Pasado mañana, ante Francia, Felipe Contepomi disputará su test-match N° 50; las vivencias de jugador profesional que no resignó su vocación y, por eso, divide el tiempo entre el deporte y los estudios de medicina.
PARIS.- Desde los ojos verdes de Felipe Contepomi el futuro se percibe distinto. El es uno de esos hombres que nunca se da por vencido, pero que sobre todo necesita que el día dure más de 24 horas para cumplir con todas sus actividades. Entre el rugby profesional, la medicina y su familia, una jornada en su vida no encuentra huecos, salvo que se trate de una ocasión especial.
Ser un deportista pago desde hace siete temporadas no le jugó en contra de sus aspiraciones vocacionales. Cuando abandonó Buenos Aires en 2000 para incorporarse al Bristol inglés, Felipe cursaba el cuarto año de medicina en la UBA. Ahora, actúa en Leinster, de Irlanda, y si la suerte lo acompaña, en agosto del año próximo tendrá la licencia de médico otorgada por el Royal Collage of Surgeons.
"La decisión de estudiar es muy personal. Es cansador, pero me da un equilibrio justo en la vida. Así lo aprendí en mi club y esa es una de las virtudes del jugador argentino, que puede hacer otras cosas además de entrenar y jugar. Pero hay gente que es completa únicamente con el rugby; yo no. Sin embargo, no me considero un ejemplo para nadie y mucho menos si a mi familia, que es lo más importante que tengo, es a quien menos veo", confiesa Felipe, de 29 años, desde la concentración de los Pumas en el apacible barrio de Enghien-Les -Bains.
No sólo carga botines en su bolso cudno sale de su casa en Dublín; los libros también lo acompañan a todos lados. "Es difícil estudiar durante la gira porque no hay mucho tiempo libre. Leo una o dos horas antes de dormir, pero sé que no es suficiente y que no es lo mismo que estudiar", reconoce el ex jugador de Newman, que durante el tour europeo del equipo nacional debió ausentarse una semana -la de la estada en Roma- para cursar anestesiología. "Los profesores no me regalan nada. Son tan rígidos conmigo como lo son con los otros", explica Felipe, que sueña con ser traumatólogo y jugar al menos dos años más en el rugby profesional.
Un día en la vida de Felipe: abre los ojos a las seis de la mañana y continúa unos minutos después en el hospital del Royal College de Dublín. Desde el mediodía y hasta las la caída del sol se entrena con Leinster. Y a la noche, antes del estudio, por fin, llega el momento más esperado: encontrarse con Paula, su mujer, y Catalina, su hija de casi un año. "Ellas dos son las que más me apoyan. Se extraña mucho la Argentina, la familia, y cuesta combatir el desarraigo. Me perdí de los casamientos de mis mejores amigos, pero a la vez reconozco que soy un afortunado por estar en los Pumas desde hace tanto tiempo [debutó en el Sudamericano de 1998]", dice convencido, aunque un atisbo de tristeza se le percibe fácilmente en la mirada.
Pasado mañana ante Francia jugará su test N° 50 en los Pumas (dirigirá el inglés Tony Spreadbury, en vez de Alan Lewis). Lo hará de centro, junto con su hermano mellizo Manuel, a pesar de que en su club actúa de apertura, el puesto en que se siente más cómodo. "Si yo fuera el entrenador me pongo de apertura, pero que haya diferentes opciones es una de las mejores virtudes de este grupo. En el Mundial quiero estar entre los quince, no importa en qué puesto", señala, y pide un deseo para el cierre de la gira: "Los triunfos ayudan, pero más que nada hay que jugar bien y mejorar el nivel. Si con Francia perdemos, pero se juega bien, no será tan grave".
Si bien es profesional, Felipe aún siente el rugby como si fuera amateur. Disfruta y se divierte en la cancha, y goza de la vida fuera de ella. Recibirá el título de médico a días de la Copa del Mundo 2007 y aguarda por ese momento como esperó ansioso la llegada de Catalina, a quien al día siguiente que nació le regaló 22 puntos y una victoria con su club por la Celtic League.
Para Manuel, está entre los mejores del mundo
Ante Francia, Felipe será uno de los centros junto con su hermano mellizo Manuel. Jugar al lado de él me da seguridad porque es uno de los cinco mejores jugadores del mundo, dijo Manu, que juega en Rovigo, de Italia. En los Pumas, los hermanos Contepomi compartieron como titulares siete partidos (el primero fue ante Gales, en 1998).
Fuente: Diario La Nacion