El nombre se lo dieron en 1905 en su primera gira por Gran Bretaña y Francia. Nunca se sabrá si fue porque vestían de negro (no era la camiseta como la de ahora, tenía los hombros de gris) o porque un cronista pasó su cobertura del partido y sus editores en vez de poner “all backs” (son todos backs) puso “All Blacks.”
El nombre quedó y aquel viaje iniciático marcó lo que serían más de cien años de dominación mundial. El principal producto bruto de Nueva Zelanda, un país de ensueño, pero pequeño en tamaño y con un aislamiento mundial como pocos, es sin dudas el rugby.
Pasión de todos, cuando organizaron el Mundial del año pasado lo hicieron bajo el lema un estadio de cuatro millones. Vaya si cumplieron. Cada ciudad, cada pueblo, cada conjunto de casas, se involucró con la Copa del Mundo como nunca antes había pasado en una historia mundialista que se remonta a 1987.
Eran los All Blacks obviamente el objeto del afecto de todos los kiwis a pesar de lo bien que trataron a los miles de visitantes. En un país que consume tanto el negro de su uniforme, si no hubiesen ganado la Webb Ellis Cup no sólo habría perdido la re-elección su Primer Ministro John Key, seguramente hubiera habido violencia en las calles, tal el nivel de importancia que se le da al rugby.
Dominadores de la historia, refrendaron eso con el Mundial pasado y llegaron a Buenos Aires en su pájaro negro -Air New Zealand, uno de sus multimillonarios auspiciantes pintó de negro algunos aviones de su flota con el helecho en la cola- buscando asegurar los puntos que le den el primer Rugby Championship.
El coloso Richie McCaw, de quien me considero cholulo, es su capitán. Jugará el sábado su test 111 con la camiseta negra y es el único que fue elegido el Mejor Jugador del IRB tres veces (2006, 2009 y 2010). Nacido en diciembre de 1980, parece el conejo de la propaganda de pilas que anda, y anda, y anda…
Maltrecho después de tanto uso (jugó mas de 110 partidos del Súper Rugby y varios otros para su provincia, Canterbury), sus empleadores (la Unión Neozelandesa de Rugby y la Unión de Canterbury) le acaban de dar la deferencia de permitirle seis meses sabáticos para que llegue al Mundial 2015 con posibilidades de seguir siendo su líder.
No sólo es el tema físico el que quiero descansar; el cansancio es también mental, dijo cuando se lo consultó en su búnker de Buenos Aires a poco de que se supo. Fanático de la aviación, seguramente deje su país para salir de ese ambiente que, para alguien como McCaw, es una olla a presión. Seguramente, volará en pequeños aviones por distintos lugares del mundo.
McCaw es un referente de este equipo que buscará su triunfo consecutivo número 15, racha que empezó en el debut mundialista frente a Tonga hace poquito más de un año. Será este el primer partido fuera de su país o Australia, donde jugaron un único partido -en la cercana Sydney- en el arranque del Rugby Championship.
El ala ya jugó en Argentina allá en el lejano 2001 en la que fue su primera gira con los All Blacks. Fue en aquel triunfo sobre el cierre 24 a 20 tan doloroso como inolvidable. Era un pichón que prometía. Cumplió. Campeón del Súper Rugby cuatro veces, se llevó el Tres Naciones siete veces mientras levantaba distinciones individuales en su país y en el mundo.
Su capacidad individual está puesta a disposición de su equipo. Pone el cuerpo en cada jugada y el límite lo pone él ya que los referís tienen deferencia con él como no la tienen con nadie. Gesticula, habla, convence. El mismo reglamento al que se tienen que adecuar todos no parece importarle a Richie. No le molesta recibir algún que otro golpe si el beneficio eventual es para su equipo.
Debo reconocer que si bien hace penales no sancionados por docena, la única vez que recuerdo haberlo visto pegar una trompada fue cuando en el 2005 un hincha sudafricano en estado de ebriedad ingresó al campo y tomó al referí de aquel partido. McCaw le pegó un cross que le dejó la nariz sangrando.
No juega solo. Si se calza la 10 Daniel Carter es otro groso del rugby mundial. Se enfrentará finalmente contra Juan Martín Hernández, otro grandioso apertura. Será una de las tantas batallas individuales de un partido que pro-mete ser el gran evento del año.
Esto generan los All Blacks en todo el mundo. Una pasión enorme, más allá del amor que uno pueda sentir por sus colores. Son siempre el equipo que todos quieren ver y al que le quieren ganar. Por eso, no tienen ni un partido fácil.
El del sábado es duro. Durísimo. Porque Los Pumas se sienten listos para dar el gran salto en este Rugby Championship que todavía no los vio ganar. Siempre tuvieron fe en sus capacidades, les faltaron quince minutos en cada uno de los tres últimos partidos.
Son 80 minutos en La Plata contra los mejores del mundo. La ansiedad ya le come el ánimo a los hinchas. Con mayor tranquilidad lo viven Los Pumas, aunque conscientes de lo que ellos mismos, y los All Blacks generan.
Corcho Fernández Lobbe, Pato Albacete, Juani Hernández, Rorro Roncero, Gonza Camacho…todos. Están a un paso de la gloria. A 80 minutos.
Por: Frankie Deges
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