El Mundial de Francia será el punto culminante para un grupo de jugadores que dejará una marca importante en la historia del seleccionado.
El Mundial de Francia será el punto culminante para un grupo de jugadores que dejará una marca importante en la historia del seleccionado; la búsqueda de una revancha y el retiro, las motivaciones para el gran desafío de sus vidas.
El que comienza no será un año más en la vida de los Pumas. La realización de la VI Copa del Mundo, que los tendrá como protagonistas en el estreno del 7 de septiembre, no sólo adquiere trascendencia por el desafío en lo deportivo, sino que la segunda interpretación la impone el hecho de que se trata del momento más importante de la carrera de una de las mejores generaciones que tuvo el seleccionado nacional. Francia 2007 le pondrá fin de varios ciclos: el de los entrenadores Marcelo Loffreda y Daniel Baetti (jamás una pareja técnica permaneció tanto en el cargo: ocho temporadas consecutivas) y el de la mayoría de los líderes del plantel. Ningún jugador habla de retiro aún, aunque se sabe que en la cabeza de muchos está la idea.
Pero, como si no alcanzaran las razones, existe otro condimento que hace muy especial el certamen universal: el plantel desea fervorosamente un desquite de la frustración que significó no haber accedido a los cuartos de final en Australia 2003. Revancha y despedida, todo concentrado en cuatro partidos eliminatorios. Una combinación de alto poder para elevar a su máxima expresión el sentido de una prueba suprema para la ambición de dejar una marca en la historia.
Desde aquella representativa epopeya de 1965, cuando se obtuvo el primer gran triunfo internacional -antes también hubo importantes logros-, existieron muchos otros momentos históricos para la selección; pero, sin duda, el aporte de la actual camada, en un contexto profesional que deja a nuestro país en una posición desventajosa, establece un antes y un después. El legado de estos Pumas es incomparable.
Después de la descripción conceptual de lo que deparará la temporada, corresponde adentrarse en las cuestiones deportivas. La Argentina, con presencia mundialista perfecta, solamente una vez (1999) logró quedar en el cuadro de los ocho mejores; aunque en la última década se le reconoce un espacio en la elite rugbística, aún le falta rubricarlo con mayor frecuencia en la cita por excelencia. Y para cumplir con su misión, los Pumas deberán salir airosos del Grupo de la Muerte -se clasifican los dos primeros-; el conjunto nacional competirá en la Zona D, junto con Francia, Irlanda, Namibia y Georgia. No es sencillo el camino, pero el equipo ha dado muestras suficientes para tener la certeza de que el objetivo no es imposible. Tampoco se exceden los límites si se cree que puede conquistar el primer puesto del grupo.
Claro que para llegar en óptimas condiciones a la Copa es indispensable que la puesta a punto se desarrolle en armonía y que el plantel tenga el mejor respaldo logístico posible, para sólo focalizar su energía en el juego, en reforzar las virtudes y mejorar las debilidades. Eso todavía es una promesa que deberá hacerse realidad en los meses que quedan por delante para el debut en París.
Los técnicos no tienen mayores dudas con respecto a la fisonomía que tendrá la selección; los titulares están confirmados en un 90% y las únicas incógnitas por resolver se dan en puestos en los cuales la competencia entre los candidatos es muy pareja. Pujan por ganarse un lugar Rimas Alvarez y Patricio Albacete en la segunda línea; en la tercera línea queda por ver si Lucas Ostiglia -ausente en 2005 y 2006 por lesiones- consigue reconquistar su lugar; el buen rendimiento de Federico Todeschini reavivó la puja con Felipe Contepomi por la camiseta N° 10, y de acuerdo con la posición en la que se desempeñe el mellizo, quedarán abiertas las posibilidades en el centro de la cancha para el N° 12. La reciente vuelta de Ignacio Corleto, después de tres años sin participaciones, dejó cubierto uno de los puestos de wing; por la otra plaza lucharán Lucas Borges, José María Núñez Piossek, Federico Martín Aramburú y Francisco Leonelli (estos tres últimos están lastimados).
Empieza a despuntar 2007 y la expectativa por el destino de los Pumas es altísima. Pero así como aumenta vertiginosamente la tensión por ver qué ocurrirá, se afianza la percepción de que el seleccionado se acerca a uno de sus instantes más notables de su existencia.
2 veces jugaron los Pumas e Irlanda en Mundiales, con éxitos repartidos; con Francia se enfrentaron en 1999, y perdieron
Por Santiago Roccetti