Jugó cuatro partidos, perdió tres y ganó uno: esa es la cruda realidad de la campaña de Inglaterra durante la Autumn Nations Series.
Las derrotas contra Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica, seguidas de una victoria por 58-14 contra el Japón de Eddie Jones, no son el resultado de una nación de primer nivel con los vastos recursos de Inglaterra, pero no fueron solo los resultados los que perjudicaron. La falta de forma, la disminución de la eficiencia ofensiva y el fracaso total de cualquier forma de sistema defensivo significaron que Inglaterra aprendió muy poco sobre su forma en la cancha y, dada la falta de experimentación en la selección, aún menos sobre la profundidad de su plantel.
Un par de detalles marcaron la diferencia frente a Nueva Zelanda y, tal vez, si la suerte hubiera caído en favor de los fanáticos ingleses, una famosa victoria estaba a su alcance. Contra Australia, un emocionante ataque de los wallabies en tiempo cumplido, el cual terminó en try de australiano y triunfo, conspiró para privar a los hombres de Borthwick de una campaña justa, ya que los Wallabies finalmente recuperaron su magia.
Una derrota por nueve puntos contra Sudáfrica, campeona del mundo, podría, en el papel, parecer eminentemente meritoria, pero una vez más Inglaterra tuvo todas las oportunidades de ganar ese partido y falló.
Esa derrota contra los poderosos Boks podría perdonarse, excepto por el hecho de que fue la sexta derrota consecutiva contra un equipo de Tier1, y en cada caso Inglaterra había liderado hasta los 60 minutos.
Si Inglaterra fuera un equipo de críquet, serían bateadores que saldrían del juego entre los 20 y los 30 minutos, que se esforzarían, pero que carecerían del instinto asesino para anotar un tanto o para derrotar a los equipos y superarlos con fuerza. Pero el rasgo más frustrante de este equipo es su propensión a repetir errores y su negativa a aprender de la experiencia.
A pesar de la evidencia constante de cómo se perdieron esos test match (errores defensivos en el centro de la cancha con los forwards, fallas en la estructura, envíos a los postes cruciales fallados, impacto pobre de los jugadores suplentes y la selección continua de personal que no ha demostrado nada más que su mediocridad en el nivel internacional), los entrenadores no tenían ganas de cambiar las cosas. Incluso cuando se presentó la oportunidad de explorar caras nuevas contra Japón, se vio lo mismo de siempre y, una vez más, esos jugadores se desmoronaron en el último cuarto del partido.
Se dice que la definición de locura es repetir la misma acción y esperar un resultado diferente; Inglaterra ha alcanzado el punto máximo de la locura en el rugby, seleccionando constantemente a los mismos jugadores en las mismas posiciones en el mismo sistema, y no sorprende que los resultados no hayan cambiado.
¿Cuál será el futuro de Steve Borthwick, pensando en la Copa del Mundo en Australia 2027?
planetrugby.com