El seleccionado de Sudáfrica se consagró campeón de la Copa Mundial IRB M21 al vencer a Australia en la final por 24 a 20.
La fiesta en Mendoza superó todas las expectativas, y ante más de 28.000 personas que reunió el Malvinas, Sudáfrica se consagró Campeón del Mundo en M-21, al superar a Australia por 24 a 20.
Lo de los africanos fue un homenaje al deporte que más aman: el rugby. Fieles a su historia, la estirpe del campeón no le falló a sus pergaminos y con un tremendo rigor físico y una defensa impenetrable se llevaron su segunda Copa del Mundo, empatando a Nueva Zelanda en títulos, y con la sana costumbre de vencer a Australia en la final.
El partido no fue brillante, es cierto, pero era una final, y así se jugó, con los dientes apretados.
Desde el comienzo, ambos intentaron sumar con los errores ajenos, pero los pateadores no anduvieron derechos. Ni Steyn, ni Shepherd acertaron, aunque dio la sensación de que los Australianos tuvieron más la pelota, con la intención de romper con sus arietes preferidos: Polota-Nau y Johansson.
Del otro lado, Sudáfrica estaba en su salsa. Los tackles verdes levantaron Canguros por todo el campo de juego.
La muralla sudafricana estaba más firme que nunca, encima, cuando le tocó atacar tuvo otra dinámica y una profundidad peligrosísima. Louw, Rose y Danillier quebraron la ventaja, y así, después de golpear la puerta australiana por varios minutos, el capitán africano apoyó el primer try del partido, en 24 de la primera parte.
Australia salió a achicar la cuenta, pero su rival volvió a defender, tal vez con más penales, pero con la misma eficiencia.
Shepherd metió un penal, pero el hueco en el centro de los backs australiano ya era enorme, y Sudáfrica canalizó todos sus ataques por esa grieta.
Las fases se repitieron, y fue Mxoli, quien quebró por segunda vez el ingoal Aussie. Shepherd le dio tres puntos más a los canguros antes de irse al descanso y cerró el 14-6 del parcial.
En el segundo tiempo, el tenor no varió demasiado.
Sin mucho brillo, cada uno intentó lo suyo, y la lesión del capitán sudafricano, Paul Delport (salió con conmoción cerebral), no hizo gran mella en su equipo, sino que por el contrario, Pienaar, no solo cumplió sino que hasta fue un conductor de lujo.
Justamente, el medio scrum ingresado, hizo el tercer try africano, en una simple pero ajustada jugada de scrum por el ciego, con participación de la tercera línea.
Australia sintió que se le iba el partido, y salió a hacer lo que mejor sabe: jugar.
Dejó la especulación de lado, y el cansancio sudafricano, colaboró para que de golpe el partido se encontrara con un nuevo protagonista.
Solo 3 después, Ioane, quebró y el otro wing, Varatau, facturó. Pienaar contestó con un penal, pero Australia no tenía nada que perder.
Con el reloj en contra fue por la hazaña y a un minuto del final, Robinson hizo un nuevo try para Australia.
A solo 4 puntos, Australia buscó el try, pero el campeón aguantó, como siempre.
La última jugada, terminó en un pass forward que Ioane no pudo agarrar (si lo hacía, era try), que desató el uuuuhh de todos. Un aplauso eterno cerró la fiesta más linda que recuerda Mendoza.
Fuente: Diario los Andes – Mendoza
http://www.losandes.com.ar/2005/0626/deportes/nota258949_1.htm