportarle algo a la gente, porque estoy convencido de que es una buena idea y todos me dicen que era algo que faltaba”.
Por el lado del medallista de oro en rugby 7, este lleva adelante La Monada, un emprendimiento de pizzas congeladas. Con motivo de la pandemia y el tiempo libre que esta brindó durante varias semanas, el rugbier se la jugó por la cocina: “Como me gusta cocinar, tenía ganas de hacer algo relacionado. Mi mamá me dio la idea de las pizzas y con ella arrancamos el emprendimiento, para la inversión inicial me ayudó mi papá así que se podría decir que es algo familiar”. Aunque la mente en la receta la pone mamá, Juli hace un poco de todo: se encarga de la producción, la cocina, y también de las ventas y la gestión de las redes sociales.
La pandemia jugó un papel fundamental para la vida de La Monada: no sólo fue lo que originó la mini empresita, sino que también le dio éxito por tratarse de un buen producto, accesible y fácil de cocinar. “No lo vi tanto como un complemento al deporte, sino como un pasatiempo y para poder tener la cabeza ocupada en estos tiempos en los que no se puede hacer mucho y también como una salida para tener más independencia de mis viejos en cuanto a lo económico”, explica el cordobés, quien además actualmente cuenta con una beca y estudia Gestión y de Recursos Humanos. ¿Su especialidad? La pizza de queso azul. ¡A tenerla en cuenta!
Valentín Rossi, el último de este trío emprendedor, se dedica a la industria maderera. Fundó Woodwork VR a partir de su gusto por los trabajos de carpintería. “Un día quise hacer un torno y se me rompió el taladro, entonces mi papá me compró uno y empecé a hacer cosas de tornería a la vez que me metí con la madera”, relata sobre los inicios de su proyecto. Es el único que trabaja actualmente en la marca y admite que no estudió nada, se largó solo con los conocimientos que tiene de haberse dado maña durante años, porque confiesa que desde chico fabrica cosas en madera. “Me está yendo bastante bien: mantengo la página y hago todo lo relacionado con carpintería. Afortunadamente para el Día de la Madre tuve bastantes ventas, sobre todo maceteros. Generalmente me piden cosas a medida como percheros, mesas, sillas y banquetas”, comenta sobre la actualidad de su pequeño negocio. Y admite que su producto favorito son las banquetas y todo lo que se vincule con la tornería, aunque esto último no sea de lo más elegido por su clientela.
Tres historias de emprendedores. Ganas de crecer y de aportar a la comunidad. ¡A seguirlos!
Por Micaela Piserchia (@micapiserchia)
Fotos: El Día, ENARD y archivo personal de Gerónimo Lutteral