Los sucesos acontecidos en los últimos tiempos han sacudido a todo el ambiente del rugby. Una serie de lesiones de enorme gravedad han generado un fuerte cimbronazo dentro de nuestro deporte y en ese contexto toda clase de opiniones, ideas y sugerencias han tocado la puerta como solución.
Son días tristes para la comunidad ovalada porque una seguidilla de tragedias deportivas y humanas nos ha movilizado profundamente.
El pánico se ha apoderado de la escena y tantas malas noticias en el corazón mismo de nuestro deporte (el scrum) nos deben hacer reflexionar.
El golpe nos ha tocado en lo más profundo pero con él se ha disparado una enorme energía que podemos capitalizar positivamente.
En rigor, no podemos permitirnos que estos sucesos desgraciados pasen de largo sin que algo superador surja entre tanta tristeza.
Estos días tristes pueden servirnos como punto de inflexión o como lugar de partida para crecer como deporte.
Trasladar los valores del juego a la formación del scrum es esencial. Siempre se habla de proteger al jugador que tiene riesgo de lesión como un acto de un verdadero hombre de rugby.
En ese contexto, nada mejor que el scrum para reafirmar esos postulados.
Lo primero que debemos saber con vehemencia y tomar conciencia que el scrum es un elemento distintivo de nuestro rugby pero también un escenario de riesgo físico. De nada sirve ser leales en otras instancias del juego (incluso menos peligrosas) sino los somos donde más lo debiéramos ser: en un contexto de riesgo latente.
Asi las cosas, lo primero que debemos resguardar es la propia integridad física y la de los demás. Todo el resto (destrezas, nivel de juego, disfrute, resultados) es absolutamente secundario.
Es tiempo de asumir un compromiso colectivo, es momento de dar una lección de solidaridad. El éxito estará en defender la seguridad del otro con las mismas fuerzas y el mismo empeño con la que pretendemos resguardar la nuestra.
Lamentablemente la seguridad del scrum no depende de una solución mágica sino que convergen varios factores en ella.
La seguridad es, en rigor, como una mesa con cuatro patas. Y esa estabilidad tambalea si alguno de sus componentes trastabilla.
A saber:
EL CUIDADO DE UNO: A través del acondicionamiento físico que implica una formación donde se requieren jugadores preparados para la lucha y la disputa física con el oponente.
EL CUIDADO DEL OTRO: Sabiendo que el scrum es una “formación de riesgo” la regla numero uno es cuidar al otro con la misma determinación con la que uno se protege.
Por ello debemos ser francos y leales en la disputa. Tener la grandeza e hidalguía de reconocer el domino del otro y sin embargo no anteponer trampas ni mañas por verse superado.
Cuando un pack de forwards marca un try scrum hay otro que tiene mi reconocimiento y debiera tener también el reconocimiento del rugby todo. Es el reconocimiento a la lealtad, a la franqueza y al respeto a la formación. Es el saber verse superado pero al mismo tiempo tener la valentía de “morir de pie”, dando batalla hasta el final.
Recibir un try scrum no debiera ser un acto de debilidad ni de deshonra, sino todo lo contrario. Es un acto plausible, valorable y que vislumbra grandeza para con el rival y el mismo juego. Porque a pesar de la superioridad del contrario el equipo superado dio batalla y se mostró leal a algo mucho más grande e importante que el reglamento, que es nada menos que “El espíritu del juego”.
Bajo el lema “yo te protejo a vos y vos me proteges a mi” debe gestarse una nueva relación o vínculo entre los primeras líneas.
Están en el frente de batalla y deben ser responsables, leales y protegerse mutuamente.
LAS ENSEÑANZAS DEL COACH: Son fundamentales para enseñar y formar primeras líneas con las destrezas necesarias para evitar riesgos.
En ese sentido que aprendan como caer, como asirse, como agarrarse, como empujar, etc. constituyen herramientas indispensables para mejorar el cerrojo de seguridad.
LAS REGLAS DE JUEGO: Ríos de tinta se han vertido con la opinión y el análisis de muchos sobre las reglas de juego sobre el scrum. Frente a ello una certeza: ninguna regla del scrum podrá garantizar por si sola un escenario sin nuevas lesiones.
No bastan las reglas, por más brillantes y extraordinarias que sean, para garantizar la seguridad en el scrum. Ellas son solo un complemento de algo más sagrado y necesario: el pacto de solidaridad que debe escribirse entre quienes disputan una formación como el scrum.
Como observamos, la seguridad del scrum no es privativa de algo o alguien sino que depende de múltiples factores en donde jugadores, entrenadores y dirigentes tienen una labor y una responsabilidad tan grande como compartida.
Esta a la vista. No hay soluciones mágicas ni reglas brillantes que eliminen el riesgo de una lesión, sino una sumatoria de detalles (conductas, destrezas, actitudes) que bien conducidos podrán generar el contexto apropiado para tratar de reducir las lesiones a su mínimo exponente.
Los invito a tomar cada uno la responsabilidad que les compete en esta empresa tan delicada llamada “seguridad”. Ojala que la tragedia no nos abrace nunca más. Manos a la obra…
Sebastián Perasso
Autor de los libros – Rugby Didáctico
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