El primera línea, quien al comienzo de la temporada llegó al Stade Français como un desconocido, impuso su potencia y se asentó en el equipo parisino.
Sólo el uruguayo Pablo Lemoine le había arrancado algunos finales de partido a los dos internacionales Sylvain Marconnet y Pieter De Villiers, firmes pilares del equipo, hasta la llegada de Roncero, de 28 años.
“Cuando firmó, no sabíamos muy bien lo que valía”, recuerda el entrenador Fabrice Landreau. El Gloucester, de donde venía, no sabía dónde posicionarlo, entre pilar y hooker.
Roncero (1,77 m, 115 kilos) llegó a París a principios de agosto con la firme intención de ganar un poco de tiempo de juego.
“Me recibieron muy bien”, reconoce. “De hecho, creo que llegué a integrarme porque hay argentinos en el equipo, pero también porque el club es abierto”, le explicó a la agencia Efe.
“Con los dos franceses, Sylvain Marconnet y Pieter De Villiers, y Pablo Lemoine, somos cuatro pilares. Es una lucha de todos los días y eso me gusta. Pero entre nosotros no hay ningún problema, todo va bien”, asegura.
Roncero, que ya vistió en 13 ocasiones la camiseta de Los Pumas, fue aumentando su registro de presencias en el Top 16 a lo largo de la temporada.
Luego de ser considerado como el cuarto pilar del equipo parisino, fue subiendo progresivamente en el escalafón. Incluso prolongó su contrato con el Stade Français por cuatro años y, probablemente, afronte como titular a Toulouse la final de la Copa de Europa frente al Toulouse.
Cuando finalice su carrera, probablemente regrese a Buenos Aires para ejercer la medicina. “Quería vivir del rugby profesional durante cuatro, cinco, seis ó siete años de mi vida. Primero quiero progresar y disfrutarlo. Luego tendré toda la vida para ejercer la medicina”, concluyó.