Un gran rival. El defensor del título vendió cara su derrota. Huirapuca les brindó a los rojos una lucha sin cuartel. Sobre el cierre, estaba a sólo un try de diferencia. A todo o nada.
Costó, pero al final Los Tarcos se dio el gusto de conseguir su objetivo: ser campeón absoluto del Regional. Había llegado al encuentro con Huirapuca con la presión que significaba el triunfo que en el primer turno Universitario había conseguido sobre Cardenales. Y sabía que si perdía el
próximo fin de semana corría el riesgo de tener que compartir honores con la U. Pero esto no pasó. Porque los rojos salieron a echar el resto en este partido, y una vez más dejaron en claro que juegan los partidos hasta el pitazo final del árbitro. Una vez más se aseguraron el triunfo en los últimos minutos, como si sufrir hasta lo último hubiera sido una consigna a lo largo del campeonato.
Pero consiguió su objetivo: le ganó a Huirapuca por 43 a 26 y se aseguró el festejo en soledad: Los Tarcos, ahora sí, es el único campeón del Regional 2004, un título que vuelve a conseguir después de 10 años.
Atrás quedaron 93 minutos (incluidos los del descuento, sin parar el cronómetro, claro está) jugados con un ritmo infernal. Como si no hubiera hecho calor. Y sin respiro hasta el final.
Huirapuca llegó a Ojo de Agua a vender cara su derrota. No se conformó con ser partenaire del campeón y salió a ganar el partido. En gran parte del primer tiempo, el equipo conducido por los primos Molinuevo fue adelante en el marcador, como para ponerle un poco más de suspenso a esta definición. Sobre los 40 minutos, Huirapuca ganaba por 16 a 14. Pero en tiempo de descuento llegó un try penal que selló el parcial favorable a los rojos por 21 a 16.
En el segundo tiempo, un drop de Tristán Molinuevo, sobre los 17 minutos, achicó la diferencia y volvió a darle emoción al encuentro. Pero en el último cuarto del partido Los Tarcos volvió a tomar distancia. Sobre el cierre, un try y una conversión del apertura concepcionense pusieron las cosas 31-26 para los rojos. Se venía Huirapuca con todo. Pero los hombres de Los Tarcos, como lo hicieron a lo largo del campeonato, apretaron el acelerador y, en tiempo de descuento, apoyaron dos tries para asegurarse el título en soledad.
Universitario goleó pero no le alcanzó
Universitario rompió con la racha adversa ante Cardenales. Le ganó, por un claro 46 a 19, y se clasificó subcampeón del Regional 2004 Ricardo Martínez Pastur.
Los de Ojo de Agua definieron el partido en el primer tiempo, ya que casi no cometieron errores ante un rival que tuvo muchos cambios en su formación con respecto a los partidos anteriores.
Cardenales sufrió estas bajas y la U no perdonó, para liquidar esta primera parte por un contundente parcial: 39 a 5.
El partido fue favorable desde su inicio al dueño de casa, que aprovechó al máximo los errores de marca que tuvo su rival y en pocos minutos se adueñó del control de la pelota.
Esto le dio la posibilidad de contar con un ataque sólido, con buenos reagrupamientos ofensivos y con una buena dinámica. Así las cosas, gracias al despliegue de sus backs, que encontraron los espacios para generar buenas jugadas, logró visitar el ingoal rival en repetidas ocasiones.
Era claro que Cardenales sentía las ausencias y no lograba pararse bien defensivamente. Y, cuando lograba tener el control de la pelota, las imprecisiones lo privaban de ordenar su juego. En el segundo tiempo, Universitario, con varios cambios en su formación, perdió claridad en sus movimientos y, como contrapartida, los purpurados lograron, con un buen accionar en el complemento, equilibrar el trámite y achicar la diferencia en el marcador, en un partido bastante movido e intenso.
Que no pase más
Los Tarcos, ahora, puede disfrutar en soledad del campeonato que meritoriamente consiguió. Como lo expresaron los jugadores en cuantas notas dieron durante esta semana, fue el fruto del trabajo de dos años. Lograron así el objetivo que se propusieron cuando tocaron fondo al salvarse del descenso.
Ese mensaje es bueno. Es una gran lección: cuando se quiere, se puede. Y si uno mira atrás, se encontrará con que los nombres de los que pelearon el descenso son casi los mismos de estos jugadores que alcanzaron el título. Entonces, se entiende la euforia. Porque las pasaron feas y ahora les llegó el turno para disfrutar. Se lo merecen, porque forjaron, en la mala, este nuevo campeonato para su club.
También se puede entender la euforia de los dirigentes, que también la pasaron mal.
Lo que no se puede entender, ni mucho menos justificar, es la gran falta de respeto de la hinchada roja, que no hizo más que empañar la fiesta de los campeones, que consiguieron en la cancha un éxito con el trabajo de dos años, de entrenarse con frío o con calor. Un esfuerzo que hoy les permite festejar y llevarle a su gente, tras 10 años, una gran alegría. Su gente debería saber agradecer este esfuerzo con respeto.
El rugby, a través de su historia, se ha jactado de formar caballeros, pero parece que algunos no lo entienden así. La hinchada roja no dejó de agredir, ofender y agraviar, no sólo a otros clubes, en general, sino también a personas con nomb
re y apellido, sin importarle ni los niñ
os ni las damas presentes. Y esto no está bien. Que no suceda nunca más. Ni los campeones ni el rugby se lo merecen.
Por Tomás Gray