Acostumbrado a los grandes desafíos, el argentino se enfrenta al inglés Bill Beaumont por la presidencia de World Rugby. Dos propuestas similares que bajo la superficie dejan entrever una lucha entre la revolución y el status quo.
A grandes rasgos, las propuestas de Bill Beaumont y Agustín Pichot no distan demasiado entre sí. Expandir el rugby, convertirlo en un deporte global y darles más oportunidades a los países emergentes es el lema de los dos candidatos. En la superficie, en realidad, los separa un abismo.
Las elecciones que entre el domingo y el jueves definirán al nuevo presidente de World Rugby por los próximos cuatro años representan en realidad la lucha de la continuidad o el cambio, el conservadurismo o el progreso, el status quo o la revolución. Así de radical es la propuesta que pregona el argentino.
Hay una diferencia evidente que tiene que ver con el perfil de cada uno: uno tiene 68 años, el otro 45; uno es del país cuna del rugby, el otro del último que se atrevió a entreverarse entre los grandes; ambos fueron capitanes de sus seleccionados, pero uno como un segunda línea fuerte e influyente pero estático, el otro como medio-scrum movedizo e inspirador.
Alcanza con ver la campaña para ilustrar esta diferencia. Mientras que Pichot no paró un segundo desde que lanzó su candidatura con posteos en Twitter y retweets, entrevistas a importantes diarios, diarios chicos, blogs, cuentas de Instagram y todo lo que uno se imagine para difundir sus ideas e intentar torcer voluntades, Beaumont tuvo mucha menos exposición, apenas con un manifesto escueto, un par de entrevistas donde no dijo mucho y un par de posteos en Twitter.
Los números inicialmente favorecían a Beaumont, con toda la maquinaria política de Europa bajo sus alas. Pero de a poco Pichot fue ganando voluntades al tiempo que salieron a la luz algunos manejos oscuros del inglés, como el papelón de haber propuesto al fijiano Francis Keane como miembro del Comité Ejecutivo, que luego debió bajarse por acusaciones de homofobia.
Cómo serán los próximos cuatro años del rugby se verá reflejado en el perfil de quien sea elegido. Los dos reconocen que se necesitan cambios. Pero todos saben que la profundidad y velocidad de los mismos será mucho mayor con Pichot.
Si el argentino gana las elecciones y logra llevar adelante sus propuestas, el mapa del rugby cambiaría radicalmente. La Liga de Naciones anual que propuso el año pasado y fue rechazada por World Rugby (el inicio del distanciamiento con Beaumont) volvería a estar sobre la mesa. El Rugby Championship se expandiría (Japón, las Islas del Pacífico Sur y las Américas estarían involucradas), el Seis Naciones tendría ascensos y descensos, los dos torneos se jugarían en paralelo, los Lions girarían por todo el mundo, las ligas locales se contraerían, el ranking mundial perdería sentido, el sorteo para el Mundial no se haría con tanta anticipación, los jugadores nacidos en un país tendrían menos probabilidades de representar a otro seleccionado, el seven y el rugby femenino se expandirían todavía más.
Pichot está acostumbrado a encarar desafíos utópicos. Su primera revolución fue en el seno de su familia, cuando de muy joven optó por hacerse jugador profesional. Como capitán llevó a Los Pumas a la medalla de bronce en Francia 2007. Como dirigente de la UAR, metió al rugby argentino en el Tri-Nations y en el Super Rugby. Como Chairman del seven le devolvió al rugby el status olímpico. Expandió el juego del Seven y el femenino. Impulsó regiones postergadas como las Américas, donde surgieron ligas profesionales como la MLR y la SLAR, que absorbieron jugadores de todo el mundo.
Ahora va por un paso el más, el más grande que haya dado jamás.
Por: Alejo Miranda
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